Lunes 18 de marzo: La ramera y la bestia escarlata
La mujer Babilonia de Apocalipsis 17 está descrita como “vestida
de púrpura y escarlata, y adornada de oro y piedras preciosas y perlas,
teniendo en su mano un cáliz de oro, lleno de abominaciones, es decir,
las inmundicias de sus fornicaciones; y en su frente tenía un nombre
escrito: Misterio: Babilonia la grande, madre de las rameras”. El profeta dice: “Vi a aquella mujer embriagada de la sangre de los santos, y
de la sangre de los mártires de Jesús”. Se declara además que Babilonia
“es aquella gran ciudad, la cual tiene el imperio sobre los reyes de la
tierra”. Apocalipsis 17:4-6, 18 (VM). La potencia que por tantos siglos
dominó con despotismo sobre los monarcas de la cristiandad, es Roma.
La púrpura y la escarlata, el oro y las piedras preciosas y las perlas
describen como a lo vivo la magnificencia y la pompa más que reales
de que hacía gala la arrogante sede romana. Y de ninguna otra potencia
se podría decir con más propiedad que estaba “embriagada de la sangre
de los santos” que de aquella iglesia que ha perseguido tan cruelmente
a los discípulos de Cristo. Se acusa además a Babilonia de haber tenido
relaciones ilícitas con “los reyes de la tierra”. Por su alejamiento del
Señor y su alianza con los paganos la iglesia judía se transformó en
ramera; Roma se corrompió de igual manera al buscar el apoyo de los
poderes mundanos, y por consiguiente recibe la misma condenación (El conflicto de los siglos, p. 379).
Satanás obrará con potencia y “con todo engaño de iniquidad”. 2
Tesalonicenses 2:9, 10. Su obra queda claramente revelada por el aumento acelerado de las tinieblas, los múltiples errores, herejías y engaños de estos postreros días. No solo está Satanás llevando cautivo al
mundo, sino que sus seducciones están leudando a las iglesias que profesan ser de nuestro Señor Jesucristo. La gran apostasía se desarrollará
en tinieblas tan densas como las de medianoche. Para el pueblo de Dios, será una noche de prueba, de llanto y de persecución por causa
de la verdad. Pero de esa noche de tinieblas resplandecerá la luz de
Dios (Maranata, p. 163).
¿Qué puedo decir para despertar a nuestras iglesias?... “El Señor
viene”, debe ser el testimonio dado, no solo por los labios, sino por la
vida y el carácter; pero muchos de los individuos a quienes Dios ha
dado luz y conocimiento, talentos de influencia y recursos, son hombres que no aman la verdad ni la practican. Han bebido tan ávidamente
de la copa intoxicante del egoísmo y la mundanalidad que se han embriagado con los cuidados de esta vida.
Hermanos, si continuáis siendo tan ociosos y mundanos y tan egoístas como antes, Dios os pasará seguramente por alto, y tomará a los que
tienen menos cuidado de sí mismos, son menos ambiciosos de honores
mundanales, y no vacilarán como no vaciló su Maestro, en cuanto a
salir del campamento cargados de oprobio. La obra será dada a quienes
la acepten, la aprecien y entretejan sus principios con su experiencia
diaria. Dios... suscitará hombres que no tengan tanta sabiduría mundanal, pero que estén relacionados con él, que busquen fuerza y consejo
de lo alto (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 436).
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