Jueves 24 de enero: La importancia de Pentecostés
Empero yo
os digo La verdad: Os es necesario
que yo vaya: porque si yo
no fuese, el Consolador
no vendría a vosotros; más si yo fuere, os le
enviare. Juan 16:7.
Cristo declaró que después de su
ascensión el enviaría a su iglesia,
como su don
máximo, al Consolador, quien ocuparía su lugar.
Este Consolador es el Espíritu Santo -el
alma de su
vida, La eficacia de
su iglesia, la luz y La
vida del mundo ...
En el don del Espíritu,
Jesús le dio at hombre
el mayor bien que el cielo
podía derramar... Es el Espíritu el que
hace efectivo lo que ha sido hecho
por el Redentor del mundo. El
coraz6n es hecho puro mediante el
Espíritu. Mediante el Espíritu el
creyente llega a ser participante de La
naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como
un poder divino, para vencer toda tendencia at mal, heredada o cultivada, y
para imprimir su propio carácter sobre La iglesia
... Es el privilegio de cada hijo e
hija de Dios tener en ellos La morada del Espíritu
(Nuestra elevada
vocaci6n,
p. 152).
El Espíritu Santo debía descender sobre
los que amaban a Cristo
en este mundo. De ese
modo se los
capacitaría, por medio de La glorificación
de Aquel que era
su cabeza, para recibir todo don
necesario para el cumplimiento de su
misi6n. El Dador
de La vida poseía no solo
las llaves de La muerte, sino un
cielo lleno de ricas
bendiciones. Todo el poder
del cielo y de La tierra
estaba a su disposici6n, y al tomar su Yugar
en las cortes celestiales podía
prodigar esas bendiciones a
todos los que lo recibieran. Cristo dijo
a sus discípulos: "Os
conviene que yo me vaya; porque
si no me fuese,
el Consolador no vendría a vosotros; más si
me fuere, os lo
enviare". Juan 16:7. Este era el mayor de
los dones. El Espíritu Santo descendi6
como el tesoro más precioso que el
hombre podía aceptar. La iglesia
recibi6 el bautismo del poder del Espíritu.
Los discípulos fueron preparados para salir
y proclamar a Cristo (Cada día con
Dios, p. 339).
Jesús conoce las
necesidades de sus
hijos y le gusta
escuchar sus oraciones. Que sus hijos se
aparten del mundo y de
todo lo que pudiera apartar los
pensamientos de Dios, y
que sientan que están solos con el
Señor, que su
ojo contempla lo más profundo del coraz6n,
y lee los deseos del
alma, y que pueden hablar con
Dios. Con fe humilde, podéis pedir
el cumplimiento de sus promesas, y sentir que,
aunque no tenéis
nada en vosotros mismos que pudiera
serviros para suplicar el favor
de Dios debido a
los méritos y La justicia
de Cristo podéis acercaros confiadamente al trono
de La gracia, para hallar
socorro en el momento oportuno. Nada puede fortalecer
tanto al alma para
resistir las tentaciones de
Satanás en el gran conflicto de La vida,
como buscar a Dios en humildad,
y presentar delante de él vuestra alma en toda
su indigencia,
a la espera
de que él será vuestro
Ayudador y Defensor (Hijos
e hijas de Dios, p.
123).
Viernes 25 de enero: Para
estudiar y meditar
El Deseado de todas las
gentes, "A mi Padre
y a vuestro Padre",
pp. 769-774.
Los hechos
de los ap6stoles, "El don
del Espíritu", pp. 39-45.
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