Jueves 23 de mayo: Cómo luchar por tu hijo pródigo
Nos hallamos a veces en el caso de no saber qué hacer; pero podemos llevar los niños a Dios en nuestras oraciones, pidiendo que sean guardados del mal, orando así: “Ahora, Señor, haz tu obra; ablanda y subyuga el corazón de nuestros hijos”; y él nos oirá. El escucha las oraciones de las madres llorosas y afanadas. Cuando Cristo estaba en la tierra, las agobiadas madres le llevaban sus hijos. Pensaban que si ponía las manos sobre sus hijos, se sentirían con mejor ánimo para criarlos en el camino en que tendrían que andar. El Salvador sabía por qué esas madres acudían a él con sus pequeñuelos y reprendió a los discípulos que querían apartarlos, diciendo: “Dejad los niños venir a mí, y no los impidáis; porque de tales es el reino de Dios”. Jesús ama a los pequeñuelos y está observando para ver cómo los padres llevan a cabo su cometido.
La iniquidad abunda por todos lados, y si los niños se salvan será debido a esfuerzos serios y perseverantes. Cristo ha dicho: “Yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados”. Quiso que sus discípulos fuesen santificados, y se hizo él mismo ejemplo de ellos, para que pudieran seguirle. ¿Qué acontecería si los padres y las madres se situasen en la misma posición, diciendo: “Deseo que mis hijos tengan firmes principios y yo les daré un ejemplo de ello con mi vida”? Que la madre no considere demasiado grande sacrificio alguno, si es hecho por la salvación de su familia. Recordad que Jesús dió su vida con el propósito de rescataros de la ruina a vosotros y a vuestros hijos. Tendréis su simpatía y ayuda en esta bendita obra y seréis colaboradores de Dios.
Aunque faltemos en cualquier otra cosa, esmerémonos en la obra por nuestros niños. (La educación cristiana, pp. 152,153)
No hay obra que pueda igualarse a la de la madre cristiana. Esta asume su obra con el sentido de lo que significa criar a sus hijos en la disciplina y admonición del Señor. ¡Cuán a menudo le parecerá su carga más pesada de lo que puede llevar; y cuán precioso será entonces el privilegio de llevarlo todo en oración al Salvador que simpatiza con ella! Puede echar su carga a sus pies y hallar en su presencia una fuerza que la sostendrá y le dará aliento, esperanza, valor y sabiduría en las horas más penosas. ¡Cuán dulce es para la madre agobiada saber que tiene un amigo tal en todas sus dificultades! Si las madres fueran a Cristo con más frecuencia y confiaran más plenamente en él, sus cargas serían más ligeras, y hallarían descanso para sus almas. (El hogar cristiano, p. 183)
El padre ... ligará a sus hijos con el trono de Dios por una fe viva. Desconfiando de su propia fuerza, entrega a Jesús su alma desamparada y traba de la fortaleza del Altísimo. Hermanos, orad en casa, en vuestra familia, a la mañana y a la noche. Orad fervorosamente en vuestra cámara; y mientras os dedicáis a vuestra labor diaria, elevad vuestra alma a Dios en oración. Así fué como Enoc anduvo con Dios. La plegaria silenciosa y ferviente del alma se elevará al trono de gracia como santo incienso y será tan aceptable para Dios como si fuese ofrecida en el santuario. Para todos los que le busquen, Cristo llega a ser una ayuda oportuna en tiempo de necesidad. Serán fuertes en el día de la prueba. (El hogar cristiano, po. 189,190)
Viernes 24 de mayo: Para estudiar y meditar
El hogar cristiano, "Galardon del postrer gran día", pp. 485,486.
El hogar cristiano, "El Dios del cielo oye vuestras oraciones", pp. 184,185.
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