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Mostrando las entradas etiquetadas como Ministeriodecuracion

CAPÍTULO 43 Una Experiencia de Índole Superior - Ministerio de curación

Una Experiencia de Índole Superior NECESITAMOS de continuo una nueva revelación de Cristo, una experiencia diaria que se armonice con sus enseñanzas. Altos y santos resultados están a nuestro alcance. El propósito de Dios es que progresemos siempre en conocimiento y virtud. Su ley es eco de su propia voz, que dirige a todos la invitación: "Sube más arriba. Sé santo, cada vez más santo." Cada día podemos adelantar en la perfección del carácter cristiano. Los que trabajan en el servicio del Maestro necesitan una experiencia mucho más elevada, más profunda y más amplia que la que muchos han deseado tener. Muchos que son ya miembros de la gran familia de Dios poco saben de lo que significa contemplar su gloria, y ser transformados de gloria en gloria. Muchos tienen una percepción crepuscular de la excelencia de Cristo, y sus corazones se estremecen de gozo. Anhelan sentir más hondamente y en mayor grado el amor del Salvador. Cultiven ellos todo deseo del alma por conocer a D

CAPÍTULO 42 Desarrollo y Servicio - Ministerio de curación

  Desarrollo y Servicio LA VIDA cristiana es más de lo que muchos se la representan. No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al encuentro de dificultades y desalientos, se requieren hombres y no seres débiles. La fuerza de carácter Se necesitan hombres firmes que no esperen a que el camino se les allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres que inspiren nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros, hombres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro. Algunos de los que se ocupan en el servicio misionero son débiles, sin nervios ni espíritu, y se desalientan por cualquier cosa. Carecen de impulso y de los rasgos positivos de carácter que dan fuerza para hacer algo;

CAPÍTULO 41 - En el Trato con los Demás - Ministerio de curación

En el Trato con los Demás TODA asociación en la vida requiere el ejercicio del dominio propio, la tolerancia y la simpatía. Diferimos tanto en disposición, hábitos y educación, que nuestra manera de ver las cosas varía mucho. Juzgamos de modos distintos. Nuestra comprensión de la verdad, nuestras ideas acerca del comportamiento en la vida, no son idénticas en todo respecto. No hay dos personas cuyas experiencias sean iguales en todo detalle. Las pruebas de uno no son las de otro. Los deberes que a uno le parecen fáciles, son para otro en extremo difíciles y le dejan perplejo. Tan frágil, tan ignorante, tan propensa a equivocarse es la naturaleza humana, que cada cual debe ser prudente al valorar a su prójimo. Poco sabemos de la influencia de nuestros actos en la experiencia de los demás. Lo que hacemos o decimos puede parecernos de poca monta, cuando, si pudiéramos abrir los ojos, veríamos que de ello dependen importantísimos resultados para el bien o el mal. Miramiento por qu

CAPÍTULO 40: Ayuda en la Vida Cotidiana - Ministerio de curación

Ayuda en la Vida Cotidiana HAY en la vida tranquila y consecuente de un cristiano puro y verdadero una elocuencia mucho más poderosa que la de las palabras. Lo que un hombre es tiene más influencia que lo que dice. Los emisarios enviados a Jesús volvieron diciendo que nadie había hablado antes como él. Pero esto se debía a que jamás hombre alguno había vivido como él. De haber sido su vida diferente de lo que fue, no hubiera hablado como habló. Sus palabras llevaban consigo un poder que convencía porque procedían de un corazón puro y santo, lleno de amor y simpatía, de benevolencia y de verdad. Nuestro carácter y experiencia determinan nuestra influencia en los demás. Para convencer a otros del poder de la gracia de Cristo, tenemos que conocer ese poder en nuestro corazón y nuestra vida. El Evangelio que presentamos para la salvación de las almas debe ser el Evangelio que salva nuestra propia alma. Sólo mediante una fe viva en Cristo como Salvador personal nos resulta posible ha