Miércoles 20 de marzo: Las siete cabezas de la bestia
El que desee conocer la verdad debe estar dispuesto a aceptar todo
lo que ella revele. No puede transigir con el error. El vacilar y ser tibio
en obedecer la verdad, es elegir las tinieblas del error y el engaño satánico.
Los métodos mundanales y los invariables principios de la justicia,
no se fusionan imperceptiblemente como los colores del arco iris. Entre
los dos, el Dios eterno ha trazado una separación amplia y clara. La
semejanza de Cristo se destaca tanto de la de Satanás como el mediodía
contrasta con la medianoche. Y únicamente aquellos que vivan la vida
de Cristo son sus colaboradores. Si se conserva un pecado en el alma,
o se retiene una mala práctica en la vida, todo el ser queda contaminado. El hombre viene a ser un instrumento de iniquidad (El Deseado de
todas las gentes, p. 279).
La Iglesia Católica le pone actualmente al mundo una cara apacible,
y presenta disculpas por sus horribles crueldades. Se ha puesto vestiduras como las de Cristo; pero en realidad no ha cambiado. Todos los principios formulados por el papismo en edades pasadas subsisten en
nuestros días. Las doctrinas inventadas en los siglos más tenebrosos
siguen profesándose aún. Nadie se engañe. El papado que los protestantes están ahora tan dispuestos a honrar, es el mismo que gobernaba
al mundo en tiempos de la Reforma, cuando se levantaron hombres de
Dios con peligro de sus vidas para denunciar la iniquidad de él. El romanismo sostiene las mismas orgullosas pretensiones con que supo dominar sobre reyes y príncipes y arrogarse las prerrogativas de Dios. Su
espíritu no es hoy menos cruel ni despótico que cuando destruía la libertad humana y mataba a los santos del Altísimo (El conflicto de los
siglos, p. 558).
A medida que nos aproximamos al tiempo cuando los principados,
las potestades y las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales se confabularán para luchar contra la verdad, cuando el poder
engañador de Satanás será tan grande que engañará a los mismos escogidos, si tal cosa fuese posible, debemos permitir que el esclarecimiento divino agudice nuestro discernimiento, para que reconozcamos
al Espíritu que es de Dios, y para que no ignoremos los artificios de
Satanás. El esfuerzo humano debe unirse con el poder divino para que
estemos en condiciones de cumplir la obra final para este tiempo (Mensajes selectos, t. 2, p. 16).
El fin está cercano. Los hijos de la luz deben trabajar con celo fervoroso y perseverante para hacer que otros se preparen para el gran acontecimiento que se cierne sobre nosotros, a fin de que puedan resistir al
enemigo por haber permitido que el Espíritu Santo trabajara en sus corazones. Continuamente surgirán cosas nuevas y extrañas para inducir al
pueblo de Dios a una agitación espuria, a reavivamientos religiosos falsos y acontecimientos extraños. Que sigan avanzando, con sus ojos fijos
solamente en la Luz y la Vida del mundo. Sabed que todo lo que es llamado luz y verdad en la Palabra de Dios es luz y verdad que emanan de
la sabiduría divina, y no es una imitación de las artes sutiles de Satanás.
La luz de la sabiduría de Dios será una lámpara para los pies de toda
alma fiel, firme y contrita (Mensajes selectos, t. 2, p. 17).
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