Jueves 17 de enero: Los cristianos de Laodicea
Muchos que profesan el
nombre de Cristo y dicen
que aguardan su pronta venida,
no saben lo que es
sufrir por Cristo.
Sus corazones no están
subyugados por Ia gracia, y no han
muerto al yo, como a
menudo lo demuestran de
diversas maneras. Al mismo tiempo
hablan de tener pruebas. Pero la causa principal
de sus pruebas se
halla en un
corazón que no
ha sido subyugado,
que sensibiliza tanto al
yo que se
irrita con frecuencia.
Si los tales pudiesen comprender lo
que es ser un humilde seguidor
de Cristo, un verdadero cristiano,
comenzarían a trabajar a conciencia y correctamente.
Primero morirían al yo,
luego serian fervientes
en la oración,
y dominarían toda pasi6n del corazón.
Renunciad a vuestra confianza propia
y a vuestra suficiencia propia,
hermanos, y seguid al manso
Dechado. Tened siempre
a Cristo presente, y
recordad que es vuestro ejemplo
y que debéis andar en sus pisadas.
Mirad a Jesús,
autor de nuestra fe,
quien por el gozo que
le fue propuesto soport6 Ia
cruz, despreciando Ia
vergüenza.
Sufrió la contradicci6n
de los pecadores. Por causa
de nuestros pecados fue una
vez el Cordero manso,
herido, golpeado e inmolado
(Primeros
escritos, p. J
13).
"He aquí, yo
estoy a Ia puerta y llamo; si alguno oyere mi
voz y abriere Ia puerta,
entrare a él, y
cenare con él y el conmigo".
Apocalipsis 3:20. Vi que
muchos tienen tanta escoria acumulada ante Ia
puerta del corazón que
no pueden abrirla. Algunos tienen
que eliminar las dificultades
que tienen con sus hermanos. Otros tienen
que eliminar el mal genio
o la codicia antes que puedan abrir
Ia puerta. Otros colocan el mundo delante de la puerta de su corazón, y
así la cierran. Toda
esta escoria
tiene que ser quitada.
Entonces podrán abrir
Ia puerta y dar la bienvenida
al Salvador.
En la visión
me fue mostrado cuán
preciosa es la
promesa: "Entrare a
él, y cenare con él, y
el conmigo". ¡Oh,
que admirable es el amor de Dios!
A pesar de toda
nuestra tibieza y nuestros pecados nos dice:
"Tornaos a mí y
yo me tornare a vosotros,
y sanare todas vuestras
rebeliones". El ángel lo
repiti6 unas cuantas veces: "Tornaos a mí
y yo me tomare a vosotros,
y sanare todas vuestras rebeliones"
(Testimonios
para la iglesia,
t. l, pp. l35, 136).
La gente duerme en
sus pecados. Continúa declarándose
rica, y sin necesidad
de nada. Muchos preguntan: ¿Por qué se
dan todos estos
reproches? ¿Por
qué los Testimonios nos
acusan continuamente de apostasía
y graves pecados? Amamos Ia
verdad; estamos prosperando;
no necesitamos esos testimonios de
amonestación y reproche. Pero
miren sus corazones murmuradores
y comparen su vida con las enseñanzas
prácticas de Ia Biblia;
humillen sus almas delante
de Dios; ilumine la gracia
de Dios las tinieblas; y
caerán las escamas
de sus ojos y se percataran de su
verdadera pobreza y miseria
espirituales. Sentirán
Ia necesidad de comprar oro, que es
Ia fe y el
amor puro; ropa blanca,
que es el carácter inmaculado,
purificado en Ia sangre
de su amado
Redentor; y colirio,
que es la gracia
de Dios, y que les
darii un claro discernimiento
de las cosas espirituales para descubrir el
pecado 'Testimonios para Ia
iglesia, t. 3, p.
281).
Viernes 18 de enero: Para estudiar y meditar
Los hechos
de los
ap6stoles,
"El Apocalipsis",
pp. 462-473.
Mensajes
para los j6venes,
"Hacia adelante y hacia
arriba", p. 66.
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