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Lección 1: EL COMIENZO DEL EVANGELIO | El libro de Marcos | Libro complementario

 

Lección 1:

EL COMIENZO DEL EVANGELIO

INTRODUCCIÓN

Marcos es el más breve de los cuatro evangelios. A diferencia de Mateo, no contiene el Sermón del Monte. Tampoco la parábola del hijo pródigo, que aparece en Lucas. No incluye la resurrección de Lázaro, que sí se encuentra en Juan. Marcos no narra el nacimiento de Jesús y tiene pocas parábolas, además de ser el evangelio que menos palabras de Jesús registra. ¿Por qué, entonces, estudiar el Evangelio de Marcos?

Uno de los motivos es que muchos eruditos consideran que este evangelio fue el primero en ser escrito. Estudiar el que probablemente fuera el primer libro en documentar la vida, la muerte y la resurrección de Jesús ofrece una visión temprana de su ministerio. El relato de Marcos presenta a Jesús con trazos audaces mientras se desplaza rápidamente de un lugar a otro. Sus milagros son ataques contundentes contra el reino de Satanás: expulsa demonios y resucita muertos. Se enfrenta a los líderes religiosos, e incluso es incomprendido por su propia familia (Mar. 3). Se muestra a Jesús diciendo algunas cosas insólitas:

• "¿Quién ha tocado mi ropa?", cuando estaba en medio de una multitud (Mar 5:30).

• "La niña no ha muerto, está dormida" (vers. 39).

Tampoco da rodeos a la hora de reprender la incredulidad:

• "¿Por qué están así atemorizados? ¿Cómo aún no tienen fe?" (Mar. 4:40)

• "Si puedes creer, al que cree todo le es posible" (Mar. 9:23).

Este no es un evangelio con un Jesús manso y suave.

La primera vez que leí seriamente Marcos, me sorprendió ver que Jesús era diferente de lo que yo esperaba. Estaba cursando el segundo año del nivel secundario de enseñanza y, hasta entonces, imaginaba a Jesús como alguien manso y apacible. Pero Marcos me enfrentó a un Jesús audaz, franco y muy poderoso.

Algunos lectores perciben a los discípulos como un poco torpes en Marcos. Pero, en parte, esto se debe a que el evangelista nos da a conocer quién es Jesús desde el principio: "Principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios" (Mar. 1:1). Es decir, los lectores del evangelio corremos con ventaja en el sentido de que sabemos quién es Jesús mucho antes que los personajes de la historia. Pero los tropiezos de los discípulos de Jesús nos ayudan a escuchar las instrucciones que el Maestro les da, y si alguna vez nos hemos sentido débiles o en penumbras, no es tan difícil identificarnos con ellos.

El Evangelio de Marcos depara algunas sorpresas. ¿Por qué Jesús dice siempre a la gente que mantenga en secreto su condición de Mesías? ¿Cómo se explica que los demonios lo conozcan tan bien? Cuando dice que se va, ¿Adonde se dirige y en qué sentido debemos seguirle? El libro no ofrece muchos comentarios acerca de estos interrogantes. Parece que el autor pensó que nos beneficiaría más ver a Jesús en acción en lugar de contarnos lo que significaba todo aquello. Hay una sorpresa al final del libro, pero no te arruinaré la diversión de descubrirla por ti mismo.

Mi análisis académico de Marcos comenzó durante mis estudios de maestría y doctorado en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día de la Universidad Andrews. Recuerdo estar sentado en la clase del Evangelio de Marcos dictada por el Dr. Robert Johnston y oír hablar por primera vez de los relatos "sándwich" de Marcos. Nunca había oído hablar de esta técnica literaria. El Dr. Johnston observó cómo dos relatos entrelazados se interpretaban mutuamente. Intrigado, decidí convertir eso en el tema de mi tesis doctoral. Y, así, me convertí en un erudito acerca de Marcos.

He colaborado con la Sociedad de Literatura Bíblica acerca del Evangelio de Marcos durante más de veinte años; y el autor de la sección correspondiente a este hermoso evangelio en el nuevo Comentario bíblico internacional adventista del Séptimo día Espero que este libro complementario del folleto de la Sabática trimestral enriquezca tu estudio del evangelio de Marcos

CAPÍTUL01 -

EL COMIENZO DEL EVANGELIO

Cuando vamos a una librería en busca de un buen libro para leer, a menudo queremos algo de un autor concreto y que escribe bien. Por eso, puede sorprender un poco que los cuatro evangelios bíblicos nunca mencionan los nombres de sus autores como parte del texto. El evangelio que más se acerca a nombrar al autor es el de Juan, pero incluso allí el escritor es identificado simplemente como "el discípulo a quien Jesús amaba" (Juan 21:20).

Sin embargo, en todos los casos en que tenemos el comienzo de uno de estos libros en los manuscritos más antiguos, los títulos siempre incluyen un nombre propio: "El evangelio según Marcos" (o Mateo, Lucas o Juan), o simplemente "según Marcos".

¿Quién era Marcos?

Marcos era un nombre común en el Imperio Romano, por lo que no podemos estar seguros de que Marcos escribió el evangelio que lleva su nombre.1 Percá la tradición eclesiástica primitiva, que en parte se remonta al siglo II, vincula el libro con el Marcos que está relacionado con el apóstol Pedro (1 Ped. 5:13).2 El obispo cristiano Ireneo afirmó lo siguiente en el siglo II: "Después de su muerte (la de Pedro), Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, nos transmitió... por escrito lo que había sido anunciado por Pedro".3

En el siglo IV, el historiador Eusebio da más detalles sobre el ministerio de Marcos y cita a Papías, del siglo II, como una de sus fuentes:

En cambio, el resplandor de la religión brilló de tal manera sobre las inteligencias de los oyentes de Pedro, que no se quedaban satisfechos con oírlo una sola vez, ni con la enseñanza no escrita de la predicación divina, sino que con toda clase de exhortaciones importunaban a Marcos -de quien se dice que es el Evangelio y que era compañero de Pedro- para que les dejase también un memorial escrito de la doctrina que de viva voz se les había transmitido, y no le dejaron en paz hasta que el hombre lo tuvo acabado, y de esta manera se convirtieron en causa del texto del llamado Evangelio de Marcos. Y dicen que el apóstol, cuando por revelación del Espíritu supo lo que se había hecho, se alegró por la buena voluntad de aquellas gentes y aprobó el escrito para ser leído en las iglesias. Clemente cita el hecho en el libro VI de sus Hypotyposeis, y el obispo de Hierápolis llamado Papías lo apoya también con su testimonio. De Marcos hace mención Pedro en su primera carta; dicen que ésta la compuso en la misma Roma.3

No es descabellado suponer que la persona a la que se hace referencia como Juan Marcos en el libro de los Hechos es la persona que escribió el Evangelio de Marcos. Se lo menciona por primera vez en Hechos 12:12 como hijo de una mujer llamada María, quien era, evidentemente, una acaudalada sostenedora de la iglesia.

Este mismo joven se convirtió en compañero de viaje de Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero (Hech. 13:1-13). Pero después de su experiencia en Chipre con el falso profeta judío llamado Bar-Jesús (también llamado Elimas), Marcos decidió regresar a Jerusalén (vers. 13). Lucas no da ninguna razón para ello, pero parece que regresó por desánimo ante la dificultad del viaje misionero.4Si leyéramos entre líneas, podríamos suponer que un joven acostumbrado a un estilo de vida de clase alta no estaría a la altura de los rigores de un viaje misionero en el siglo I. Tal vez, era la primera vez que se alejaba de su hogar y aquello fue demasiado para él. En cualquier caso, fue un misionero fracasado.

Pero Bernabé, que significa "hijo de consolación" (Hech. 4:36), vio que había esperanza para el joven y quiso llevarlo consigo en el siguiente viaje misionero. Esto provocó una disputa con Pablo, quien no quería llevar de nuevo consigo a un misionero que había fracasado en un viaje anterior (Hech. 15:36-41). Los dos experimentados hombres se separaron por este desacuerdo, pero Dios utilizó el desafortunado incidente para crear dos equipos misioneros en lugar de uno. Pablo tomó a Silas y fue con él a Siria y Cilicia. Bernabé tomó consigo a Marcos y partieron hacia Chipre, el mismo lugar que Marcos había abandonado antes para regresar a su hogar. Bernabé hizo honor a su nombre. Marcos se rehabilitó hasta tal punto que el apóstol Pablo quiso que formara parte de su equipo, y escribió a Timoteo años más tarde: "Trae a Marcos contigo, porque me es útil para el ministerio" (2 Tim. 4:11; comparar con Col. 4:10; File. 23, 24).

Resulta sorprendente que un hombre que fracasó al principio de su experiencia acabara recuperando su equilibrio hasta el punto de ser útil y querido tanto: por el apóstol Pablo como por el apóstol Pedro. Puesto que es probable que sea el autor del Evangelio de Marcos, podríamos preguntarnos si en su relato acerca de Jesús aparecen signos reveladores de su experiencia de fracaso y rehabilitación. De hecho, parece que vemos tales signos.

En este evangelio, el apóstol Pedro tiene un primer vínculo y lazo con Jesús que lo lleva a confesar a su Maestro como el Mesías y a insistir en que será fiel hasta la muerte (Mar. 14:29). Por desgracia, fracasa estrepitosamente a pesar de su promesa (vers. 66-72). Pero, al final del evangelio, Pedro recibe un mensaje especial, del que no se informa en ningún otro evangelio, expresado por el "joven" (ángel) en la tumba vacía: "Vayan, y digan a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como les dijo" (Mar. 16:7; énfasis añadido).

Todo esto suena parecido a la experiencia del joven Juan Marcos, que mostró interés en ser misionero de Jesús solo para fracasar y volver a casa, pero que, luego, fue admitido y rehabilitado para el ministerio. Observa cómo se compara esto con la descripción que hace Elena de White de los escritores de la Biblia:

El Creador de todas las ideas puede impresionar a diferentes mentes con el mismo pensamiento, pero cada una puede expresarlo de una manera diferente, y sin embargo sin contradicción. El hecho de que existan esas diferencias no debiera dejarnos perplejos o confundidos. Es muy raro que dos personas vean y expresen la verdad de la misma manera. Cada una se ocupa de puntos particulares que su idiosincrasia y educación la capacitan para apreciar. La luz solar que cae sobre diferentes objetos, les da matices diferentes.6

Así, sugerimos que la experiencia personal de Juan Marcos le proporcionó una empatía especial para comprender el fracaso y la restauración de Pedro. Esto pudo haberlo llevado a entablar una relación especial con el anciano apóstol, quien se refirió al joven como "Marcos, mi hijo" (1 Ped. 5:13).

El comienzo del Evangelio de Marcos

El Evangelio de Marcos comienza con una frase incompleta, ya que carece de verbo (Mar. 1:1-3). Muchas traducciones de la Biblia hacen del versículo 1 una frase en sí misma a pesar de esa peculiaridad. En griego, aunque dicha frase carezca de verbo, puede prolongarse hasta el versículo 3. Se trata de un diálogo entre Dios Padre ("yo envío", vers. 2) y Dios Hijo ("delante de ti", "tu camino", vers. 2), expresado en el lenguaje de tres pasajes del Antiguo Testamento: Éxodo 23:20; Isaías 40:3; y Malaquías 3:1. Cada uno de estos versículos contribuye al mensaje y al diálogo entre Dios Padre y Dios Hijo, pero Marcos solo se refiere a Isaías: "El profeta Isaías había escrito" (Mar. 1:2).5 La razón de este énfasis en Isaías tiene que ver con un tema principal en el Evangelio de Marcos: el destino final de Jesús. Las palabras "el camino del Señor" en el versículo 3, que proceden de Isaías 40:3, ponen el foco en el movimiento (hacia dónde se dirige Jesús). En el libro de Isaías, este "camino del Señor" será un nuevo éxodo del pueblo de Dios.6 El ministerio de Jesús en Marcos abrirá ante sus discípulos esta nueva senda en la vida. Pero el camino los conducirá a un lugar que no esperan: la Cruz. Será el lugar donde la muerte de Jesús se convierta en "rescate por muchos" (Mar. 10:45). Sin embargo, los discípulos deben reconocer quién es él antes de que pueda revelarles la trágica realidad de su destino.

El bautismo de Jesús en Marcos 1:9 al 11 es el comienzo vital de su ministerio. En este acontecimiento, están presentes Dios Padre ("Tú eres mí Hijo amado", vers. 11); Jesús (Dios Hijo); y Dios Espíritu Santo, el cual desciende en forma de paloma.9

La presencia de los tres integrantes de la Deidad juntos en el mismo acontecimiento señala que este es crucial para comprender el ministerio de Jesús en el Evangelio de Marcos. El significado del ministerio de Jesús continúa desarrollándose durante su tentación en el desierto (vers. 12,13). El relato de Marcos acerca de la tentación es mucho más breve que los de Mateo y Lucas. Esos evangelios relatan las tres tentaciones y la respuesta de Jesús a ellas. Marcos solo registra los detalles más escuetos y omite el diálogo entre Jesús y el tentador.

Pero lo sorprendente es la forma en la que Jesús aparece como un personaje fuerte y débil a la vez en los acontecimientos iniciales del relato evangélico. Jesús es más poderoso que Juan el Bautista (vers. 7), ya que bautizará con el Espíritu Santo (vers. 8); es aquel sobre quien reposa el Espíritu; y es el Hijo amado (vers. 10, 11). Sin embargo, es conducido por el Espíritu al desierto, donde es tentado por el Diablo, es servido por ángeles y convive con las fieras (vers. 12,13).

¿Por qué este énfasis en el contraste entre la fortaleza y la aparente debilidad? Es la primera indicación de la meta a la que se dirige Jesús: no a un trono, sino a una Cruz; no para expulsar a los romanos, sino para convertirse en el "rescate por muchos" (Mar. 10:45); y no para gobernar, sino para servir (vers. 42-45).

Predicación en Galilea

La predicación de Jesús en Galilea revela el significado de su ministerio. Su mensaje es sencillo y directo: "El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse, y crean al evangelio!" (Mar. 1:15). El mensaje de Jesús aquí tiene tres partes: una referencia a una profecía temporal, el anuncio del Reino de Dios y un llamado al discipulado ("arrepiéntanse y crean").

La profecía temporal que nos ocupa es la profecía mesiánica de las setenta semanas de Daniel 9:24 al 27. En muchas traducciones de la Biblia, los versículos 25 y 26 hacen referencia a un "ungido". La palabra hebrea es mashiaj, que equivale en nuestro idioma al término Mesías. La razón por la que muchas Biblias no traducen esa palabra hebrea como "Mesías" es la creencia de los eruditos de que el texto se refiere al rey griego Antíoco Epífanes, del siglo II a.C., y no a Jesús en el siglo I d.C.

Sin embargo, una lectura historicista de Daniel conduce a la clara aplicación de este pasaje a Jesús y a su relación con su pueblo. Daniel 9 señala el comienzo de la profecía de las setenta semanas con la promulgación del decreto para "restaurar y reedificar Jerusalén" (vers. 25).

Hubo tres decretos para esta reconstrucción: el de Ciro en 537 a.C., el de Darío I en 520 a.C. y el de Artajerjes en 458/457 a.C. (Esd. 1:1-4; 6:1-12; 7:1 -26).7 Fue el tercero de estos decretos el que restauró el estado civil en Palestina.11 El cómputo a partir de la fecha de ese decreto señala el año 27 d.C. para el bautismo de Jesús.8Lucas 3:1, 2 indica que Juan el Bautista comenzó su ministerio en el decimoquinto año de Tiberio César y, aunque hay algunas complejidades en la determinación de esta fecha, se puede argumentar a favor de que dicho año se extendió entre el año 27 y el 28 d.C. En consecuencia, creemos que la profecía se cumplió exactamente con el bautismo de Jesús.

Existe un sorprendente paralelismo entre este cumplimiento de la profecía en Marcos 1 y el mensaje del primer ángel de Apocalipsis 14:7. El ángel dice: "¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas". El paralelismo con el mensaje evangélico de Jesús se ilustra en el cuadro siguiente.

Paralelismos entre Marcos 1 y Apocalipsis 14

Marcos 1

Categoría

Apocalipsis 14

Tiempo cumplido

(Daniel 9)

Tiempo profético

Hora del juicio (Daniel 7, 8)

"el Reino de Dios está cerca"

Promesa del pacto

El juicio comienza (comparar con Daniel 7:22, 27)

Arrepiéntanse y crean en el evangelio

Llamado al discipulado

Teman, den gloria, adoren a Dios

Así como la predicación de Jesús al comienzo de la proclamación del evangelio fue un cumplimiento de la profecía de las setenta semanas de Daniel 9, la predicación de los mensajes de los tres ángeles al final de los tiempos es un cumplimiento de la gran profecía de los 2.300 días de Daniel 8, que es paralela a la escena del Juicio de Daniel 7. Dios viene al rescate de su pueblo: primero, enviando a su Hijo a morir en la Cruz al inicio del mensaje del evangelio; y al final, con la predicación de los mensajes de los tres ángeles, que es un llamado final para que las personas adoren a su Creador y juez.


 

1  Ver R. T. France, The Gospel of Mark, New International Greek Testament Commentary (Grand Raplds: Eerdmans, 2002), pp. 36, 37.

2  Ver Eusebio, Historia eclesiástica 2.15.1-2; 3.39.15; 6.14.5-7; Ireneo, Contra las herejías 3.1.1.

3  Eusebio, Historia eclesiástica (2.15.1-2), fr, id Aif.minuVrl.r.i >> I M i;, ido (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 700K), | >| > hh, ;< »

4 s Elena de White, Los hechos de los apóstoles (Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), p. 137.

Eíena de White, Mensajes selectos (f Ioihí.i: A1....... iúii < ,r„i I diiora Sudamericana, 2015), t. 1, p. 25; énfasis .nudido

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5  Los manuscritos más antiguos y confiables dicen: "Como está escrito en Isaías el profeta". Escribas posteriores advirtieron que el texto hace referencia a Éxodo, Isaías y Malaquías, por lo que reemplazaron la forma más antigua del texto por "como está escrito en los profetas".

6  Ver Rikki E. Watts, Isaiab's new exodus in Mark (Grand Rapids: Baker, 2000), p. 89.

7  Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día (Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), t. 4, pp. 238, 239.

8  Ibid., t. 5, pp. 233-238. Setenta semanas proféticas de siete días cada una equivalen a 490 años. El Mesías haría su aparición pública como tal después de sesenta y nueve semanas proféticas o 483 años: 483 años - 457 a.C. = 26 d.C. No obstante, no existe un año 0 entre la era antes de Cristo y la cristiana. Por lo tanto, el número 1 debe ser añadido al pasar de la era a.C. a la d.C. En consecuencia, las sesenta y nueve semanas se extienden hasta el año 27 d.C.

 

 

 

 

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