Miércoles 17 de abril - Preparación para la vejez
Algunos padres son responsables por la falta de respeto— Cuando los padres permiten que un hijo les falte al respeto en su infancia, tolerando que les hable ásperamente, tendrán que segar una terrible cosecha en años ulteriores. Los padres que no requieren pronta y perfecta obediencia de sus pequeñuelos no echan el debido fundamento para el carácter de sus hijos. Los preparan para que los deshonren en la vejez y llenen su corazón de pesar cuando se estén acercando a la tumba, a menos que la gracia de Cristo transforme el corazón y carácter de esos hijos. (Manuscrito 18, 1891)
La Palabra de Dios abunda en principios generales para la formación de hábitos correctos de vida, y los testimonios, generales y personales, han sido considerados para atraer su atención más especialmente a esos principios. 2JT 279 (1889).
Una vez formado, el hábito es como una red de hierro. Ud. intentará luchar desesperadamente contra él, pero no podrá romperlo. Su única conducta segura consiste en edificar para el tiempo y la eternidad. Carta 117, 1901.
Todos tienen el deber de observar reglas estrictas en sus hábitos de vida. Esto es para vuestro propio bien, estimados jóvenes y señoritas, tanto en sentido físico como moral. Cuando os levantáis en la mañana, considerad hasta donde os sea posible el trabajo que debéis realizar durante el día. Si es necesario, tened una libreta de apuntes para anotar las cosas que debéis hacer, y estableced un tiempo en el cual llevar a cabo vuestro trabajo. Ev 473 (1897).
Nuestro Dios es un Dios de orden, y quiere que sus hijos estén dispuestos a organizarse y ponerse bajo su disciplina. ¿No sería mejor, por lo tanto, romper el hábito de hacer de la noche día, y noche las primeras horas de la mañana? Si los jóvenes quisieran formar hábitos de regularidad y orden, mejorarían su salud, su espíritu, su memoria y su disposición. YI, 28 de enero de 1897.
Los hábitos correctos, practicados con inteligencia y perseverancia, eliminarán la causa de la enfermedad, y no habrá necesidad de recurrir a drogas fuertes. Muchos avanzan paso a paso hacia sus complacencias antinaturales, que producen un estado de cosas también antinatural. Ms 22, 1887; (MM 222).
La salud puede ser lograda mediante hábitos de vida apropiados, y puede esperarse, inclusive, que rinda interés. Pero este capital, más precioso que cualquier cuenta bancaria, puede ser sacrificado por la intemperancia en el comer y el beber, y así permitir que los órganos se malogren por causa de la inacción. Hay que dejar a un lado las complacencias preferidas; la haraganería debe ser vencida. 4T 408 (1880).
Todo hábito que no promueva la acción saludable en el organismo humano, degrada las más altas y nobles facultades. Los hábitos erróneos concernientes al comer y al beber conducen a errores en el pensamiento y la acción. RH, 25 de enero de 1881; (CH 67).
Los hábitos e ideas preestablecidos deben ser vencidos en muchos casos, antes de que podamos avanzar en la vida religiosa. RH, 21 de junio de 1887; (FE 118).
Hay que recordar que la juventud está formando hábitos que, en nueve casos de cada diez, decidirán su futuro. La influencia de las compañías que tienen, de las amistades que entablan y de los principios que adoptan, los acompañarán toda la vida. 4T 426 (1880).
Los actos repetidos en cierto sentido se convierten en hábitos. Estos pueden modificarse mediante una severa educación, en la vida posterior, pero rara vez se cambian. Una vez que se ha formado un hábito, se imprime más y más firmemente en el carácter. CN 185 (1880).
Por medio del poder de Cristo, los hombres y las mujeres han quebrantado las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. El profano se transforma en reverente, el borracho en sobrio, el libertino en puro. Las almas que reflejaban la imagen de Satanás han llegado a transformarse a la imagen de Dios. HAp 392 (1911).
La Palabra de Dios abunda en principios generales para la formación de hábitos correctos de vida, y los testimonios, generales y personales, han sido considerados para atraer su atención más especialmente a esos principios. 2JT 279 (1889).
Una vez formado, el hábito es como una red de hierro. Ud. intentará luchar desesperadamente contra él, pero no podrá romperlo. Su única conducta segura consiste en edificar para el tiempo y la eternidad. Carta 117, 1901.
Todos tienen el deber de observar reglas estrictas en sus hábitos de vida. Esto es para vuestro propio bien, estimados jóvenes y señoritas, tanto en sentido físico como moral. Cuando os levantáis en la mañana, considerad hasta donde os sea posible el trabajo que debéis realizar durante el día. Si es necesario, tened una libreta de apuntes para anotar las cosas que debéis hacer, y estableced un tiempo en el cual llevar a cabo vuestro trabajo. Ev 473 (1897).
Nuestro Dios es un Dios de orden, y quiere que sus hijos estén dispuestos a organizarse y ponerse bajo su disciplina. ¿No sería mejor, por lo tanto, romper el hábito de hacer de la noche día, y noche las primeras horas de la mañana? Si los jóvenes quisieran formar hábitos de regularidad y orden, mejorarían su salud, su espíritu, su memoria y su disposición. YI, 28 de enero de 1897.
Los hábitos correctos, practicados con inteligencia y perseverancia, eliminarán la causa de la enfermedad, y no habrá necesidad de recurrir a drogas fuertes. Muchos avanzan paso a paso hacia sus complacencias antinaturales, que producen un estado de cosas también antinatural. Ms 22, 1887; (MM 222).
La salud puede ser lograda mediante hábitos de vida apropiados, y puede esperarse, inclusive, que rinda interés. Pero este capital, más precioso que cualquier cuenta bancaria, puede ser sacrificado por la intemperancia en el comer y el beber, y así permitir que los órganos se malogren por causa de la inacción. Hay que dejar a un lado las complacencias preferidas; la haraganería debe ser vencida. 4T 408 (1880).
Todo hábito que no promueva la acción saludable en el organismo humano, degrada las más altas y nobles facultades. Los hábitos erróneos concernientes al comer y al beber conducen a errores en el pensamiento y la acción. RH, 25 de enero de 1881; (CH 67).
Los hábitos e ideas preestablecidos deben ser vencidos en muchos casos, antes de que podamos avanzar en la vida religiosa. RH, 21 de junio de 1887; (FE 118).
Hay que recordar que la juventud está formando hábitos que, en nueve casos de cada diez, decidirán su futuro. La influencia de las compañías que tienen, de las amistades que entablan y de los principios que adoptan, los acompañarán toda la vida. 4T 426 (1880).
Los actos repetidos en cierto sentido se convierten en hábitos. Estos pueden modificarse mediante una severa educación, en la vida posterior, pero rara vez se cambian. Una vez que se ha formado un hábito, se imprime más y más firmemente en el carácter. CN 185 (1880).
Por medio del poder de Cristo, los hombres y las mujeres han quebrantado las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. El profano se transforma en reverente, el borracho en sobrio, el libertino en puro. Las almas que reflejaban la imagen de Satanás han llegado a transformarse a la imagen de Dios. HAp 392 (1911).
David notaba que aunque había sido recta la vida de algunos mientras disfrutaban de la fuerza de la virilidad, al sobrevenirles la vejez parecían perder el dominio propio. Satanás intervenía y guiaba su mente, volviéndolos inquietos y descontentos. . .
David quedó profundamente conmovido; y se angustiaba al pensar en su propia vejez. Temía que Dios le abandonase y que, al ser tan desdichado como otras personas ancianas cuya conducta había notado, quedara expuesto al oprobio de los enemigos del Señor. Sintiendo esta preocupación, rogó fervientemente: "No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares" ( Joyas de los Testimonios , tomo 1, págs. 172, 173
David quedó profundamente conmovido; y se angustiaba al pensar en su propia vejez. Temía que Dios le abandonase y que, al ser tan desdichado como otras personas ancianas cuya conducta había notado, quedara expuesto al oprobio de los enemigos del Señor. Sintiendo esta preocupación, rogó fervientemente: "No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares" ( Joyas de los Testimonios , tomo 1, págs. 172, 173
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