Lunes 25 de marzo: Termina el Armagedón
Necesitamos estudiar el derramamiento de la séptima copa. Apocalipsis 16:17-21. Los poderes del mal no abandonarán el conflicto sin
luchar; pero la Providencia tiene una parte que desempeñar en la batalla
del Armagedón. Cuando la tierra esté alumbrada con la gloria del ángel
de Apocalipsis 18, los elementos religiosos, buenos y malos, despertarán del sueño y los ejércitos del Dios viviente irán a la batalla (Eventos
de los últimos días, p. 255).
Cuando Cristo vino a esta tierra la primera vez, lo hizo humilde y
oscuramente, y su vida fue de sufrimiento y pobreza... En ocasión de
su segunda venida todo será diferente. Los hombres no lo verán como
un prisionero rodeado por el populacho, sino como al Rey del cielo.
Cristo vendrá en su propia gloria, en la gloria del Padre, y en la
gloria de los santos ángeles. Millones de millones y millares de millares
de ángeles, los hermosos y triunfantes hijos de Dios, que poseen una
inconmensurable hermosura y gloria, lo escoltarán en su camino. En
lugar de la corona de espinas, él llevará una corona de gloria —una
corona dentro de una corona. En lugar de ese antiguo manto de púrpura,
estará vestido con un ropaje del blanco más puro... Y en su vestido y
en su muslo habrá escrito un nombre: “Rey de reyes y Señor de señores”. Apocalipsis 19:16 (La maravillosa gracia de Dios, p. 358).
Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño
como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al
Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo
de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne
la contemplan mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador... victorioso en el cielo
y en la tierra, viene a juzgar a vivos y muertos. “Fiel y veraz”, “en
justicia juzga y hace guerra”. “Y los ejércitos que están en el cielo le
seguían”. Apocalipsis 19:11,14 (VM). Con cantos celestiales los santos
ángeles, en inmensa e Innumerable muchedumbre, le acompañan en el
descenso... “Su gloria cubre los cielos, y la tierra se llena de su alabanza. También su resplandor es como el fuego”. Habacuc 3:3,4 (VM) (El
conflicto de los siglos, p. 624).
Deberíamos considerar el gran sacrificio que se realizó por nosotros
para conseguimos el manto de la justicia, tejido en el telar del cielo.
Nos ha invitado a la fiesta de boda, y ha provisto un traje para cada
uno. El ropaje de la justicia ha sido comprado a un costo infinito; y
cuán atrevido es el insulto que asciende al cielo cuando alguien se presenta a sí mismo como candidato a la fiesta de boda llevando su traje
de justicia propia. ¡Cómo deshonra a Dios, mostrando abiertamente su
desprecio por el sacrificio realizado en el Calvario! (A fin de conocerle, p. 266).
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