CRISTO Y EL FIN DE LOS DÍAS
En las últimas horas de su estadía terrenal, el Jesús encarnado les dirigió estas palabras de consuelo a sus discípulos: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino” (Juan 14:1-4).
Aunque sin duda no entendieron completamente el significado de lo que les dijo, ni el tiempo en el que se cumpliría su promesa, los discípulos indudablemente obtuvieron consuelo de las palabras de Jesús. ¿Una habitación en la casa de su Padre? ¿Un lugar que Jesús mismo les estaba preparando? Seguramente, eso sería mejor que cualquier lugar de este mundo en el que se encontraban en ese momento.
De hecho, no mucho antes, mientras estaba reunido con sus discípulos, Jesús les dio un rápido repaso de lo que sucedería antes de su regreso. Era una especie de “historia del futuro”, y no era atractiva. Las guerras, los rumores de guerras, las hambrunas, los enfrentamientos entre naciones y los terremotos, todo esto era, según Jesús, solo “principio de dolores”. También se avecinaban persecuciones, traiciones, engaños y juicios.
Hoy, desde nuestra perspectiva privilegiada en el transcurso de la historia, podemos ver que sucedió casi todo lo que Jesús advirtió que pasaría, y tal como lo predijo, también. Además, podemos ver el cumplimiento de dos importantes profecías de tiempo. La primera es la de “tiempo, y tiempos, y medio tiempo” de Daniel 7:25 (ver además Apoc. 12:6, 14; 13:5; Núm. 14:34), que comenzó en el siglo VI d.C. y terminó a fines del siglo XVIII (año 1798). Después, también, la profecía de los 2.300 días de Daniel 8:14 –la que abarca una mayor cantidad de tiempo– alcanzó su cumplimiento en el año 1844.
Indudablemente, entonces, ahora estamos viviendo en el “fin de los días” (Dan. 12:13). Pero, no solo no sabemos cuándo llegará el fin (que culminará con la segunda venida de Jesús), sino además...
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