Lunes 22 de julio: "¡Levántate, Dios!"
Cristo ha pesado cada aflicción humana, cada dolor humano. Ha llevado el peso del yugo de cada alma que quiere llevar su yugo con él. Conoce los dolores que sentimos en lo profundo de nuestro ser, y que no podemos expresar. Si ningún corazón humano simpatiza con nosotros, no necesitamos sentir que quedamos sin simpatía. Cristo conoce, y dice: Miradme, y vivid “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Mateo 11:28. He soportado vuestros pesares y llevado vuestros dolores. Encontráis la más profunda y rica simpatía en el tierno y compasivo amor de vuestro Pastor.—The Review and Herald, 18 de mayo de 1897. (A fin de conocerle, p. 49)
Todo lo que Dios requiere es simple confianza: arrojarse en sus brazos con toda su debilidad, su quebrantamiento y su imperfección, y Jesús ayudará al desamparado, y fortalecerá y edificará a los que están convencidos de que son la debilidad misma. Dios será glorificado en su aflicción, mediante la paciencia, la fe y la sumisión ejemplificadas por él. ¡Oh! Esta será la prueba del poder de la verdad que profesamos; es consuelo cuando lo necesitamos; es sostén cuando todo apoyo de naturaleza terrenal, concreto, ha desaparecido. (Testimonios para la iglesia, T. 2, p. 95)
La verdadera grandeza y nobleza del hombre se mide por su poder de subyugar sus sentimientos, y no por el poder que tienen sus sentimientos de subyugarle a él. El hombre más fuerte es aquel que, aunque sensible al maltrato, refrena sin embargo la pasión y perdona a sus enemigos.
Dios nos ha dado fuerza intelectual y moral, pero en extenso grado, cada uno es arquitecto de su propio carácter. Cada día la estructura se acerca más a su terminación. La Palabra de Dios nos amonesta a prestar atención a cómo edificamos, a cuidar de que nuestro edificio esté fundado en la roca eterna. Se acerca el momento en que nuestra obra quedará revelada tal cual es. Ahora es el momento en que todos han de cultivar las facultades que Dios les ha dado y formar un carácter que los haga útiles aquí y alcanzar la vida superior más allá.
La fe en Cristo como Salvador personal dará fuerza y solidez al carácter. Los que tienen verdadera fe en Cristo serán serios, recordando que el ojo de Dios los ve, que el Juez de todos los hombres pesa el valor moral, que los seres celestiales observan qué clase de carácter están desarrollando. (Consejos para los maestros, p. 180, 181)
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