Domingo 27 de octubre:
Quejas del Pueblo
Aun no se había terminado la muralla de Jerusalén cuando se llamó la atención de Nehemías a las condiciones desafortunadas de las clases más pobres del pueblo. Con la intranquilidad que reinaba, los cultivos se habían descuidado en cierta medida. Además, debido a la conducta egoísta de algunos que habían regresado a Judea, la bendición del Señor no descansaba sobre su tierra, y había escasez de cereal.A fin de obtener alimento para sus familias, los pobres se veían obligados a comprar a crédito y a precios exorbitantes. También estaban compelidos a tomar dinero prestado a interés para pagar los gravosos impuestos que les cobraban los reyes de Persia. Y para aumentar la angustia de los pobres, los más ricos de entre los judíos habían aprove chado aquellas necesidades para enriquecerse (Profetas y reyes, p. 477).
Son planes humanos que llevan a la opresión, a la injusticia y a la maldad...
El Dios grande, santo y misericordioso nunca estará de acuerdo con procedimientos deshonestos, ni un solo vestigio de injusticia será defendido por él. Los hombres se han aprovechado de los que suponían que estaban bajo su jurisdicción. Estaban decididos a que esas personas se sometieran a sus condiciones, querían gobernar a toda costa. No habrá cambio concreto hasta que no se haga algo definido para producir un orden de cosas diferente...
Los métodos de Satanás tienden a un solo fin: a hacer que los hombres sean esclavos de los hombres. Y cuando esto se logra, el resul tado es confusión y desconfianza, celos y malas sospechas. Semejante procedimiento destruye la fe en Dios y en los principios que deben imperar para eliminar el engaño y toda especie de egoísmo e hipocresía (Testimonios para los ministros, pp. 359, 360).
Nunca podremos alcanzar la perfección de carácter si no oímos la voz de Dios ni obedecemos su consejo. Esta instrucción no se aplica sencillamente a los que han tenido pruebas que podrían disgustar a sus hermanos, sino que se aplica a los que han sido heridos, a los que han sufrido perjuicios financieros, reproches y críticas, incomprensiones y prejuicios. Los tales no deben permitir que el odio entre en el corazón, ni permitir que surjan los sentimientos negativos cuando consideran a los que los han perjudicado... Como Cristo, perdonaremos a nuestros enemigos, y buscaremos la oportunidad de manifestarles a los que nos han perjudicado que amamos sus almas, y que si podemos, les haremos bien... Si los que nos han perjudicado perseveran en su mala conducta... debemos hacer esfuerzos para reconciliarnos con nuestros hermanos, de acuerdo con el plan bibli co, y tal como Cristo mismo nos ha enseñado. Si nuestros hermanos no quieren reconciliarse, no hablemos entonces de ellos, ni perjudiquemos su influencia, sino dejémoslos en las manos de un Dios justo, que juzga a todos los hombres justamente (Ilijos e hijas de Dios, p. 92).
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