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Secretos del Apocalipsis: Las Copas Mundiales

LAS COPAS MUNDIALES

NOTICIAS DEL ESTE

Al comenzar con el capítulo 15, el Apocalipsis asume un tono nuevo. En la primera parte (Apoc. 1-11 ), la profecía cubría ventos históricos (desde el tiempo de Yeshua el Mesías hasta eljuicio). Luego, en la segunda parte (Apoc. 12-14), la visión se centraba en el tiempo del fin (el tiempo deljuicio), los últimos días de la historia antes del regreso de Dios.

Ahora, en la tercera parte (Apoc. 15-22), la visión profética ve más allá del fin del tiempo terrenal de los caídos (desde el juicio hasta la nuevajerusalén). Por primera vez, Dios impulsará la historia en forma directa y excepcional. La experiencia es absolutamente nueva para Babilonia, al igual que parajerusalén.

La ira de Dios alcanza proporciones inimaginables. La destrucción nunca ha sido tan completa y drástica. El Apocalipsis habla de un terremoto como "no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra" (Apoc. 16: 18). Y el poder creador de Dios nunca ha sido tan intenso, ni la transformación tan profunda. "Yo hago nuevas todas las cosas", promete el Dios del Apocalipsis (Apoc. 21:5).

Este gran avance divino en la historia humana saldrá del oriente (Apoc. 16: 12), en muchos aspectos similar al dañino viento del Medio Oriente, el khamsin, que devora todo (Eze. 1 7: 1 0), o el amanecer que ilumina el nuevo día.

LAS COPAS MUNDIALES (APOCALIPSIS 15-18)

Fin del Kippur

Pero, antes de que algo de esto ocurra, el autor nos hace retroceder al contexto litúrgico del Templo celestial. La visión profética se extiende más allá de las siete copas de la victoria final de Dios. Primero ve un mar tranquilo como el cristal (Apoc. 15:2), una imagen ya encontrada en el contexto del Templo y que representa las aguas primarias en el proceso de la creación. 1 La siguiente escena nos transporta hasta la inmensa multitud de los redimidos (Apoc. 15:2-4). El profeta los ve, como los antiguos israelitas del Éxodo, de pie junto a las aguas, cantando el cántico de Moisés (Éxo. 15) y celebrando la victoria de Dios sobre los enemigos de Israel.

Después de esta visión de victoria, el profeta retrocede con la mirada hasta los siete ángeles, antes de que comiencen su tarea de devastación. El profeta ve que emergen del Templo vestidos con el atuendo sacerdotal tradicionalmente usado durante el Día de la Expiación: la túnica de lino fino (Apoc. 15:6; comparar con Lev. 16:4). La escena nos recuerda el ritual que marca el fin de la ceremonia del Kippur: "Ningúri hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda
la congregación de Israel" (Lev. 16: 17).

Y, de hecho, el Templo "se llenó de humo por la gloria de Dios" (Apoc. 15:8). Nadie puede penetrar su ámbito hasta que el servicio de Expiación se complete. El mismo fenómeno ocurrió cuando el edificio del Tabernáculo se había terminado, en Éxodo. La nube de la presencia de Dios llenó el Santuario, y nadie podía entrar (Éxo. 40:35). Este pasaje de Éxodo se hace eco del lenguaje del relato de la Creación. La misma expresión, "acabó [ ... ] la obra", que terminaba con el relato de la Creación (Gén. 2:2), aparece en Éxodo 40:33.

El fin de la construcción del Santuario es paralelo al fin de la creación del mundo. Dios honra ambos momentos con su presencia. El evento apocalíptico luego apunta a la conclusión del proceso de limpieza que caracteriza al Kippur. De hecho, hemos llegado al fin del Juicio. La sentencia está sellada, una verdad contenida en la liturgia del Kippur. La oración de cierre del Kippur, recitada a la puesta del sol, la ne)ilah (que significa "cierre"), el Talmud deJerusalén la asocia con el cierre del Templo celestial. En la tradición judía, puesto que el Kippur es el cumplimiento de un período probatorio de diez días, es durante la ne)ilah que "nuestras concepciones, nuestros destinos y nuestros juicios son sellados". 2 Es interesante recalcar que la palabra hotmenu (séllanos), tomada de ne)ilah, posteriormente se transformó en el tradicional saludo del Kippur, hatimah tovah: "¡Que estés bien sellado!"

El Apocalipsis también hace alusión a esta tradición del momento cuando el destino de cada persona es sellado. Dios ya no puede perdonar más. Incluso la intervención del Mesías y la evocación de su sacrificio son inútiles.

Para muchos cristianos, la noción de un Dios de amor ha sido atenuada a una forma de sentimentalismo que ha perdido contacto con la realidad histórica. Pero, como se señaló antes, puesto que la salvación es real, puesto que es un evento, se ve limitada a lo que puede hacer. Si fuese de otra manera, la esperanza bíblica no sería más que una idea sin sentido o una emoción. Pero la negativa de Dios a intervenir después de determinado momento indica la realidad de su existencia y de su accionar en la historia. Todos los eventos históricos son finitos, y limitados por el tiempo y las circunstancias.

Además, podemos explicar en el ámbito humano la negativa de Dios a intervenir después de determinado momento. El patrón de nuestras acciones y nuestros pensamientos, con el tiempo, consolida nuestro destino. El sello de lo Alto no es más que el reconocimiento de que no hay marcha atrás. Al pecar constantemente, llegamos a un punto sin retorno en el que el arrepentimiento ya no es posible. Ya no podemos cambiar lo que somos. El proceso alcanzará su cumplimiento final en el tiempo del fin, cuando todos determinarán su destino por la repetición deliberada de sus elecciones.

Este mismo principio aparece luego en el Apocalipsis en forma proverbial: "El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifiquese todavía" (Apoc. 22: 11 ). Algunas de las próximas siete plagas concluyen con la desoladora observación del profeta: "Y no se arrepintieron para darle gloria" (Apoc. 16:9; comparar con los vers. 11, 21 ).

Cualquier temor o cualquier especulación de nuestra parte acerca del tiempo de este sellamiento está fuera de lugar. No estamos allí todavía. Y el mismo hecho de que podamos preocuparnos por eso muestra que aún tenemos tiempo de arrepentirnos. El día cuando no haya más esperanza será el día en que elijamos no tener más esperanza.

El Apocalipsis acaba de describir la ira de Dios como el gran lagar que pulveriza las uvas y las convierte en sangre. Nuestro pasaje ahora cumple la visión. El vino de la ira de Dios ahora se vierte del gran lagar a las copas del mundo. El lenguaje otra vez es simbólico. La imagen de la copa deriva de las Escrituras hebreas. José utilizó una copa para predecir el futuro (Gén. 44:5). Jeremías vio en la
copa el destino futuro de las naciones: "Porque así me dijo Jehová Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a todas las naciones a las cuales yo te envío. Y beberán, y temblarán y enloquecerán, a causa de la espada que yo envío entre ellas" Ger. 25:15, 16).3

Otra pista para saber cuándo ha llegado el tiempo del sellamiento es la manifestación de la ira de Dios: vierte las siete copas de ira sobre la tierra. La clausura del Templo coincide con las devastaciones de las copas (Apoc. 15:8). La ira de Dios, ya anticipada por el sexto sello y el séptimo shqfar (Apoc. 6: 12; 11: 15), fue anunciada por el tercer ángel: "Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en sufrente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira [ ... ] " (Apoc. 14:9, 1 0).
 
Las siete copas de ira, por lo tanto, aparecen después de la proclamación de los tres ángeles y comienzan a ser vertidas en el momento en que la bestia se instaura completamente. Con la primera copa, el profeta nos informa que eljuicio atañe a los que "tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen" (Apoc. 16:2).
 
Las siete copas, en verdad, no son más que una repetición del Juicio de los siete shqfars:

 Al igual que los shqfors, las siete copas siguen una secuencia que
nos recuerda la historia de la Creación de Génesis 1 (tierra, mar,
ríos, sol). Eljuicio también es cósmico aquí.

Pero, en tanto que los shqfors devastaron solo la tercera parte de
todo, las copas ahora destruyen todo: "la tierra", el "mar'' y el "sol".
El juicio de las copas completa el de los shqfors. Es el último juicio de
Dios. Mientras que los siete shqfors se encargaron de las iniquidades
de la iglesia, las siete copas ahora se centran en los últimos días de
la historia.

El juicio divino se presenta en dos fases:

Las cinco primeras copas comprenden la primera fase (Apoc. 16: 1-11 ). Debe ser extraordinariamente breve, puesto que encontramos que las víctimas de la quinta copa aún se están recuperando de las úlceras de la primera. Caracterizada por un juicio inherente a la condición pecaminosa, actúa según la "ley de la reciprocidad". 4 La sexta y la séptima copas cubren la segunda fase (Apoc. 16:12- 21 ). Es el período del Armagedón, e implica un juicio que hace necesaria una intervención divina para contrarrestar la reunión de las naciones.

La fase de la úlcera

La primera copa identifica a los que han sido marcados por el dios ajeno (Apoc. 16:2). La úlcera surge de la iniquidad que la produjo. De modo que la marca de la bestia se convierte en una úlcera que nos recuerda la maldición de la lepra del Antiguo Testamento (ver Deut. 28:27; comparar con Lev. 13) y actúa como la señal externa de la corrupción interior.

La lección, detrás de este lenguaje simbólico, es que el castigo está implícito en el mismo pecado que lo causó. La adoración de la bestia, la subyugación resultante y el distanciamiento de sus adoradores llevan en sí mismos las semillas de la muerte.

La ironía de esta primera plaga es que nos recuerda la sexta plaga de Egipto, que afligió al pueblo egipcio y a sus sacerdotes (Éxo. 9: 11 ). Las úlceras les aparecen a los adoradores de la bestia al igual que a la misma bestia. Esto desenmascara al dios de Babel así como su antigua contraparte reveló a los dioses egipcios como farsantes. Las úlceras no perdonan a nadie; todas pican. El dios de la bestia simplemente no existe. Incluso los sacerdotes son tratados injustamente por su propia religión.

La primera copa, al igual que el primer shqfor, involucra a la tierra. Pero, esta vez, la plaga cae sobre la población humana. Lo que hasta aquí había devastado solo a la tierra ahora arde profundamente en el cuerpo de las personas. La destrucción del primer shqfor ahora alcanza su plenitud en la primera copa.

La úlcera anunciada por el primer shqfar representaba el estado de desolación en el período posterior a las guerras entre la iglesia de Occidente y los bárbaros, cuando aquella luchaba por la supremacía. El profeta del Apocalipsis describe los últimos momentos de la historia humana como una lucha de poder similar a la de la iglesia primitiva. Pero, lo que quedó en un nivel local en la historia del cristianismo asumirá proporciones mundiales en el momento de la primera copa. El mal ahora ha alcanzado proporciones alarmantes y se ha extendido a la totalidad de la tierra. Puesto que la úlcera todavía es mencionada por la quinta copa, suponemos que durará hasta ese entonces.

Durante la primera fase de las copas, la iglesia predominante oprime a toda la tierra. El profeta Daniel ya había predicho esto. Al final del capítulo 11 de su libro (Dan. 11:42, 43), predijo que durante el tiempo del fin el poder religioso representado por Babilonia dominaría el planeta. 5

La iglesia popular no ha perdido su ambición, como vemos en los contextos religioso y secular. 6 A la luz de esos eventos, las profecías de Daniel y del Apocalipsis comienzan a tener más sentido aún.

Las dos copas siguientes son derramadas por el ángel sobre las aguas de la tierra. La segunda copa empapa el mar, en tanto que la tercera toca los ríos y los manantiales. La siguiente plaga es similar a la primera plaga de Egipto. El agua se convierte en sangre (Éxo. 7:17-21). En el contexto del antiguo Egipto, la plaga tenía un gran significado. El faraón, al que los egipcios consideraban como un dios sobre la tierra, era responsable de asegurarse que el Nilo regara la tierra y que Egipto siguiera siendo fértiL Egipto era casi completamente desierto, y la vida existía solo debido al agua del Nilo. Atacar el río era desafiar su divinidad y todo el orden egipcio de la creación.

La experiencia de los últimos enemigos de Dios se asemeja a la de los egipcios al comienzo del Éxodo. Entonces se dan cuenta de que el dios que habían adorado y en el que habían confiado, del cual pensaban que les había dado la vida, en realidad era un dios de muerte. Aquí, una vez más, la plaga apocalíptica sigue la ley de la reciprocidad. "Derramaron la sangre"; por lo tanto, ahora se les da "a beber sangre" (Apoc. 16:6). El castigo nuevamente es inherente al pecado. La misma muerte que previamente han provocado, ahora a su vez los envenena.

El castigo es proporcional a su delito: "pues lo merecen" (vers. 6). El ángel del altar, asociado con las víctimas que claman por justicia, se hace eco del ángel de las aguas: "Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos" (vers. 7).

El segundo y el tercer shqfars también anunciaron las plagas que les sucederían a las aguas (Apoc. 8:8-11 ). En ese entonces, la maldición era espiritual. La iglesia predominante había estado demasiado preocupada por su éxito material como para atender las necesidades esenciales de sus creyentes. La vida espiritual, simbolizada por las aguas, 7 se había secado completamente.

En tanto que los shqfars maldijeron solo a un tercio de las aguas, la copa de ira se mezcla con todas las aguas de la tierra. Y esta vez la transformación en sangre no se limita al mar (Apoc. 16:3), como había sido el caso con los shqfars (Apoc. 8:8), sino que las fuentes y los ríos, dentro de la tierra, también se convierten en sangre (Apoc. 16:4).

La condición espiritual de los ciudadanos de Babel es trágica. Para el exiliado profeta de Patmos, las aguas ensangrentadas son particularmente insinuantes. Desde las orillas de su isla rodeada por el mar, el profeta ve el horizonte manchado de la futura muerte. El pueblo de Babel ya no tiene ninguna razón para tener esperanzas; ya ni siquiera conoce el gusto del agua.

La cuarta copa solo empeora la maldición de la tercera. Un calor abrasador ahora acompaña la falta de agua. Los cielos están vacíos de lluvia y hasta de nubes. La sequía espiritual se vuelve casi insoportable. De nuevo el castigo proviene del delito. El cuarto shqfar había predicho un eclipse de sol. Ahora el sol se ha convertido en una hoguera mortal. Las personas sufren como víctimas del mismo dios que han adorado como la fuente de la vida.

La quinta copa golpea en el corazón del problema cuando cae sobre el trono de la bestia (Apoc. 16: 1 0). La plaga resultante nos recuerda al quinto shqfar. La oscuridad cubre la escena. En el quinto shqfar, la oscuridad provenía del abismo, el tehom, símbolo del rechazo de Dios que acompañó al humanismo secular de la Revolución Francesa (Apoc. 9:1, 2). En aquel entonces, la oscuridad cubría solo un tercio del territorio (Apoc. 8: 12). Ahora, la oscuridad envuelve todo el reino (Apoc. 16: 1 0). Anteriormente, un poder antirreligioso había usurpado a Dios. Ahora, la negación de Dios radica en el mismo corazón de la religión. Para citar al profeta Daniel, el norte ahora le ha tomado la delantera al sur (Dan. 11:43).8 Babel establece su soberanía sobre la negación y el rechazo de Dios que había caracterizado a su oponente, Egipto.

Otra vez el juicio es proporcional al pecado. Porque el pueblo adoró a la bestia y su trono de tinieblas, ahora se ven invadidos por las mismas tinieblas. Una vez más son víctimas de su propia religión de muerte.

La plaga es similar a la novena plaga de Egipto, la anterior a la intervención mortal de Dios contra los primogénitos de Egipto. La supuesta Sabiduría de Salomón, una obra apócrifa del siglo I a.C., le dio una dimensión cósmica a la plaga de las tinieblas. La oscuridad que se eleva de la morada de los muertos representa el castigo final, que contiene y concluye a todos los demás.9 De la misma manera, la quinta copa contiene todas las maldiciones que la precedieron. Las úlceras todavía están abiertas, el mar es como sangre y el pueblo continúa andando a tientas en la oscuridad. El odio hacia Dios ha crecido con el dolor. La idolatría (Apoc. 16:2) llevó al pueblo a maldecir el "nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas" (vers. 9) y, finalmente, a blasfemar en contra del "Dios del cielo" (vers. 11 ).

Además, el pueblo se da cuenta de que sus líderes espirituales les han mentido. Pero, en vez de cambiar sus caminos, se apresuran a profundizar aún más su error y a volverse brutalmente en contra del que deberían haber reconocido. Lo que una vez era confusión religiosa se convierte en odio consciente y deliberado hacia Dios. Su conducta es similar a la del faraón egipcio. Frente a la evidencia abrumadora de la existencia de Dios, era demasiado orgulloso como para admitir la derrota, pero continuó negándolo ciegamente. De allí en adelante, el conflicto era inevitable.

La fase del Armagedón

La sexta copa, al igual que el sexto shqfar, afecta al Éufrates (vers. 12; comparar con Apoc. 9:14). Las aguas del río se secan "para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente" (Apoc. 16: 12). La tradición bíblica asocia el secamiento del Éufrates con la conquista de Babilonia por parte de Ciro en 539 a.C.: "[Yo soy Jehová] que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero [ ... ] " (Isa. 44:27, 28; comparar conjer. 50:38).

El historiador Herodoto (484-425 a.C.) narró la estrategia del rey persa. "[Ciro] apostó su ejército en el lugar donde el río entra en la ciudad, y otra parte de éste detrás de la ciudad, donde el río sale de la ciudad, y les dijo a sus hombres que entraran en la ciudad por el canal del Éufrates cuando vieran que era vadeable. Habiéndolos dispuesto y habiéndoles dado esta orden, él mismo se marchó con los de su ejército que no podían pelear; y, cuando llegó al lago, Ciro se ocupó de él y del río así como lo había hecho la reina babilónica: desvió el río por un canal hasta el lago, que era un pantano, e hizo que la corriente descendiera hasta que su canal anterior pudiera ser vadeado. Cuando esto ocurrió, los persas que estaban apostados con este objetivo entraron en Babilonia por el canal del Éufrates, que ahora había bajado a una profundidad de casi la mitad del muslo de un hombre". 10

Esta referencia a "los reyes del oriente" (Apoc. 16: 12) alude a Ciro, cuya venida, que estaba profetizada, Israel la había preservado en su memoria como un canal de salvación próxima. "Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos [ ... ]" (Isa. 45:13); "¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamó para que le siguiese, entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorear de reyes? [ ... ]" (Isa. 41 :2; comparar con vers. 25).

La caída de Babilonia es un evento de suprema importancia en la historia de Israel. El libro de Daniel desarrolla toda su estructura en torno de ella (Dan. 1:21; 6:28; 10:1 ). 11 Es significativo que el canon de la Biblia hebrea termine con una referencia a Ciro (2 Crón. 36:22, 23). Su conquista de Babilonia liberó a los exiliados hebreos. Es su decreto el que les permitió reconstruir Jerusalén. La Escritura ve su regreso del exilio como una nueva creación. Justo antes de mencionar a Ciro, Isaías evoca el acto de la Creación: ''Así diceJehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo [ ... ] . Que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado" (Isa. 44:24-28); comparar con 45:18; 43:15).
 
Basado en la memoria de Ciro y en el regreso del exilio babilónico, con la perspectiva de una reconstrucción o de una nueva Jerusalén, el profeta Yohanan abre su visión de la sexta copa. Aquí, además, la caída de la Babilonia mítica y la batalla que sigue allanan el camino para la liberación final y la creación de una nueva Jerusalén.

Se forman dos campamentos contrarios. Por un lado, los "reyes del oriente" (Apoc. 16: 12) representan las fuerzas del Dios que salva, el Dios de Jerusalén. Por otro lado, los "reyes de la tierra en todo el mundo" (vers. 14) representan las fuerzas del mal: Babilonia. Todos los enemigos de Dios se congregan en este campamento, particularmente los poderes demoníacos simbolizados por las ranas.
 
La sexta copa evoca la segunda plaga de Egipto (Éxo. 8). La rana era la deidad egipcia de la fertilidad (Hiqit). Durante la plaga, invadieron los lugares más íntimos: el dormitorio y la cama (vers. 3). De nuevo, el juicio de Dios tenía un giro irónico. La diosa de la fertilidad y del alumbramiento se convirtió en un obstáculo para la fertilidad. Los magos, ansiosos por demostrar sus poderes, solo aumentaron el problema cuando produjeron más ranas (vers. 7).
 
Los judíos del siglo 1 d.C. llegaron a asociar las ranas con los charlatanes y los espíritus demoníacos del agua. 12 El Apocalipsis los identifica como los "espíritus de demonios" (Apoc. 16: 14), que salen
de la boca de las tres bestias enemigas de Dios: ( 1) el dragón, que representa al diablo (Apoc. 12); (2) la bestia del mar, que simbolizaba la institución de Babel (Apoc. 13: 1-1 O); y (3) la bestia de la tierra, mencionada por nuestro pasaje como el "falso profeta". De los tres, la bestia de la tierra es la única que recibe un nombre nuevo, cargado de una connotación religiosa. Si bien una vez fue un poder político, esta bestia ahora asume el papel de un profeta falso. El profetaJeremías, más que ningún otro profeta bíblico, se ganó la reputación como oponente de la falsa profecía. Es significativo que repetidamente utilice la palabra clave sheqer (falso, o mentiroso) para calificar a la profecía falsa (Jer. 28:15; 29:31; 37:19; 40:16; Lam. 2: 14 ). Describe al profeta falso como de la clase que trabaja para instituciones y poderes terrenales (Jer. 5:30, 31; 23:14), que engaña a la gente y que aparenta ser inspirado por el Espíritu pero que, en realidad, no habla la palabra de Dios (Jer. 5: 13; 2 3: 16).
 
El profeta falso, por consiguiente, representa a los Estados Unidos en su campaña religiosa para apoyar el poder de Babel. Esos esfuerzos, ya sean políticos, económicos o religiosos, todos conducen a la misma meta: la adoración de la primera bestia (Apoc. 13:12). Es interesante notar que todos los métodos utilizados provienen del terreno de lo paranormal. Recurre a lo sobrenatural, a los "espíritus de demonios", que hacen señales milagrosas (Apoc. 16: 14; compararcon 13:14).

Los eventos actuales confirman cada vez más la profecía, ya que hoy en día se accede a lo sobrenatural con solo una llamada telefónica. Los milagros, que una vez estaban reservados a un sector religioso oscuro, ahora la iglesia principal los explota y los promueve cada vez más. Las apariciones de la Virgen María y de otros parientes muertos no son más que señales de advertencia. Esos eventos parecen desafiar la razón, pero son noticia de tapa de publicaciones respetadas, inclusive. La predicción bíblica del Apocalipsis parece cada vez más verosímil.

Ya sea que las ranas representen el poder paranormal o los retóricos trucos políticos, como lo sugiere su origen (salen de las bocas de las tres bestias), su objetivo todavía es inequívoco: seducir y congregar a "los reyes de la tierra en todo el mundo" (Apoc. 16: 14) para luchar en contra del Dios que viene.

Esto no es nada nuevo. Ya en los días de la antigua Babel, el pueblo había proclamado:"[ ... ] Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra" (Gén. 11 :4). Desde entonces, esta misma ambición ha obsesionado a los discípulos de Babel: unirse y asumir la prerrogativa divina del dominio mundial; alcanzar el cielo y la "puerta de Dios" (Babel). Por primera vez, sin embargo, desde la antigua Babel, la preocupación es en el ámbito mundial. "Todo el mundo" ahora participa en el proyecto de la usurpación divina.

El libro de Daniel también predijo esa reunión. El último conflicto, según el profeta del Antiguo Testamento, sería librado entre los campamentos unidos del norte y del sur, y el "monte glorioso y santo" (Dan. 11 :45), el monte de Sion, la jerusalén celestial. 13 Y, además, las "noticias del oriente" le pondrán fin al conflicto (vers. 44).

Esta será la última guerra mundial, no librada entre la humanidad, sino entre esta y Dios. Este último conflicto unirá a la raza humana en una lucha cósmica en contra del santo monte de Dios. El Apocalipsis le da el nombre hebreo de ''Armagedón" a esta última batalla (Apoc. 16: 16). ''Armagedón" significa "el monte de Meguidon". Las similitudes entre la guerra profética de Daniel y la del Apocalipsis sugieren una conexión entre este monte de Meguidon y lo que Daniel llama el "monte glorioso y santo" (Dan. 11 :45).

El único pasaje de la Biblia que combina los tres temas (monte, Meguido y Jerusalén) aparece en el libro de Zacarías. Es también el único pasaje que emplea la palabra "Meguido" en esta forma particular (terminada en "on"): "En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido(n)" (Zac. 12:11; en la RVR60, "Meguido").14

El pasaje usa "Meguidon" en vez de "Meguido" por dos razones. 15 l. La primera razón es poética: rimar "Meguidon" con "Hadadrimón", un procedimiento común en los nombres bíblicos. 16 2. La segunda razón es retórica: un deseo de utilizar la forma más antigua de "Meguidon" en lugar de la versión más reciente, "Meguido", a fin de aludir a una historia pasada. 17

El profeta del Apocalipsis asocia el destino del monte santo (har) con el del valle de Meguidon, produciendo así el compuesto Har Meguidon, monte de Meguidon. La expresión Har Meguidon está en genitivo cualitativo, mía función similar a nuestro adjetivo calificativo. Así, por ejemplo, el hebreo literal presenta la expresión "monte santo" como "monte de santidad" (Dan. 11 :45); del mismo modo, el hebreo expresa el concepto "balanzas justas" por "balanza de justicia" (Lev. 19:36), etc.

Además, la expresión apocalíptica Armagedón hace alusión al pasaje de Zacarías en un juego de asonancias (paronomasia), una forma frecuente de asociación en la Biblia: 18

 La expresión "monte de Meguidon" (Armagedón) ya hace referencia al campo de batalla. Es un "monte" y, por lo tanto, no puede aplicarse al valle de Jezreel ni a sus batallas, como la de Barac contra Sísara Guec. 5: 19) o la de Jehú contra Ocozías (2 Rey. 9:27). Ni tampoco se puede pensar en el Monte Carmelo, o por extensión el conflicto entre Elías y los profetas de Baal (1 Rey. 18:20-40); el Monte Carmelo está a más de doce kilómetros de Meguido.

El profeta habla de un "monte" de Meguido (Armagedón) mientras piensa específicamente enJerusalén. La ubicación de la batalla no es el valle de Jezreel, sino, como lo predijo el profeta Daniel, el "monte glorioso y santo" (Dan. 11 :45). Los reyes de la tierra -los poderes congregados- no tienen otro objetivo que el control de Jerusalén.

Aquí no se trata de la Jerusalén del actual Estado de Israel. Al leer el Apocalipsis, debemos entender a 'jerusalén" en un sentido simbólico. El libro de Daniel a menudo identifica al monte glorioso y santo con el Reino celestial de Dios. En Daniel 2, un enorme monte que representa el Reino celestial de Dios (Dan. 2:35, 44, 45) invade los reinos terrenales. Es más, Daniel 11:45 habla del "monte glorioso y santo", queriendo denotar aJerusalén evidentemente.
 
Jerusalén y el monte de Sion son temas clave en la formulación bíblica de la esperanza. La Escritura coloca a la Sion de la esperanza en las alturas de los cielos (Sal. 48:2; comparar con Isa. 14: 13), la llama morada de Dios (Sal. 78:68; 132:13), y declara que se asemeja al]ardín del Edén (Eze. 47:1, 2;Joel3:18; Zac. 13:1; Apoc. 22:1, 2). En el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento,Jerusalén se ha convertido en el nombre de la ciudad de Dios (Gál. 4:26), la promesa del gozo y de la presencia eterna de Dios (Heb. 12:22).
 
Es esta Jerusalén simbólica la que las fuerzas del mundo tratan de conquistar. Al igual que los antiguos constructores de Babel, tienen la esperanza de fabricar el reino celestial aquí en la tierra. La
humanidad ha cambiado su esperanza a lo humanamente posible, y el dios de Babel ha reemplazado al Dios de los cielos.
 
Ese modo de pensar no sale de la nada. El rechazo del Reinode los cielos hace necesaria una larga secuencia de rechazos "empedernidos, endurecidos, contumaces". Todos somos candidatos a este tipo de actitud, y debemos tener cuidado de no olvidarnos gradualmente de que nuestra esperanza se encuentra más allá de este mundo.

Por esa razón, Yohanan luego cambia de tono. La profecía se convierte en una lección que nos atañe a cada uno de nosotros, ahora: "He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza" (Apoc. 16: 15). Es un mensaje para los que han llegado a poner su confianza y su esperanza en el dios visible de Babel. Pero, el mensaje del profeta no solo tiene en cuenta a los ateos y los materialistas; también atañe a la comunidad de los "santos", el último vínculo con el Dios del cielo, la iglesia de los últimos días. Es significativo que la bienaventuranza se haga eco de las últimas palabras de la carta a los laodicenses (Apoc. 3: 18).

Incluso los evangelistas de _la esperanza, los que proclaman el Reino de Dios, se hallan expuestos al síndrome de Babel. La insidiosa infección de Babel se manifiesta cuando la institución -las estructuras de la iglesia- tiene precedencia sobre el mensaje y el contenido. También se revela cuando la cantidad de conversos se vuelve más importante que la profundidad de su conversión, o cuando los
miembros de iglesia están más interesados en la felicidad y en el éxito inmediatos que en la paciente espera del futuro Reino de Dios.
 
Esta breve alusión a la carta de Laodicea presenta la posibilidad de que los mensajeros del tiempo del fin podrían sucumbir al atractivo de la gran reunión de las naciones. La profecía les habla directamente a ellos. El consejo no deja de ser irónico. Han de tener cuidado para no exhibir su desnudez como si fuese ropa de diseño. Los creyentes de los últimos días enfrentan la poderosa tentación de pensar que han logrado el conocimiento y la piedad supremos, de que "de ninguna cosa [tienen] necesidad" (Apoc. 3: 17). El llamado del Apocalipsis trata de despertarlos de su sopor. N o puede existir un caso más desesperado que el de quienes adoran al dios de Babel en tanto que están entre las filas de Jerusalén. Su sentimiento de autojustificación y la cómoda convicción de que tienen la verdad les impide totalmente ver su idolatría.

Pero ·el nombre de Armagedón evoca más que el concepto de un campo de batalla. Además, insinúa el resultado de la batalla. A través de la alusión a Hadadrimón, que nos recuerda el contexto de la profecía de Zacarías, el Armagedón trae a la mente una apasionante escena de duelo: "Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto enJerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido" (Zac. 12: 10, 11 ).

En su oráculo, Zacarías le anunció a su pueblo que experimentaría un tiempo de llanto comparable con el que involucra a Hadadrimón. El profeta, aquí, hace referencia a una antigua leyenda cananea, muy conocida por los israelitas y hallada en las tabletas de Ras Shamra.19 Es la historia del dios Hadad, dios del trueno, que llora por la muerte de su único hijo, Aleyin, asesinado por la diosa Mout. En cuanto a Rimón, es un dios arameo (2 Rey. 5:18). Llegó a asociarse con el dios cananeo Hadad debido a los lazos culturales entre las dos culturas. Rimón, de la raíz rmm, a menudo era identificado con el trueno en la literatura semítica oriental (Isa. 33:3) y, por lo tanto, es otro nombre para Hadad. 20 El mito del dios Hadad (Rimón) encaja muy bien con el antiguo culto palestino de Baal, el dios de la fertilidad, cuya muerte los adoradores cananeos lloraban cada año.21

Pero, aparte de la referencia al mito pagano, el texto de Zacarías apunta hacia otro evento, que pertenece a la misma tradición israelita. El valle de Meguido presenció uno de los incidentes de llanto más dramáticos en la historia de Israel. Fue allí que el faraón egipcio Necao mató al rey Josías en 609 a.C. El pasaje de Crónicas que relata el evento (2 Crón. 35:20-27) comparte varios temas comunes con el texto de Zacarías. Ambos mencionan la participación de mujeres en el acto del llanto (2 Crón. 35:25; comparar con Zac. 12:12-14); ambos identifican el llanto de Meguido con el deJerusalén (2 Crón. 35:24; comparar con Zac. 12:11 ). Y ambos textos son los únicos de la Biblia que utilizan la expresión "campo (o valle) de Meguido" (2 Crón. 35:22; comparar con Zac. 12:11 ). Estos paralelismos sugieren que ambos pasajes se refieren al mismo evento: la muerte deJosías.
 
El rey que reinó por más tiempo en Israel, Josías, quizá también fue el reformador más grande de la historia del antiguo Israel. Sin la ayuda de nadie, unió la parte norte del reino con la del sur, en una alineación espiritual, moral y política. Según el libro de Crónicas, fue el último rey en hacer "lo recto ante los ojos de Jehová" (2 Rey. 22:2). Su trágica muerte marcó el comienzo del fin del reino de Judá. El pueblo conmemoraba su muerte anualmente "hasta hoy" (2 Crón. 35:25), según el testimonio del cronista (un siglo después).22
 
Si la expresión "campo de Meguido" verdaderamente se refiere a la muerte de Josías, su asociación con Hadadrimón acrecienta aún más su carácter dramático, dado que Hadadrimón era el "hijo primogénito" del dios. Y ahora se llora no solo al rey de Israel, sino también a todo el pueblo de Israel con su esperanza mesiánica.
 
El nombre Armagedón, entonces, expresa el destino que les espera a los idólatras de Babel: un día de llanto como ningún otro. Después, en el capítulo 18, el Apocalipsis confirma esta advertencia al describir de qué modo la caída de Babilonia conduce a un llanto extraordinario. La palabra clave, "llanto", aparece varias veces en el pasaje (Apoc. 18:7, 8, 11, 15, 19). Menciona los rituales tradicionales de luto: llanto, cenizas y lamentaciones (vers. 9, 10, 15, 19).
 
A través de la mención de Hadadrimón, que recuerda la muerte del primogénito, Armagedón también nos remite a la décima plaga de Egipto (Éxo. 12:29-36). La coincidencia es demasiado poderosa para ser involuntaria. La muerte del primogénito de Egipto no tiene precedentes: "Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá" (Éxo. 11 :6).
 
Aquí encontramos otra lección del Armagedón (por medio de Hadadrimón): la caída de Babel infligirá una pérdida igual en naturaleza e intensidad a la experimentada por los antiguos egipcios. Para ellos, la muerte del primogénito era la muerte de su religión. Es significativo el hecho de que el texto de Éxodo interprete la última plaga como ')uicios en todos los dioses de Egipto" (Éxo. 12: 12). La Biblia aplica la noción del primogénito al sacerdote, 23 a Israel, 24 al Mesías25 y, en el Nuevo Testamento, al mismo Yeshua.26 La gran relevancia del primogénito hace que esta pérdida sea de lo más dramática. Expresa la muerte de la esperanza.

Por otro lado, cualquier alusión a la última plaga de Egipto no sería completamente negativa. La Escritura asocia la última plaga de Egipto con la Pésaj (el pasar de largo) del pueblo de Dios. Israel, el primogénito de Dios, es perdonado y ahora se pone de pie, con el manto ceñido a la cintura, las sandalias puestas, con la vara en la mano, listo para la acción (vers. 11). Es el día quejehová ha elegido para sacar "a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos" (vers. 51). La décima plaga libera al pueblo de Dios de su desdicha y le da la victoria sobre el enemigo.

En realidad, la batalla del Armagedón estalla recién en la séptima copa. Por primera vez Dios mismo inicia el castigo, y su efecto es final. La voz que oímos es la de Dios: "Hecho está" (Apoc. 16: 1 7). La expresión es idiomática. La volvemos a escuchar en Apocalipsis 21 :6. Allí, el pasaje la asocia con el Dios del comienzo y del fin, el ''Alfa y la Omega". La tozudez de los enemigos de Dios ha alcanzado su etapa "final". Por primera vez, el campamento de Babel abiertamente le declara la guerra a Dios. La blasfemia en contra de Dios nunca ha sido tan manifiesta. En la cuarta plaga, el pueblo blasfemó en contra del "nombre de Dios" (Apoc. 16:9), y en la quinta, en contra del "Dios del cielo" (vers. 11 ). Ahora, con la séptima plaga, lo maldicen directamente. Observamos que la progresión de las referencias a Dios va de lo más específico a lo más universal y abstracto. El "nombre de Dios" se ha convertido en el "Dios del cielo" y, finalmente, solo en "Dios".

Por primera vez, la plaga afecta a la totalidad del universo y no solo a la raza humana. La naturaleza se vuelve un caos. Las islas y las montañas desaparecen (vers. 20). Por cierto, notamos aún otra alusión a las plagas de Egipto: el granizo. Enormes piedras de granizo bombardean la tierra (vers. 21; comparar con Éxo. 9:22 y sig.). El relato del Éxodo menciona dos veces las devastaciones de esta plaga que les acontece a "hombres, y [ ... ] bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto" (Éxo. 9:22, 25).

La ira de Dios, que hasta ahora solo había sido anunciada (Apoc. 14:8, 1 0), ahora ha alcanzado su impacto completo: "[ ... ] la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira" (Apoc. 16: 19).

Como con la antigua historia de Babel, el descenso de Dios dispersa a los constructores. La unidad que habían tratado de lograr ahora se encuentra completamente destruida: "La gran ciudad fue dividida en tres partes" (vers. 19). La alianza entre los tres poderes -el dragón (poderes ocultos), la bestia (cristianismo oficial) y el falso profeta (Estados Unidos)- ahora se disuelve.

La destrucción de los tres poderes mundiales ocasiona la caída de las naciones (vers. 19). El evento se hace eco del sexto shofar, en el que los tres poderes también dominaban el escenario mundial (Apoc. 9:13, 14).

Esta confusión es la misma señal de la caída de Babel.





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