Miércoles 23 de enero: Digno es el Cordero
La voz dijo: "Jesús,
que está sentado sobre el trono, amo
tanto al hombre que dio su vida como sacrificio para redimirlo del poder de Satanás,
y para exaltarlo a su trono. El que esta
sobre todo poder, el que tiene La mayor influencia
en el cielo y en La tierra, Aquel a quien toda alma está
en deuda por todos los favores que ha recibido, era
manso y humilde de corazón, santo, inocente y puro en vida
...
Ahora los santos no
tienen
nada que temer-
Fuertes y terribles han llegado a ser los señores de La
iniquidad en el mundo bajo el dominio de Satanás, pero
fuerte es el Señor Dios que juzga a Babilonia. Los justos ya
no tienen nada que temer a causa de La fuerza o el fraude mientras sigan siendo
fieles y leales. Alguien más poderoso que el hombre fuerte y armado actuara
como su defensa. Todo poder y grandeza
y excelencia de carácter serán dados a los que han creído y actuado con firmeza
en defensa de las leyes de Dios (Mensajes
selectos,
t. 3, pp. 490, 491).
No necesitamos esperar hasta que seamos trasladados
para seguir a Cristo. El pueblo de Dios puede
hacer eso aquí abajo. Seguían al Cordero en
las cortes celestiales solo si lo
siguen aquí...
No debemos seguir
a Cristo a intervalos o caprichosamente, solamente cuando ello
sea para nuestra conveniencia.
Debemos optar por seguirlo. En La
vida diaria, debemos seguir su
ejemplo, como el rebaño sigue
confiadamente a su pastor.
Debemos seguirlo con sufrimiento por
su causa, diciendo a cada paso:
"Aunque el me matare, en
el esperare". Job 13:15. La regia de su
vida debe ser nuestra experiencia. Y cuando tratemos de ser
como él y mantengamos
nuestros deseos en conformidad con su voluntad, lo daremos a
conocer (En los lugares celestiales, p.
300).
Es una ley de La naturaleza que
nuestros pensamientos y sentimientos
resultan alentados y fortalecidos al
darles expresi6n. Aunque las palabras
expresan los pensamientos, estos a
su vez siguen a las
palabras. Si
diéramos más expresi6n a nuestra
fe, si nos alegrásemos
mas de las bendiciones que sabemos que tenemos: la gran
misericordia y el gran amor de
Dios, tendríamos más fe y gozo. Ninguna lengua
puede
expresar, ninguna
mente finita puede concebir La bendici6n resultante de La debida apreciaci6n
de La bondad y el amor
de Dios. Aun en La tierra
puede ser nuestro gozo como una fuente inagotable, alimentada por las
corrientes que manan del trono de Dios.
Enseñemos, pues, a nuestros
corazones y a nuestros labios a
alabar a Dios por su incomparable
amor. Enseñemos a nuestras almas a
tener esperanza, y a
vivir en La luz que irradia de La cruz del Calvario. Nunca debemos
olvidar que
somos hijos del Rey celestial,
del Señor de los
ejércitos. Es nuestro
privilegio confiar reposadamente en
Dios (El ministerio
de curaci6n,
p. 195).
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