Domingo 21 de abril del 2019 - EL COMPAÑERISMO
Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una “ayuda idónea para él” (Génesis 2:18), alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola carne con él en amor y compañerismo. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarlo como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 26, 27 (1890).
Los padres no deben olvidar cuánto anhelaban en su niñez la manifestación de compañerismo y amor, y cuán desgraciados se sentían cuando se les censuraba y reprendía con irritación. Han de rejuvenecer
sus sentimientos, y transigir mentalmente para comprender las necesidades de sus hijos. Sin embargo, con firmeza mezclada con amor, deben exigirles obediencia. La palabra de los padres debe ser obedecida implícitamente.—Joyas de los Testimonios 1:137 (1863).
sus sentimientos, y transigir mentalmente para comprender las necesidades de sus hijos. Sin embargo, con firmeza mezclada con amor, deben exigirles obediencia. La palabra de los padres debe ser obedecida implícitamente.—Joyas de los Testimonios 1:137 (1863).
Un hogar adornado por el amor, el compañerismo y la ternura es un lugar que los ángeles visitan con alegría, pues allí se glorifica a Dios. La influencia de un hogar cristiano cuidadosamente custodiado en los años de la infancia y la juventud, es la salvaguardia más segura contra las corrupciones del mundo. En la atmósfera de un hogar así, los niños aprenderán a amar a sus padres terrenales y a su Padre celestial.—El hogar adventista, 15 (1894).
Los sentimientos de desasosiego, de nostalgia o de soledad pueden ser para vuestro bien. Su Padre celestial intenta enseñarlos a encontrar en él la amistad, el amor y el consuelo que satisfarán sus esperanzas y deseos más sinceros [...]. La única seguridad y felicidad de ustedes está en hacer de Cristo su permanente consejero. Pueden sentirse felices con él aunque no tengan otros amigos en todo el mundo.—Carta 2b, 1874; Nuestra Elavada Vocacion, 261.
Se ha dicho con verdad: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Los jóvenes no comprenden cuán sensiblemente quedan afec tados su carácter y su reputación por su elección de compañías. Uno busca la compañía de aquellos cuyos gustos, hábitos y prácticas congenian con los suyos.
El que prefiere la compañía de los ignorantes y viciosos a la de los sabios y buenos, demuestra que su propio carácter es deficiente. Puede ser que al principio sus gustos y hábitos sean completamente diferentes de los gustos y hábitos de aquellos cuya compañía procura; pero a medida que trata con esta clase, cambian sus pensamientos y sentimientos; sacrifica los buenos principios, e insensible, aunque inevitablemente, desciende al nivel de sus compañeros. Como un arroyo adquiere las propiedades del suelo donde corre, los principios y hábitos de los jóvenes se tiñen invariablemente del carácter de las compañías que tratan.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 212 (1913).
Debe enseñarse a los alumnos que no son átomos independientes, sino que cada uno es una hebra del hilo que ha de unirse con otras para completar una tela. En ningún departamento puede darse esta instrucción con más eficacia que en el internado escolar. Es allí donde los estudiantes están rodeados diariamente de oportunidades, que si las aprovechan, les ayudarán en gran manera a desarrollar los rasgos sociales del carácter. Pueden aprovechar de tal modo su tiempo y sus oportunidades que logren desarrollar un carácter que los hará felices y útiles.
Los que se encierran en sí mismos y no están dispuestos a prestarse para beneficiar a otros mediante amigable compañerismo, pierden muchas bendiciones, porque merced al trato mutuo el entendimiento se pule y refina; por el trato social se formalizan relaciones y amistades que acaban en una unidad de corazón y en una atmósfera de amor agradables a la vista del cielo.—Joyas de los Testimonios 2:438 (1900).
No es pequeña la privación que se experimenta cuando la gente se aleja de las reuniones del pueblo de Dios. Como hijos del Altísimo debemos estar presentes en toda reunión del Señor, donde se le pida a su pueblo que esté presente, para impartir la palabra de vida. Todos necesitan luz y toda la ayuda que puedan conseguir, a fin de que cuando hayan oído y recibido los preciosos mensajes del cielo, por medio de los instrumentos señalados por Dios, puedan estar preparados para impartir a otros la luz que se les dio.—Carta 117, 1896.
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