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Lección 3: CONTROVERSIAS | El libro de Marcos | Sección maestros

Lección 3:

CONTROVERSIAS

RESEÑA

Texto clave: Marcos 2, 3.

Enfoque del estudio: Marcos 2:3-12; 3:6, 22-29.

Introducción:

El estudio de esta semana repasa los acontecimientos del ministerio de Jesús presentados en Marcos 2 y 3. La obra de Jesús se centra en la restauración de la vida de las personas mediante el evangelio. Sin embargo, el ministerio y el mensaje de Jesús no siempre fueron bien recibidos por ciertas personas que ejercían gran influencia en la sociedad de la época.

Temática de la lección:

En Marcos 2 y 3, el autor destaca el hecho de que algunos maestros religiosos malinterpretaron el mensaje de Jesús y desconfiaron de su contenido. Dentro de este contexto, examinaremos:

1. Los grupos hostiles a las enseñanzas de Jesús, incluidos los fariseos y los escribas.

2. Algunos temas de discordia entre Jesús y los líderes religiosos.

COMENTARIO

El ministerio de Jesús fuera de la sinagoga

La sinagoga fue el epicentro del ministerio de Jesús: “Otra vez Jesús entró en la sinagoga” (Mar. 3:1). Sin embargo, Jesús no se limitó a ese ámbito durante su ministerio. Esta flexibilidad es algo que lo distingue de los maestros de su tiempo.

Para comprender mejor el ministerio itinerante de Jesús, debemos fijarnos en la estructura de los primeros capítulos de Marcos. Después de haber examinado Marcos 1 la semana anterior, pasamos ahora a analizar el contenido y la estructura del capítulo 2. Marcos 2 y 3 parecen constituir una unidad literaria. La sección comienza diciendo que Jesús estaba en su casa (Mar. 2:1) y termina con la mención de algunos miembros de su familia (madre y hermanos; Mar. 3:31-35). Entre estos dos segmentos narrativos, Jesús viaja a zonas cercanas al mar de Galilea. Va a un lugar donde se cobraban impuestos (Mar. 2:14) y luego entra en la casa de Leví (Mar. 2:15). A continuación, se dirige a los sembrados (Mar. 2:23). Seguidamente, entra en la sinagoga (Mar. 3:1). Luego se retira con sus discípulos al mar (Mar. 3:7), y más tarde entra en otra casa (Mar. 3:19).

En resumen, este segmento del relato de Marcos pone de relieve que Jesús atendía las necesidades de las personas en sus casas, en la sinagoga, e incluso en zonas rurales. Su ministerio era tanto urbano como rural.

Grupos polémicos y hostiles

Otro punto preliminar para considerar en Marcos 2 y 3 es la hostilidad de algunos líderes político-religiosos contra Jesús y su ministerio. Entre los grupos mencionados en esta sección están los escribas (Mar. 2:6, 16; 3:22), los fariseos (Mar. 2:24; 3:6) y los herodianos (Mar. 3:6), tres segmentos importantes de la sociedad israelita durante el ministerio de Jesús. Los saduceos son otro grupo (Mar. 12:18), pero no aparecen en esta sección de nuestro estudio.

El desafío al que Jesús se enfrenta ahora no son las fuerzas de las tinieblas. Los demonios no tienen un papel activo ni un poder real contra él en esta sección del relato más allá de lo que se menciona en Marcos 3:11, donde, según afirma el autor, los demonios se postraron ante Jesús. El conflicto al que hace frente aquí tiene que ver con algo más concreto: los maestros o dirigentes espirituales de la nación. Los eruditos coinciden en que los fariseos y los escribas ocupaban posiciones de liderazgo en la sociedad judía aproximadamente desde el año 200 a.C. hasta el año 100 d.C. Quienes integraban estos dos grupos eran los líderes letrados y eruditos de la nación que habitaban en diversas regiones del país. En cierto sentido, los escribas y los fariseos representaban el sector erudito de su época.

Michelle Lee-Barnewall señala: “Los fariseos pudieron haber surgido de los hasideos, vinculados a los escribas, quienes enfatizaban el estudio de la Ley y la obediencia a los Mandamientos” (“Pharisees, sadducees, and essenes”, en The world of the New Testament: cultural, social, and historical contexts, ed. por Joel B. Green y Lee Martin McDonald [Grand Rapids: Baker Academic, 2013], p. 218).

Flavio Josefo (historiador judío del siglo I) describe la influencia de estos grupos eruditos y la presión que ejercían sobre la sociedad en relación con las tradiciones en torno a la Torá. “Los fariseos han transmitido al pueblo muchas observancias recibidas de sus antecesores y que no están escritas en la ley de Moisés. Por eso los saduceos las rechazan y dicen que debemos considerar obligatorias solo las observancias que están en la palabra escrita, pero que no debemos observar las que se derivan de la tradición de nuestros antepasados” (The works of Josephus [Peabody: Hendrickson, 1987], p. 355). La Mishná también revela ciertas tensiones que existían en relación con la enseñanza de los escribas. Por ejemplo, el “Tratado Sanedrín” da a entender que los maestros ponían más énfasis en las tradiciones que en la Torá. “Se aplica más rigor a las palabras de los sabios [rabinos] que a las palabras de la propia Escritura” (Sanedrín 11:3). Los escribas también son descritos como “intérpretes” (comparar con Mat. 22:35); es decir, “expertos en la ley mosaica”.

La pregunta es: ¿Por qué los fariseos y los escribas están en permanente conflicto con Jesús, o por qué él los confronta? Anthony J. Saldarini subraya que “el conocimiento de la Ley y las tradiciones judías por parte de los fariseos, y aceptado por el pueblo, era la base de su posición social” (Pharisees, scribes and sadducees in palestinian society [Grand Rapids: Eerdmans, 2001], p. 33).

Mateo 23 ofrece una explicación clara de por qué Jesús condenó a los líderes religiosos de su tiempo: “En la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los fariseos. Así, lo que les digan que guarden, guárdenlo y háganlo; pero no hagan conforme a sus obras, porque dicen y no hacen” (Mat. 23:2, 3). A diferencia de la hipocresía de ellos, Jesús practica los principios que enseña. Por eso es un maestro con gran autoridad, no como los escribas. A diferencia de él, los fariseos y los escribas son hipócritas, pues no practican lo que profesan o enseñan. Como aprendimos de nuestro estudio en el primer capítulo, Marcos destaca a Jesús no solo como alguien que enseña y predica el evangelio de Dios, sino también como aquel que lo personifica; es decir, lo encarna. En su vida, Jesús trata de aliviar el peso de la enfermedad y el pecado que agobia a la gente y de liberarla del peso abrumador de las tradiciones.

Temas controvertidos

Otros incidentes del Evangelio de Marcos revelan también nuevas tensiones entre Jesús y los líderes religiosos. El primer incidente se refiere al paralítico que fue bajado del techo hasta la presencia de Jesús por cuatro hombres (Mar. 2:3-12). Marcos 2:5 dice: “Al ver la fe de ellos, Jesús dijo al paralítico: ‘Hijo, tus pecados te son perdonados’ ”. De acuerdo con el concepto práctico y dinámico del evangelio que presenta Marcos, la fe es acción. Jesús reconoció y honró la fe de los cuatro amigos del paralítico, quienes, al actuar de acuerdo con esa fe, llevaron a su amigo ante el único que podía ayudarlo.

La principal controversia en este relato es acerca de la autoridad de Jesús para perdonar pecados. Lo que perturbaba a los escribas no era solo el hecho de que Jesús perdonara los pecados, sino también que lo hiciera en su propio nombre, invocando su poder y autoridad. Por lo tanto, esta acción fue descrita por los escribas como una presunción blasfema. “En un contexto en el que solo Dios era visto como capaz de perdonar pecados (Mar. 2:7; cf. Luc. 7:49), Jesús lo hace. […] Se lo acusa de blasfemia no porque afirme directamente ser Dios o pronuncie su sagrado nombre, sino porque actúa como Dios” (Robert H. Stein, “Mark”, Baker exegetical commentary on the New Testament [Grand Rapids: Baker Academic, 2008], p. 119).

Jesús señala claramente que él, como Hijo del Hombre y Dios en la Tierra, tiene autoridad para perdonar pecados (Mar. 2:10). El autor del Evangelio subraya un detalle importante: la gente, a diferencia de los escribas, reconoció que la restauración del paralítico, incluido el perdón de sus pecados, era un acto divino. “Todos se asombraron y glorificaron a Dios diciendo: ‘¡Nunca hemos visto cosa semejante!’ ” (Mar. 2:12).

En el capítulo siguiente, los escribas presentan un nuevo argumento contra Jesús y su autoridad o poder para liberar y restaurar a los endemoniados. Los líderes religiosos sostenían que Jesús “tenía a Belzebú” y que “por el príncipe de los demonios echaba los demonios” (Mar. 3:22).

Por desgracia, los escribas no reconocen que la obra de Jesús es de origen divino; en cambio, atribuyen sus obras al poder de los demonios. Ante esta acusación maliciosa y errónea, Jesús defiende sus acciones como obra del Espíritu Santo. Además, Jesús acusa a los escribas de blasfemia contra el Espíritu Santo. Su concepción errónea de la obra de Jesús los ha hecho culpables “de un pecado eterno” (Mar. 3:29); “es decir, uno con consecuencias infinitas. […] El pecado imperdonable es la obstinada negativa a reconocer que Dios obra en el hombre Jesús”. Lamentablemente, según el autor James A. Brooks, su obstinada negativa “no es un acto aislado, sino una acción y actitud habituales. El tiempo verbal imperfecto en griego [elegon, Mar. 3:30] podría traducirse: ‘Ellos seguían diciendo’ ” (“Mark”, The new American commentary [Nashville: Broadman & Holman, 1991], t. 23, p. 76).

APLICACIÓN A LA VIDA

Además de padecer la incomprensión como Hijo de Dios por parte de los fariseos y los escribas, Jesús tampoco fue comprendido por los miembros de su propia familia; a saber, sus hermanos. Elena de White escribe en El Deseado de todas las gentes lo siguiente acerca de los hermanos de Jesús: “Sus hermanos deseaban que él cediese a sus ideas, cuando una actitud tal habría estado en completa contradicción con su misión divina. […] Pensaban que si dijera solamente cosas aceptables para los escribas los y fariseos evitaría las controversias desagradables que sus palabras despertaban. Pensaban que estaba loco al pretender que tenía autoridad divina, y al presentarse ante los rabinos como reprensor de sus pecados” (p. 292). En la siguiente página, la autora continúa diciendo: “Estas cosas hacían muy espinosa la senda de Jesús. Tanto se condolía Cristo de la incomprensión que había en su propio hogar que le era un alivio ir adonde esta no reinaba” (ibíd., p. 293). En la página siguiente, Elena de White nos exhorta: “Los que están llamados a sufrir por causa de Cristo, que tienen que soportar incomprensión y desconfianza aun en su propia casa, pueden hallar consuelo en el pensamiento de que Jesús soportó lo mismo. Se compadece de ellos. Los invita a hallar compañerismo en él, y alivio donde él lo halló: en la comunión con el Padre” (ibíd.).

Formula las siguientes preguntas a los miembros de tu clase:

¿Has enfrentado algún conflicto en tus círculos sociales o entre miembros de tu familia como consecuencia de tus creencias? En caso afirmativo, ¿de qué manera te reconforta saber que Jesús soportó lo mismo?

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