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Lección 1: LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS | El gran conflicto | Sección maestros

Lección 1:

LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS

RESEÑA

Texto clave: Apocalipsis 12:7, 8.

Enfoque del estudio: Apocalipsis 12:7-9; Colosenses 1:16; Ezequiel 28:12-15; Isaías 14:12-14; Juan 17:24; Génesis 3:15.

Introducción:

La lección de esta semana introduce el tema del conflicto cósmico entre Cristo y Satanás. Comenzaremos nuestro estudio examinando tanto el origen del mal como la solución de Dios a la caída de la humanidad. Varios aspectos del Conflicto Cósmico merecen nuestra consideración. En primer lugar, el Gran Conflicto no es perpetuo; se originó en el Cielo cuando Lucifer, un ser creado, encabezó un grupo de ángeles rebeldes que desafiaron a Dios, el Creador y Rey de todos los seres. Por lo tanto, podemos suponer que, si el mal y el diablo tuvieron un principio, sin duda tendrán un final.

En segundo lugar, el Conflicto Cósmico muestra la incompatibilidad radical del bien con el mal. Cuando se originó el mal, este desafió la idea misma del derecho de Dios a existir y gobernar. Asimismo, Dios no desea el sufrimiento de su creación, por lo tanto, busca acabar con el mal. Esto implica que ninguna de las partes puede coexistir con la otra, ni tolerarla: cada grupo anhela la extinción del otro. Además, el Gran Conflicto elimina toda forma de dualismo filosófico o religioso por el que tanto el mal como el bien son coeternos, coiguales y necesarios. La cosmovisión bíblica muestra que no necesitamos del mal para conocer y apreciar el bien.

En tercer lugar, el hecho de que el mal y el Gran Conflicto se originaran en el Cielo suscita en la mente de los entes morales racionales y libres la noción de que el conflicto es primordialmente de naturaleza espiritual y, por ende, debe tener una solución espiritual. Aunque el mal surgió sin ninguna contribución de Dios, su existencia no puede extinguirse sin Dios. Por su naturaleza, el mal daña fatalmente a los seres y al universo. De ahí que solamente Dios y su poder sobrenatural y creador pueden exterminar el mal por completo y eliminar sus catastróficas consecuencias.

Por esta razón, el Plan de Salvación de Dios no consiste simplemente en identificar o castigar a los originadores del mal. Estas medidas no son eficaces ni suficientes para exterminar el mal del universo. Dios resuelve el problema del pecado al asumir sus consecuencias sobre sí mismo, en Cristo. Mediante su poder creador, Dios se compromete activamente a destruir el mal y a restaurar el universo.

Temática de la lección:

La lección de esta semana destaca tres temas principales:

1. El mal y el Conflicto Cósmico se originaron en un Cielo perfecto. Luego, se extendieron a la Tierra, echando raíces en el corazón y la mente de los seres morales libres que fueron creados a imagen de Dios.

2. La consecuencia final del mal y del pecado es la rebelión contra Dios y su Reino.

3. El único camino hacia la salvación y el fin del Conflicto Cósmico pasa por la Cruz, y por la mediación de Cristo y su poder creador y restaurador.

COMENTARIO

La doctrina adventista del Gran Conflicto

Los adventistas tienen una interpretación única del origen del pecado y de su solución. A diferencia de otros cristianos, no tienen una creencia fundamental dedicada a la doctrina del pecado. No obstante, integran su interpretación del pecado dentro de la doctrina de "el Gran Conflicto". John M. Fowler señala correctamente que "ninguna doctrina sobre el pecado puede estar completa sin entender el tema del gran conflicto entre Cristo y Satanás, entre el bien y el mal. La soberanía y el carácter de Dios están en el centro [de este conflicto]" ("Pecado", Tratado de teología adventista, p. 274).

Aunque otros cristianos también creen en la caída de Lucifer y de Adán y Eva, y hasta cierto punto también creen en el conflicto cósmico entre Dios y Satanás, los adventistas han articulado estos conceptos en forma de una doctrina única, encapsulada en la Creencia Fundamental número 8:

Toda la humanidad está ahora envuelta en un gran conflicto entre Cristo y Satanás en cuanto al carácter de Dios, su Ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el Cielo cuando un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y condujo a la rebelión a una parte de los ángeles. Satanás introdujo el espíritu de rebelión en este mundo cuando indujo a Adán y a Eva a pecar. [...] Este mundo se convirtió en el campo de batalla del Conflicto Universal, a cuyo término el Dios de amor quedará finalmente vindicado (Creencia Fundamental N° 8, "El Gran Conflicto", en Creencias de los adventistas del séptimo día [ACES, 2018], p. 134).

La enseñanza bíblica de la caída de la humanidad en el pecado también está presente en la Creencia Fundamental número 7, titulada "La naturaleza de la humanidad":

Dios hizo al hombre y a la mujer a su imagen, con individualidad propia, y con la facultad y la libertad de pensar y obrar. Aunque los creó como seres libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo, mente y espíritu, que depende de Dios para la vida, el aliento y todo lo demás. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de él y cayeron de su elevada posición. La imagen de Dios en ellos se desfiguró y quedaron sujetos a la muerte. Sus descendientes participan de esta naturaleza caída y de sus consecuencias. Nacen con debilidades y tendencias hacia el mal. Pero Dios, en Cristo, reconcilió al mundo consigo mismo y, por medio de su Espíritu Santo, restaura en los mortales penitentes la imagen de su Hacedor. Creados para la gloria de Dios, se los llama a amarlo a él y a amarse mutuamente, y a cuidar del ambiente que los rodea (Creencia Fundamental N° 7, "La naturaleza humana", en Creencias de los adventistas, p. 108).

Dos aspectos adicionales de la doctrina adventista del Gran Conflicto merecen nuestra consideración: (1) el origen del tema del Gran Conflicto y (2) su historicidad.

En primer lugar, el tema del Gran Conflicto surge de las Escrituras y se encuentra en la base misma de la interpretación bíblica y el desarrollo doctrinal adventista. Al comentar acerca de la interpretación bíblica, Elena de White señala:

La Biblia es su propio intérprete. Debe compararse texto con texto. El estudiante debería aprender a considerar la Biblia como un todo y a ver la relación que existe entre sus partes. Debería adquirir el conocimiento de su gran tema central, del propósito original de Dios hacia el mundo, del comienzo del Gran Conflicto y de la obra de la Redención. Debería comprender la naturaleza de los principios que luchan por la supremacía, y aprender a rastrear su obra a través de las crónicas de la historia y la profecía, hasta la gran culminación. Debería verificar cómo interviene este conflicto en todos los aspectos de la vida humana; cómo en su mismo caso cada acto de su vida revela uno u otro de esos dos motivos antagónicos; y cómo, consciente o inconscientemente, ahora mismo está decidiendo en qué lado de la contienda se va a encontrar (La educación, p. 190, énfasis añadido).

Como resultado de este enfoque bíblico de la interpretación, el tema del Gran Conflicto está entretejido con todas las doctrinas bíblicas de la teología adventista, entre las cuales se destacan las siguientes:

1. La Creación como expresión del amor, la libertad y el poder de Dios.

2. El origen de la naturaleza humana, su condición actual y su destino final.

3. La caída de la humanidad de su rectitud original y de su comunión con Dios.

4. Las acciones salvíficas de Dios, manifestadas en la encarnación, el ministerio, la muerte, la resurrección, la ascensión y la intercesión de Cristo en el Santuario celestial, así como en su segunda venida.

5. El plan redentor de Dios de justificación, santificación y la promesa de glorificación futura para la raza humana.

6. El sostén del pueblo de Dios a lo largo de todos los períodos de la historia humana, culminando en el llamamiento de un remanente del tiempo del fin de entre las iglesias protestantes para proclamar su invitación final de misericordia a la humanidad.

7. El juicio de Dios previo al Advenimiento, el juicio durante el Milenio y el juicio ejecutivo, que culminan con el fin del mal y la restauración de todas las cosas.

En segundo lugar, el Gran Conflicto es de naturaleza histórica. Dado que el cristianismo medieval incorporó presupuestos y conceptos filosóficos griegos, como la naturaleza inmaterial y atemporal del Cielo, muchos cristianos interpretan las referencias bíblicas al Conflicto Cósmico y a la caída de la humanidad en el pecado como alegorías o mitos teológicos. Sin embargo, la interpretación histórico-gramatical adventista de la Biblia muestra que Dios se involucra personal y realmente en la historia de la caída de la humanidad en el pecado y en la historia de la Salvación. Dios, Lucifer, los ángeles (tanto rebeldes como justos), Adán y Eva, son todos personajes históricos reales. Jesús se refirió a Satanás como un ser literal, histórico, a quien conocía desde antes del comienzo de la historia de esta Tierra, y que fue el originador del mal y del pecado. En una ocasión, Jesús les explicó a los fariseos que ellos no eran ni hijos de Abraham (Juan 8:39, 40) ni hijos de Dios (Juan 8:41, 42), sino que eran de su padre "el diablo", que "ha sido homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de lo que él mismo es; porque es mentiroso y padre de mentira" (Juan 8:44).

Juan, en el Apocalipsis, también describe que tanto el diablo como el conflicto cósmico que este instigó son realidades históricas. Siguiendo el ejemplo de Jesús, Juan afirma que "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, que engaña a todo el mundo" (Apoc. 12:7-9), fue el originador de la guerra, el mal y el engaño, en el Cielo y en la Tierra. El contexto Inmediato de Apocalipsis 12:7 al 9 sugiere que el apóstol Juan consideraba tanto al diablo como al Conflicto Cósmico como una entidad y un acontecimiento históricos, respectivamente: tan históricos como Dios mismo (Apoc. 12:5, 6,10,17); tan históricos como el nacimiento y la ascensión de Jesús (Apoc. 12:5), la existencia de la Iglesia y las persecuciones contra ella (Apoc. 12:1, 6,11,13-15), y la Cruz de Jesús, por cuya sangre somos salvos (Apoc. 12:11). Aunque no sabemos cuándo tuvo lugar este conflicto cósmico en el Cielo, creemos que puede datarse "antes de la creación de Adán y de Eva" (Fowler, ibíd.) y que fue tan histórico como la caída de la humanidad en el pecado por Instigación del propio Satanás.

APLICACIÓN A LA VIDA

Analiza las siguientes preguntas en clase con tus alumnos:

¿Qué piensa la gente de tu cultura acerca de la evidente existencia del conflicto entre el bien y el mal en nuestro mundo? ¿Cómo entiende el origen del mal? ¿Cree que el mal acabará algún día? ¿Por qué? ¿Ha renunciado ya a toda esperanza de que acabe el mal? Sí es así, ¿por qué? Tal vez la gente piense que el mal llegó aquí para quedarse, o que incluso es necesario para mantener algún tipo de equilibrio en el universo y en la historia. SI es así, explica por qué piensan así. ¿Cómo puedes compartir con ellos la perspectiva bíblica acerca del mal?

1. ¿Cómo afectan las diversas teorías acerca del origen del conflicto entre el bien y el mal a nuestra comprensión de la moralidad y la responsabilidad humanas? Tomemos, por ejemplo, la teoría de la evolución. ¿Cómo afecta esta teoría nuestra comprensión del origen del mal y, en consecuencia, nuestra comprensión de la moral humana? ¿Qué otras teorías respecto del origen del mal se te ocurren, además de la Evolución, que prevalezcan en tu cultura?

2. Piensa en algunas formas en que puedes describir y explicar a la gente que te rodea las doctrinas adventistas del origen del mal, del Gran Conflicto y de la esperanza que aparecen en la Biblia. ¿Cómo puedes compartir estas verdades bíblicas con tus amigos, vecinos y colegas de otras confesiones, religiones, filosofías o cosmovisiones? ¿Qué elementos Incluirías en el esquema de tu descripción del Gran Conflicto?

 

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