Lunes 15 de abril - Preparación para el matrimonio
Si gozan de la bendición de tener padres temerosos de Dios, consúltenlos. Comuníquenles sus esperanzas e intenciones, aprendan las lecciones que la vida les enseñó y les ahorrarán no pocas penas. Sobre todo, hagan de Cristo su consejero. Estudien su Palabra con oración.
Contando con semejante dirección, la joven aceptará como compañero de la vida tan solo a un hombre que posea rasgos de carácter puros y viriles, que sea diligente y rebose de aspiraciones, que sea honrado, ame a Dios y le tema. El joven buscará como compañera que esté siempre a su lado a alguien que sea capaz de asumir su parte de las responsabilidades de la vida, y cuya influencia lo ennoblezca, le comunique mayor refinamiento y lo haga feliz en su amor. (Mensaje para los jóvenes p. 308)
Los jóvenes cristianos deberían tener gran cuidado en la formación de amistades y en la elección de compañeros. Tengan cuidado, no sea que lo que ahora creen que es oro puro, se convierta en vil metal. Las relaciones mundanas tienden a poner obstáculos en el camino del servicio a Dios, y muchas personas se arruinan por causa de uniones desdichadas, ya sean comerciales o matrimoniales, con aquellos a quienes nunca podrán elevar ni ennoblecer. Los hijos de Dios no se deberían aventurar jamás en terreno prohibido. El matrimonio entre creyentes e incrédulos está prohibido por Dios. Pero con demasiada frecuencia el corazón no convertido sigue sus propios deseos, y se realizan matrimonios no sancionados por Dios.—Fundamentals of Christian Education, 500.
No se han de favorecer los matrimonios tempranos. Un compromiso tan importante como el matrimonio y de resultados tan trascendentales no debe contraerse con precipitación, sin la suficiente preparación, y antes de que las facultades intelectuales y físicas estén bien desarrolladas.—El Ministerio de Curación, 276.
Antes de dar su mano en matrimonio, toda mujer debe averiguar si el hombre con quien está por unir su destino es digno. ¿Cuál ha sido su pasado? ¿Es pura su vida? ¿Es de un carácter noble y elevado el amor que expresa, o es un simple cariño emotivo? ¿Tiene los rasgos de carácter que harán feliz a una mujer? ¿Puede encontrar verdadera paz y gozo en su afecto? ¿Le permitirá conservar su individualidad, o deberá entregar su juicio y su conciencia al dominio de su esposo? Como discípula de Cristo, no se pertenece; ha sido comprada con precio. ¿Podrá ella honrar los requerimientos del Salvador como supremos? ¿Conservará su mente y su cuerpo, sus pensamientos y propósitos, puros y santos? Estas preguntas tienen una relación vital con el bienestar de cada mujer que contrae matrimonio.
Se necesita religión en el hogar. Únicamente ella puede impedir los graves males que con tanta frecuencia amargan la vida conyugal. Únicamente donde reina Cristo puede haber amor profundo, verdadero y abnegado. Entonces los espíritus quedarán unidos, y las dos vidas se fusionarán en armonía. Los ángeles de Dios serán huéspedes del hogar, y sus santas vigilias santificarán la cámara nupcial. Quedará desterrada la degradante sensualidad. Los pensamientos serán dirigidos hacia arriba, hacia Dios; y a él ascenderá la devoción del corazón. (Mensaje para los jóvenes p. 312)
Tal vez usted diga: “Pero yo he dado mi promesa; ¿puedo retractarme?” Le contesto: Si usted ha hecho una promesa contraria a las Sagradas Escrituras, por lo que más quiera, retráctela sin dilación, y con humildad delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que la indujo a hacer una promesa tan temeraria. Es mucho mejor retirar una promesa tal, en el temor de Dios, que cumplirla y con ello deshonrar a su Hacedor.
Recuerde: tiene un cielo que ganar, una senda abierta a la perdición que rehuir. Dios quiere decir lo que dice. Cuando prohibió a nuestros primeros padres que comieran del fruto del árbol del conocimiento, su desobediencia abrió las compuertas de la desgracia para todo el mundo. Si andamos en forma que contraríe a Dios, él nos contrariará a nosotros. Nuestra única seguridad consiste en rendir obediencia a todos sus requerimientos, cueste lo que cueste. Todos están fundados en una sabiduría y un amor infinitos.—Joyas de los Testimonios 2:119-122.
El bien de la sociedad, así como los más elevados intereses de los estudiantes, exigen que no intenten ellos elegir un cónyuge para la vida mientras su propio carácter no esté aún desarrollado, su criterio no esté maduro, y se hallen al mismo tiempo privados del cuidado y la dirección de los padres [...].
Buena obra hacen los que tratan de escudar a la juventud contra la tentación y prepararla para una vida de utilidad. Nos alegra ver en todas las instituciones de enseñanza un reconocimiento de la importancia de la sujeción propia y la disciplina entre los jóvenes. Ojalá sean coronados de éxito los esfuerzos de tales educadores.— Fundamentals of Christian Education, 62, 63.
En estos días de peligro y corrupción, los jóvenes están expuestos a muchas pruebas y tentaciones. Muchos navegan en un puerto peligroso. Necesitan un piloto, pero desdeñan aceptar la tan necesaria ayuda, porque se sienten competentes para guiar su barco y no se percatan de que está por estrellarse contra una roca oculta que puede hacer naufragar su fe y su felicidad. Están cegados por el asunto del noviazgo y el matrimonio, y su principal preocupación es hacer su propia voluntad. En este período, el más importante de su vida, necesitan un consejero y guía infalible. Lo hallarán en la Palabra de Dios. A menos que sean estudiantes diligentes de esa Palabra, cometerán graves errores que echarán a perder su felicidad y la de otros, tanto para la vida presente como para la futura.
Muchos tienen la tendencia a ser impetuosos y tercos. No han prestado oído al sabio consejo de la Palabra de Dios; no han batallado contra sí mismos y obtenido preciosas victorias, y su voluntad orgullosa e inflexible los ha apartado de la senda del deber y la obediencia. Contemplen su vida pasada, jóvenes amigos, y consideren fielmente su conducta a la luz de la Palabra de Dios. ¿Han fomentado ese análisis detallado de sus obligaciones para con sus padres que manda la Biblia? ¿Han tratado con bondad y amor a la madre que los cuidó desde la infancia? ¿Han tenido en cuenta sus deseos, o han causado dolor y tristeza a su corazón llevando a cabo sus propios planes y deseos? La verdad que profesan, ¿ha santificado el corazón y suavizado y subyugado la voluntad de ustedes? Si no, tienen una obra minuciosa que hacer para enmendar los males pasados. (Mensaje para los jóvenes p. 314)
El amor verdadero es una planta que necesita cultivo. Pregúntese la mujer que desea una unión tranquila y feliz, y que quiere escapar a futuras desgracias y penas, antes de dedicar sus afectos: “¿Tiene madre mi novio? ¿Cuál es el sello de su carácter? ¿Reconoce él sus obligaciones para con ella? ¿Tiene en cuenta sus deseos y su felicidad? Si no respeta y honra a su madre, ¿será respetuoso y cariñoso, bondadoso y atento con su esposa? Cuando pase la novedad del matrimonio, ¿me seguirá amando? ¿Será paciente con mis errores, o será criticón, altivo y despótico?” El verdadero afecto pasará por alto muchos errores; el amor no los discernirá. (Mensaje para los jóvenes p. 318)
Los jóvenes confían demasiado en los impulsos. No deberían entregarse demasiado prestamente ni dejarse cautivar tan pronto por el exterior atrayente del objeto de sus afectos. El noviazgo, tal cual se realiza en esta época, es una farsa e hipocresía donde tiene más que ver el enemigo de los seres humanos que el Señor. Si en algo se necesita el buen sentido es en esto, pero el hecho es que este tiene poca injerencia en el asunto.
Si los hijos tuvieran más familiaridad con sus padres, si les hicieran confidencias y les confiaran sus gozos y penas, se ahorrarían muchos pesares futuros. Cuando se hallen perplejos ante el camino a seguir, expongan ante sus padres su punto de vista y pídanles consejo. ¿Quiénes mejor que sus piadosos padres podrán señalarles los peligros? ¿Quiénes mejor que ellos podrán comprender sus temperamentos especiales?
Los hijos cristianos apreciarán por encima de toda bendición terrenal el amor y la aprobación de sus padres piadosos; y estos pueden apoyar a los hijos y orar por ellos, y con ellos, para que Dios los proteja y guíe. Les indicarán, más que toda otra cosa, al Amigo y Consejero que se conmoverá por la sensación de sus flaquezas. Aquel que fue tentado en todo punto como nosotros, pero sin pecado, sabe cómo socorrer a los que son tentados.—The Review and Herald, 26 de enero de 1886.
En la unión para toda la vida, los sentimientos deben contribuir a vuestra felicidad mutua. Cada uno debe velar por la felicidad del otro. Tal es la voluntad de Dios para con ustedes. Mas, aunque deben confundirlos hasta ser uno, ni el uno ni el otro debe perder su individualidad [...].
La persona que vive para Dios le tributa el mejor de sus afectos. ¿Se dirige la mayor parte del amor hacia aquel que murió por nosotros? Si es así, el amor recíproco será conforme al orden celestial.— Joyas de los Testimonios 3:95, 96.
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