Martes 16 de abril - Preparación para la paternidad
La preparación de la madre es extrañamente descuidada— El primer maestro del niño es la madre. En las manos de ésta se concentra en gran parte su educación durante el período de mayor sensibilidad y más rápido desarrollo. A ella se da en primer lugar la oportunidad de amoldar su carácter para bien o mal. Debería apreciar el valor de esa oportunidad y, más que cualquier otro maestro, debería estar preparada para usarla del mejor modo posible. Sin embargo, no hay otro ser a cuya educación se preste tan poca atención. La persona cuya influencia en materia de educación es más potente y abarcante es aquella en cuya ayuda se hace menos esfuerzo sistemático.—La Educación, 267.
Es urgente una preparación cuidadosa y cabal—Aquellos a quienes se confía el cuidado del niñito ignoran a menudo sus necesidades físicas; poco saben de las leyes de la salud o los principios del desarrollo. Tampoco están mejor preparados para atender su crecimiento mental y espiritual. Pueden poseer cualidades para actuar en los negocios o brillar en sociedad; pueden haber hecho progresos en la literatura y la ciencia; pero poco saben de la educación de un niño. . .
Tanto sobre los padres como sobre las madres descansa la responsabilidad de la primera, como asimismo de la ulterior educación del niño, y ambos padres necesitan urgentísimamente una preparación cuidadosa y cabal. Antes de cargar con las posibilidades de la paternidad y la maternidad, los hombres y las mujeres deberían familiarizarse con las leyes del desarrollo físico: con la fisiología y la higiene, con la relación de las influencias prenatales, con las leyes que rigen la herencia, la salud, el vestido, el ejercicio, y el tratamiento de las enfermedades; deberían comprender también las leyes del desarrollo mental y de la educación moral. . .
La educación nunca llevará a cabo lo que podría y debería efectuar, hasta que se reconozca plenamente la obra de los padres y éstos reciban una preparación para desempeñar sus sagradas responsabilidades.— La Educación, 267, 268.
Los padres . . . deben estudiar las leyes de la naturaleza. Deben familiarizarse con el organismo del cuerpo humano. Necesitan entender las funciones de los varios órganos y su mutua relación y dependencia. Deben estudiar la relación de las facultades mentales con las físicas y las condiciones requeridas para el funcionamiento sano de cada una de ellas. Asumir las responsabilidades de la paternidad sin una preparación tal, es pecado.—El Ministerio de Curación, 294.
“¿Quién es suficiente?”—Bien podrían preguntar los padres: “Y para estas cosas,. ¿quién es suficiente?” Sólo Dios es su suficiencia, y si lo dejan fuera del problema, y no buscan su ayuda y su consejo, su tarea es desesperanzada. Pero mediante la oración, el estudio de la Biblia y un celo ferviente, pueden tener éxito noblemente en este importante deber, y recibir como pago cien veces más por todo su tiempo y sus preocupaciones. . . . La fuente de Sabiduría está abierta; de ella pueden extraer todo el conocimiento necesario en este sentido.—Testimonies for the Church 4:198.
A veces el corazón puede estar listo para desfallecer; pero una clara comprensión de los peligros que amenazan la felicidad presente y futura de sus amados debería inducir a cada padre cristiano a buscar más fervientemente la ayuda de la Fuente de la fortaleza y la sabiduría. Debería tornarlos más circunspectos, más decididos, más serenos y sin embargo, firmes, mientras cuidan de estas almas, como quienes saben que tendrán que rendir cuentas por ellas.—The Review and Herald, 30 de agosto de 1881.
La educación del niño exige la comprensión de la voluntad de Dios—Los padres no tienen excusa por no comprender claramente la voluntad de Dios para obedecer las leyes de su reino. Sólo así pueden conducir a sus hijos al cielo. Mis hermanos y hermanas, es vuestro deber comprender los requerimientos de Dios. ¿Cómo podréis educar a vuestros hijos en las cosas de Dios a menos que vosotros mismos conozcáis lo que es correcto y lo que es equivocado, a menos que comprendáis que la obediencia significa la vida eterna y la desobediencia la muerte eterna? La comprensión de la voluntad de Dios debe convertirse en el tema de la obra de toda nuestra vida. Únicamente en la medida en que hagamos esto lograremos educar correctamente a nuestros
hijos.—Manuscrito 103, 1902.
El manual de Dios con abundantes instrucciones—Los padres no pueden cumplir debidamente sus responsabilidades a menos que tomen la Palabra de Dios como una regla de su vida, a menos que comprendan que han de educar y formar el carácter de cada precioso tesoro humano para que finalmente llegue a aprehender la vida eterna.—Manuscrito 84, 1897.
La Biblia, un volumen rico en instrucciones, debería ser su libro de texto. Si preparan a sus hijos de acuerdo con sus preceptos, [62] no sólo colocan los pies de sus niños en el sendero correcto, sino que se educan a sí mismos en el cumplimiento de sus deberes más sagrados.—Testimonies for the Church 4:198.
La obra de los padres es una obra importante y solemne; los deberes que les conciernen son grandiosos, pero si estudian la Palabra de Dios cuidadosamente, encontrarán en ella abundantes instrucciones y muchas promesas preciosas hechas para ellos a condición de que cumplan su tarea fielmente y con eficacia.—The Signs of the Times, 8 de abril de 1886.
Reglas para los padres y los hijos—Dios ha dado reglas para la dirección de los padres y los hijos. Y estas reglas han de obedecerse estrictamente. Los hijos no han de ser mimados y no debe permitírseles pensar que pueden seguir sus propios deseos sin pedir el consejo de sus padres. . . .
No es posible apartarse, sin pecar, de las reglas que Dios ha dado para la dirección de los padres y los hijos. Dios espera que los padres eduquen a sus hijos de acuerdo con los principios de su Palabra. La
fe y las obras deben ir juntas. Todo lo que se haga en la vida del hogar y de la escuela debe hacerse con decencia y orden.—Carta 9, 1904.
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