Jueves 28 de marzo: La Nueva Jerusalén
La venida del Esposo, presentada aquí, se verifica antes de la boda.
La boda representa el acto de ser investido Cristo de la dignidad de
Rey. La ciudad santa, la nueva Jerusalén, que es la capital del reino y
lo representa, se llama “la novia, la esposa del Cordero”. El ángel dijo
a San Juan: “Ven acá; te mostraré la novia, la esposa del cordero”. “Me
llevó en el Espíritu”, agrega el profeta, “y me mostró la santa ciudad
de Jerusalén, descendiendo del cielo, desde Dios”. Apocalipsis 21:9,
10 (VM) (El conflicto de los siglos, p. 422).
En la ciudad de Dios ya no habrá noche. Nadie necesitará descansar
ni deseará hacerlo. Nadie se cansará de hacer la voluntad de Dios ni de
ofrecer alabanzas a su nombre. Siempre sentiremos la frescura de la
mañana, y siempre estaremos lejos de su terminación. “Y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los
iluminará”. Apocalipsis 22:5. La luz del sol será sobrepujada por un
resplandor que no causará daño, pero que sobrepasará inconmensurablemente al fulgor de nuestro sol al mediodía. La gloria de Dios y del
Cordero inundará la Santa Ciudad con luz inextinguida. Los redimidos
caminarán a la luz de un día perpetuo en el cual no habrá sol.
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero”. Apocalipsis 21:22. El pueblo de Dios
tendrá el privilegio de mantener estrecha comunión con el Padre y el
Hijo. “Ahora vemos por espejo, oscuramente”. 1 Corintios 13:12. Contemplamos la imagen de Dios reflejada, como en un espejo, en las obras
de la naturaleza y en su trato con los hombres; pero entonces lo veremos cara a cara, sin un velo oscurecedor de por medio. Estaremos ante
su presencia y contemplaremos la gloria de su rostro (La historia de la
redención, pp. 451, 452).
Allí las vastas llanuras alternan con bellísimas colinas y las montañas de Dios elevan sus majestuosos picos. En aquellas pacíficas llanuras, al borde de aquellas correnties vivas es donde el pueblo de Dios
que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar.
“Mi pueblo habitará en mansión de paz, en moradas seguras, en descansaderos tranquilos”.
En la tierra renovada los redimidos se dedicarán a las ocupaciones
que brindaban felicidad a Adán y Eva en el principio. Se vivirá la vida
del Edén, en los huertos y el campo. “Edificarán casas, y morarán en
ellas; y plantarán viñas, y comerá en fruto de ellas...”
Para los trabajados y cargados, para los que lucharon la batalla de
la fe será un incomparable descanso; porque poseerán el vigor y la juventud de la inmortalidad, y no tendrán que contender nunca más con
el pecado y Satanás (Mi vida hoy, p. 369).
Viernes 29 de marzo: Para estudiar y meditar
El conflicto de los siglos, “La desolación de la tierra”, pp. 635-642.
El conflicto de los siglos, “El fin del conflicto”, pp. 643-657.
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