Sábado 6 de abril - LAS DECISIONES QUE TOMAMOS
Todo estudiante necesita comprender la relación que existe entre la vida sencilla y el pensamiento elevado. A nosotros nos toca decidir individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo. Cada joven por sí mismo debe tomar la decisión que amoldará su vida, y hay que hacer todo lo posible para hacerlo comprender las fuerzas con las cuales tendrá que contender y las influencias que modelan el carácter y determinan el destino.—La Educación, 202 (1903).
Cuando el yo se oculta en Cristo, brota espontáneamente el verdadero amor. No es una emoción o un impulso sino una decisión de una voluntad santificada. No consiste en un sentimiento sino en la transformación de todo el corazón, el alma y el carácter, los cuales están muertos al yo y vivos para Dios. Nuestro Señor y Salvador nos pide que nos entreguemos a Él. Entregar el yo a Dios es todo lo que nos pide, darnos a él para que nos use como lo vea conveniente. Hasta que no lleguemos a este punto de sumisión, no trabajaremos con alegría, utilidad ni éxito en ninguna parte.—The S.D.A. Bible Commentary 6:1100, 1101 (1898).
Los males del amor propio y de una independencia no santificada, que dañarán mucho nuestra utilidad y que nos llevarán a la ruina si no la vencemos, proceden del egoísmo. “Tomen decisiones unidos” es el mensaje que el ángel de Dios me repitió una y otra vez. Al influir sobre el juicio de un hombre, Satanás puede obtener el control de las cosas para favorecer sus intereses. Puede tener éxito en desviar las mentes de dos personas; pero cuando varias personas deliberan juntas, hay mayor seguridad. Cualquier plan será analizado con mayor cuidado; todo avance se estudiará con más atención. En consecuencia, habrá menos peligro de tomar decisiones precipitadas o erróneas que provocarían confusión, perplejidad y derrota. En la unión hay fuerza. En la división hay debilidad y derrota.—Testimonies for the Church 5:29, 30 (1882).
Nuestros actos, nuestras palabras, hasta nuestros más secretos motivos, todo tiene su peso en la decisión de nuestro destino para dicha o desdicha. Podremos olvidarlos, pero no por eso dejarán de testificar en nuestro favor o contra nosotros.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 540, 541 (1911).
Que nadie diga: "No puedo vencer mis defectos de carácter"; porque si tal es vuestra decisión, no podréis tener la vida eterna. La imposibilidad yace totalmente en vuestra voluntad. Si no queréis, entonces no podréis. - MJ 150
Todos los jóvenes necesitan cultivar la decisión. La voluntad dividida es una trampa y será la ruina de muchos jóvenes. Sea firme; en caso contrario su casa—es decir, su carácter—estará edificada sobre la arena. Hay quienes tienen la desgracia de estar siempre en el lado equivocado, cuando el Señor querría que fueran fieles, capaces de discernir entre el bien y el mal.—Manuscrito 121, 1898.
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