Martes 27 de agosto: Dar como una forma de compartir
La sagacidad del mundo estriba en adquirir fortuna y ganancias en cualquier forma que puedan ser obtenidas. Una acumulación de este tesoro del mundo es la ambición de las personas mundanas. La aspiración y el objetivo de los seguidores de nuestro Señor Jesucristo es llegar a ser cristianos por medio de la abnegación y el sacrificio propio. Ellos mantienen sus ojos en las riquezas eternas que pueden obtener por el renunciamiento de tesoros terrenales a cambio de tesoros celestiales. He aquí las condiciones: El que quiera ser mi discípulo, que lo abandone todo y que me siga. Manteniendo a Cristo en vista, seguir por donde él marque el camino...
“Más bienaventurado es dar que recibir”. Hechos 20:35... La abnegación traerá a la tesorería de Dios los medios necesarios para el adelanto de su obra. De ese modo podemos actuar en sociedad con Cristo.—Carta 52, 1897.
La buena voluntad de los creyentes macedonios para sacrificarse era resultado de la consagración completa. Movidos por el Espíritu de Dios, “a sí mismos se dieron primeramente al Señor” (2 Corintios 8:5); entonces estaban dispuestos a dar generosamente de sus medios para el sostén del Evangelio. No era necesario instarlos a dar; más bien, se regocijaban por el privilegio de privarse aun de las cosas necesarias a fin de suplir las necesidades de otros. Cuando el apóstol quiso contenerlos, le importunaron para que aceptara sus ofrendas. En su sencillez e integridad, y en su amor por los hermanos, se negaban alegremente a sí mismos, y así abundaban en frutos de benevolencia.
Cuando Pablo envió a Tito a Corinto para fortalecer a los creyentes de allí, le indicó que edificara a la iglesia en la gracia de dar; y en una carta personal a los creyentes, él también añadió su propio llamamiento. “Por tanto, como en todo abundáis—les rogó,—en fe, y en palabra, y en ciencia, y en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, que también abundéis en esta gracia.” “Ahora pues, llevad también a cabo el hecho, para que como estuvisteis pronto a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tenéis. Porque si primero hay la voluntad pronta, será acepta, por lo que
tiene, no por lo que no tiene.” “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra: ... para que estéis enriquecidos en todo para toda bondad, la cual obra por nosotros hacimiento de gracias a Dios.” 2 Corintios 8:7, 11, 12; 2 Corintios 9:8-11. (Hechos de los apóstoles, pp. 239, 240)
Cristo guardará los nombres de todos los que no consideran ningún sacrificio demasiado costoso para ofrecerlos a él sobre el altar de la fe y el amor. Él lo sacrificó todo por la humanidad caída. Los nombres de los que son obedientes, los que se sacrifican y los fieles estarán esculpidos en las palmas de sus manos; no serán vomitados de su boca, sino que serán tomados en sus labios y él rogará especialmente en favor de ellos ante el Padre. Cuando los egoístas y orgullosos sean olvidados, ellos serán recordados y sus nombres serán inmortalizados. A fin de ser felices, debemos vivir para hacer felices a otros. Es bueno que presentemos nuestras posesiones, nuestros talentos y nuestros afectos en una agradecida devoción a Cristo, y en esa forma encontraremos felicidad aquí y una gloria inmortal en el más allá.—Testimonies for the Church 3:250, 251. (Conssejos sobre mayordomía cristiana, p. 315)
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