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El Mesías de las 70 semanas

El Mesías de las 70 semanas

La respuesta de Dios a la oración de Daniel y a su pregunta en relación con las 2.300 tardes y mañanas es el anuncio de Gabriel acerca del Mesías: "Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas [ ... ]" (Dan. 9: 25).

La tradición bíblica considera que el Mesías es una persona diferente con una misión divina de salvar al pueblo de Dios. La palabra. hebrea mashiah (mesías) es una'forma pasiva del verbo mashah (ungir). Mashiah (Mesías) designa al individuo "ungido". La persona designada como mesías generalmente se sometía a una ceremonia que le daba inicio a su papel. Alguien ungía a la, persona con aceite, simbolizando la transmisión de fuerza y sabiduría al igual que la fe del que ungía en el éxito del mesías recién designado.
Los sacerdotes, los profetas e incluso los reyes eran ungidos para transformarse en mesías. La historia de Israel registra, varios mesías. La Escritura menciona a· Aarón como mesías (Éxo. 28: 41; Lev. 16: 32), al igual que al profeta Isaías (Isa. 61: 1), a Saúl (2 Sam. 1: 14); David (,1 Sam. 16: 6; 13) e incluso a un príncipe extranjero, Ciro (Isa. 45: 1). La esperanza de Israel así se mantenía de mesías en mesías.

La profecía de las 70 semanas viene como respuesta a la profecía de los 70 años y como la solución absoluta. No es solo un mesías del que nos estamos ocupando en este contexto, sino de el Mesías. Al consultar la profecía de los 70 años, Daniel esperaba un mesías particular, Ciro. Pero la profecía de las 70 semanas es la versión universal de la profecía de los 70 años, como ya lo vemos implícito en el lenguaje del pasaje. Los 70 años,(7 x 10) conducen al mesías del año sabático; mientras que las 70 semanas, o "setenta sietes" (7 x 7 x 10) conducen al Mesías del jubileo. Además, las palabras que en el contexto de la oración de Daniel expresaban una situación particular y rela.tiva; ahora'aparecen en un sentido indefinido y universal. Por ejemplo; la palabra "prevaricación" (ht'), en Daniel 9: 24 al 27, tiene un sentido indefinido (vers. 24')¡ mientras que los versículos 1 al 23 empleaban la misma palabra en'un sentido definido y particular: "hemos pecado" (vers. 5, 8; n, 15); "nuestros pecados" (vers. 16); "mi pecado" (vers. 20), "el pecado de mi puebId' (versó 20). Lo mismo para las palabras "prevaricación", "justicia", "visión~, "profecía", etc. P0r lo tanto, no es de extrañarse, en este contexto; que la palabra "mesías" también tenga un sentido indefinido, universal. Y es la única vez en la Biblia hebrea. El mesías en este pasaje es el Mesías, que abarca 11 todos los demás mesías, el Mesías de los mesías, el Mesías universal.

El resto del pasaje revela la misión del Mesías como universal al abarcar a "muchos" (vers. 27). En la tradición bíblica, la palabra rabbim (muchos) tiene una fuerte connotación universal (ver Esd. 3: 12, Dan. 12: 2). Los profetas a menudo la utilizan para designar a los pueblos y las naciones involucradas en la adoración universal de Dios (Miq. 4: 2). El mesías de este pasaje es el Mesías de todos los pueblos, el Mesías que salvará al mundo.

Y es por ello que este último Mesías conduce al jubileo, la fiesta levítica que simboliza la re-creación del mundo. Es el Sábado de los sábados, que se da cada 7x7 años, un tiempo de grada y de libertad (Isa. 61: 1,2) cuando la humanidad y la naturaleza nacen de nuevo (Lev. 25: 8-17).

Pero la profecía de las 70 semanas también está relacionada con las 2.300 tardes y mañanas. Debido a que Daniel se sentía turbado por la visión de las 2.300 tardes y mañanas, "no la entendía" (Dan. 8: 27), así que consultó la profecía de los 70 años para "entender" (Dan. 9: 2, NVI), lo que posteriormente lo llevó a su visión de las 70 semanas para darte "sabiduría y entendimiento" (vers. 22). La palabra ' clave "entender" es el hilo de oro entretejido a través del pasaje. La profecía de las 70 semanas brinda la información necesaria que faltaba para comprender la profecía de las 2.300 tardes y mañanas. Además, el mismo ángel, Gabriel, ahora reaparece en el capítulo 9 para ayudar a Daniel a "[entended la visión" (vers. 23). Esta misma frase con la misma palabra técnica "visión" (mareh) aparece en el contexto de la profecía de las 2.300 tardes y mañanas (Dan. 8: 16).

Dios envió la profecía de las 70 semanas, que proclamaba la venida del Mesías, para ayudar a "entender" la profecía de las 2.300 tardes y mañanas. Pero la venida del Mesías no es mística, algo que pende por encima la historia. Al contrario, es un acontecimiento situado en el tiempo. Un conjunto de números dados en la profecía nos permite deducir una fecha precisa. Deberíamos advertir a nuestros lectores que el enigma numérico de la,profecía es especialmente desafiante, y requiere paciencia al igual que esfuerzo.

Debemos aclarar tres cosas antes de ,poder decodificar cronológicamente el período profético:.el comienzo, la duración y la conclusión. Después de eso, podemos descubrir el nexo faltante entre la profecía , de las 2.300 tardes y mañanas y la profecía de las 70 semanas.

1. El comienzo

La aparición del Mesías es el resultado de las palabras humanas (davar, Dan. 9: 25) que anuncian la restauración de Jerusalén, que a su vez encuentran eco en las palabras divinas (davar, verso 23) en respuesta a la oración de Daniel. Davar (palabra) aparece en ambos casos. Es decir, la palabra de abajo que anuncia la reconstrucción de Jerusalén es la respuesta a la palabra de arriba que la inspira. Esta palabra es el punto de partida del período profético de las 70 semanas: "Desde la salida de una palabra para restaurar y reconstruir Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, siete semanas y sesenta y dos semanas" (Dan. 9: 25, traducción literal).

El libro de Esdras nos cuenta que la ciudad de Jerusalén sería reconstruida en cumplimiento de tres decretos sucesivos, uno de Ciro, un segundo de Darío y el último de Artajerjes (Esd. 6: 14). El primer decreto, promulgado en 538 por Ciro, inauguró el regreso de los primeros exiliados. Alrededor de cincuenta mil judíos regresaron a su tierra (Esd. 2: 64). Pero el documento esencialmente se centraba en la reconstrucción del Templo. Autorizaba a los sacerdotes a llevarse de vuelta cinco mil cuatrocientos utensilios de culto que anteriormente le habían pertenecido. (Esd. 1: 11). El segundo decreto, promulgado en 519 por Darío l, Histaspes (no Darío el medo), solo confirmaba el de Ciro (Esd. 6: 3-12). Artajerjes, también conocido como Longímano, promulgó el tercer decreto real. Hay varios elementos que señalan que este es el "decreto" mencionado por la profecía:

1. Es el último decreto; por 10 tanto, el único efectivo. De hecho, Esdras uti:liza la palabra "decreto" en singular para designar los tres decretos, como si diera a entender su propósito común.
2. Este decreto es el más minucioso, e involucra tanto la reconstrucción del templo como el restablecimiento de las estructuras políticas y administrativas de Jerusalén (7: 25).
3. Y, finalmente, es el único que explícitamente menciona la intervención de Dios: "Bendito Jehová Dios de nuestros padres, que puso tal cosa en el corazón del rey, para honrar la casa de Jehová que está en Jerusalén, e inclinó hacia mí su misericordia [ ... ]. Y yo, fortalecido por la mano de mi Dios sobre mí, reuní a los principales de Israel para que subiesen conmigo" (vers. 27, 28).

Es significativo el hecho de que este pasaje marque una transición del arameo, el idioma del exilio, al hebreo, el idioma de Israel. El decreto de Artajerjes introduce un cambio lingüístico, una señal tanto para un momento decisivo en la historia de Israel como por el hecho de que la restauración nacional en efecto había comenzado. Según el libro de Esdras, Artajerjes habría promulgado este decreto a fines del séptimo año de su reinado (vers. 8), es decir, al comienzo del otoño de 457 a.E.C./ al igual que Esdras dejó Babilonia el primer día del primer mes y arribó a Jerusalén el primer día del quinto mes (vers. 8, 9). Por consiguiente, 457 es el punto de partida de nuestra profecía.

2. La duración

Estas semanas son proféticas. Por lo tanto, un día corresponde a un año, lo que nos da semanas-años, en vez de semanas-días.

1. Ya el pasaje de Daniel confirma esto. El período de los 70 años de Jeremías, en la introducción (vers. 2, 3), encuentra su eco en las 70 semanas de Daniel en la conclusión (vers. 24-27). Los dos períodos están relacionados en una estructUra quiástica: la primera frase es "setenta años" (A B)¡ la segunda frase está formulada al revés: "semanas setenta" (B¡ A¡):

Este quiasmo ya insinúa la naturaleza de estas semanas al igualar "setenta" con "setenta" y "años" con "semanas". Desde el mismo comienzo, el texto de Daniel 9 debería darnos una directiva en cuanto a qué línea de interpretación seguir: que deberíamos leer estas semanas como semanas de años. Además, inmediatamente después del capítulo 9, las primeras palabras del capítulo 10 directamente confirman la interpretación dada arriba. Cuando menciona tres semanas de ayuno, el texto decide agregar la frase precisa "tres semanas de días" (vers. 2, traducción literal), la única vez que aparece en toda la Biblia una distinción tan cuidadosa, como si distinguiera entre dos tipos de semanas: la semana de año de Daniel 9 y la semana de días del capítulo 10.

2. La ecuación de "día-año" aparece en toda la Biblia. Las narrativas a menudo emplean la palabra "días" (yamim) en el sentido de años, hasta tal punto que la mayoria de las versiones, en realidad, la traducen como "años" (ver Exo. 13: lOj Juec. 11: 40j 1 Sam. 1: 21j 2: 19j 27: 7j Núm. 9: 22; 1 Rey. 11: 42; Gén. 47: 9, etc.). Los pasajes poéticos de la Biblia contienen muchos paralelismos entre "días" y "años": ¿Son tus días como los días del hombre, o tus años como los tiempos humanos?" Oob 10: 5); "Consideraba los días desde el principio, los años de los siglos" (Sal. 77: 5); "A proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro" (Isa. 61: 2).

Este principio también aparece en los textos levíticos. Durante seis años, el agricultor israelita había de trabajar la tierra, pero el séptimo año tenía que dejarla descansar. La Escritura llama sábado al séptimo año de descanso, al igual que el séptimo día de la semana (Lev. 25: 1-7), con la diferencia de que este era un "sábado de años" y no un "sábado de días". La Biblia utiliza el mismo lenguaje en relación con él jubileo: "y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años" (vers. 8). El principio también se aplicaba a la profecía. De ahí, los cuarenta días en que los espías exploraron Canaán se transformaron en cuarenta años de vagar por el desierto. "Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día y conoceréis mi castigo" (Núm. 14: 34). Asimismo, Dios le ordenó al profeta Ezequiel que se acostara de su lado izquierdo por tantos días, donde cada día simbolizaba un año: "Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días, trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel" (Eze. 4: 5).

3. Tanto la tradición judía como la cristiana han entendido las semanas de Daniel como semanas de años. Entre numerosas obras, citamos de la literatura helénica textos tales como el Libro de Jubileos (siglo IIVII a.E.C.), el Testamento de Levi (siglo 1 a.E.C.), 1 Enoc (siglo II a.E.C.); en la literatura- de Qumram (siglo II a.E.C.) textos tales como II Q Melquisedec, 4 Q 384-390 Pseudo-Ezequiel, el Documento de Damasco; en la literatura rabínica, textos tales como el Seder Olam (siglo II E.C.), el Talmud, la Midrash Rabbah, y posteriormente los exégetas clásicos de la Edad Media tales como Saadia Gaon, Rashi, Ibn Ezra en el Miqraoth Gdoloth. Z Todos dan testimonio, desde los tiempos más antiguos, de la validez de nuestra línea de interpretación. El principio de interpretación día--año probablemente sea el principio más antiguo y el más sólido en la exégesis de nuestro pasaje.

Semanas indivisibles. 

Las semanas de años de la visión se supone que conducen a la venida del Mesías: "Hasta el Mesías Príncipe siete semanas y sesenta y dos semanas [ ... ]. Y después de estas sesenta y dos semanas el Mesías será cortado, y ninguno por él" (Dan. 9: 25, 26; traducción literal).

La venida del Mesías ha de suceder después de 62 semanas, que se suman a las 7 semanas. No existe pausa entre las 7 semanas y las 62 semanas, como algunas traducciones podrían insinuar. Y, sin embargo, el texto masorético -el texto puntuado y vocalizado por los masoretas en el siglo X E.C. (nuestra versión hebrea actual)- indica un acento disyuntivo (Athnakh), que indicaría una pausa después de "siete semanas". Pero existen varios elementos que señalan la continuidad.

1. La primera razón es lógica y contextual. Ya la introducción resume las semanas como 70: "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad [ ... ]" (vers. 24). Además, si no tomamos las semanas en el sentido de años, sería ilógica una ruptura después de siete semanas, dando a entender que el Mesías vendría 49 años después de 457 a.E.C. (siete veces siete) en vez de 483 años después de esa fecha (69 veces siete).

2. La segunda razón es estilística. 3 El autor bíblico ha construido la estructura del texto sobre los dos temas entrelazados del Mesías y de Jerusalén, cada uno con una palabra clave distintiva. Cada vez que el texto se refiere al Mesías (Al! Az, A3), aparece la palabra "semanas" (shabuim), mientras que cada vez que el texto habla de Jerusalén (Bl! Bz, B3), aparece la palabra "trinchera"/ "decreto" (hrs). Note la estructura literaria de Daniel 9: 25 al 27 (traducción literal):

A1   Venida del Mesfas (vers. 25a)
(desde la salida de la palabra para restaurar y construir Jerusalén), hasta "el" Mesías Príncipe, 7 semanas y 62 semanas.
B1   Construcción de la ciudad (vers. 25b)
será restaurada y construida con plazas y trincheras en tiempo de problemas.
A2   Muerte del Mesfas (vers. 26a)
después de las 62 semanas será cortado sin ninguna ayuda.
B2   Destrucción de la ciudad (vers. 26b)
y el pueblo del príncipe agresivo destruirá la ciudad y el santuario; su fin será en una inundación; hasta el fin de la guerra se decre, tan desolaciones.
A3   Pacto con el Mesías (vers. 27a)
y él fortalecerá un pacto con muchos por una semana; y en el medio de la semana hará que el sacrificio y la ofrenda cesen para siempre.
B3   Destrucción de la ciudad (vers. 27b)
y en vuelo abominaciones, desolando has atel fin, y luego lo que fue decretado será derramado sobre el poder desolador .

Cada vez aparecen las mismas dos palabras en sus respectivos contextos ("semanas" en el contexto del Mesías, y "trinchera/decreto" en el contexto de Jerusalén). Esa característica literaria relaciona las 7 y las 62 semanas únicamente con el Mesías y no con Jerusalén (así como "trinchera/ decreto" se relaciona con Jerusalén y no con el Mesías). Por consiguiente, inferimos de la estructura que la pausa debería venir recién después de las 62 semanas (y no después de las 7 semanas), como es el caso de las traducciones antiguas, como las de la Biblia Septuaginta, la Biblia Siríaca e incluso la versión Qumram del texto. 4

3. La tercera razón deriva de la sintaxis y el uso del acento disyuntivo masorético, el athnach adjunto a la palabra "siete". De hecho, el uso de athnach no siempre significa separación. Muchas veces se lo utiliza para marcar un énfasis.5 Así, en Génesis 1: 1, el atnach está debajo del verbo bara (crear), obviamente no para marcar una separación entre este verbo y su complemento objeto "cielos y tierra" sino más bien para enfatizar la operación divina de la creación. Si el athnach debiera tomarse como un disyuntivo pleno, molestaría el significado de la oración, haciendo que se lea "En el principio Dios creó. Los cielos y la tierra". Otro ejemplo aparece en Génesis 22: 10, en el que el athnach está puesto en la palabra "cuchillo", no para hacer una separación sino para marcar un énfasis aquí también, una pausa que expresa la idea de que el cuchillo está suspendido. 

El efecto del athnach no es sintáctico y no debería ser interpretado como que marca una separación. Enfatiza el cuchillo que amenaza a Isaac y así sugiere algún tipo de suspenso. Asimismo, en Daniel 9: 24 el athnach está puesto sobre la palabra "siete", para hacer hincapié en la importancia del número 7 en el mensaje profético. De hecho, es de notar que la experiencia profética de Daniel comienza (Dan. 9: 2) con la visión de los 70 años (7 x 10) y concluye con la visión de las 7 semanas (7 x 7 x 10). También es simbólica la forma en que las 70 semanas se dividen para nuevamente mostrar el número 7. En Daniel 9: 25 marca el comienzo de las 70 semanas (7 semanas), y en los versículos 6 al 27, el fin de las 70 semanas (1 semana = 7 días). La razón de este énfasis en el número 7 obviamente es transmitir las ideas de terminación y de salvación final sumadas a la venida del Mesías.

Por lo tanto, las semanas de Daniel 9 constituyen una suma indivisible. Deberíamos leer las 62 semanas en conjunción con las 7 semanas. Sobre la base de la fecha de comienzo de la profecía (457 a.E.C.) y su duración (70 semanas de años) es posible determinar el fin de la profecía y descubrir el acontecimiento al que conduce la profecía.

3. El fin de la profecía

Su venida. La venida del Mesías, por lo tanto, es esperada en 69 semanas de años, es decir, 483 años (69 x 7) desde el punto de partida, 457 a.E.e. La semana 70, entonces, sería el año 27 de nuestra era. La aparición de un individuo llamado "Christos" (traducción griega de la palabra Ungido/ Mesías) señalaría este año. Es precisamente el año en que Jesús fue bautizado y "ungido" por el Espíritu (Luc. 3: 21, 22). Lucas fecha el evento en el año quince del reinado de Tiberio César (vers. 1).6 Jesús inauguró su ministerio como Mesías al leer públicamente, del texto de Isaías, su propia descripción de trabajo en términos del Jubileo: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor" (Luc. 4: 18, 19).

Al mencionar el Jubileo, Jesús se sitúa directamente en la perspectiva de la profecía de las 70 semanas, que describe el mismo evento también en términos del Jubileo (ver arriba). De modo que Jesús se define a sí mismo como el cumplimiento de la profecía: "y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros" (vers. 21).

Su muerte. El texto de la profecía llega hasta a predecir la muerte del Mesías: "Después de las 62 semanas Mesías será cortado [ ... ]. En el medio de la semana hará cesar sacrificio y ofrenda" (Dan. 9: 26, 27, traducción literal).

El texto traduce la violencia implícita en la muerte del Mesías con el verbo "cortar" (krt en la forma Niphal: pasiva). Es interesante notar que el verbo en esta forma generalmente designa, en las partes legales del Pentateuco, a una persona condenada a muerte. El verbo está en un tiempo que implica una acción brutal y definitiva (hebreo imperfecto). Pero la Escritura también describe la muerte del 'Mesías en términos levíticos. El verbo krt pertenece al contexto del pacto hecho posible por medio de los sacrificios. En hebreo, la palabra krt es rica en connotaciones de pacto y del necesario sacrificio del cordero (Gén. 15: 10; Jer. 34: 18).

En otras palabras, Daniel anuncia la muerte del Mesías en términos evocadores del pacto manifestado por la muerte del cordero en el sistema levítico. La introducción de la profecía de las 70 semanas ya hace alusión a esto al mencionar la expiación del pecado (Dan. 9: 24).

La profecía, de este modo, identifica al Mesías con el sacrificio del pacto. Al igual que el cordero, su muerte posibilitó un pacto y aseguró el perdón divino. Todo esto era un lenguaje que los israelitas, al vivir en un contexto en que los sacrificios eran parte de la vida diaria, podían comprender fácilmente. El profeta Isaías utilizó las mismas palabras al describir al siervo sufriente -que no representaba ni a Israel ni al profeta-,7 que también debía morir como un cordero a fin de asegurar el perdón y la salvación: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Isa. 53: 6, 7). Con dio, no es de extrañarse que los judíos en el tiempo de Jesús reconocieran al Mesías como "[ ... ] el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" Juan 1: 29) y fueran capaces de discernir, en los sacrificios diarios ofrecidos en el Templo, una prefiguración del
Mesías-Salvador, "[ ... ] sombra de los bienes venideros [ ... ]" (Heb. 10: 1).

En consecuencia, su muerte debería ocasionar la anulación de los sacrificios: "Pues donde hay remisión de estos [pecados], no hay más ofrenda por el pecado" (vers. 18), justo como había predicho el profeta Daniel: "[ ... ] Hará cesar el sacrificio y la ofrenda. [ ... ]" (Dan. 9: 27).

La muerte del Mesías, por lo tanto, había de ocurrir en el medio de la semana setenta (vers. 27). "Medio" es una mejor traducción del término hebreo hatsi que "mitad", como algunas versiones parecen inferir. En determinados contextos la palabra sí significa "mitad", pero en una situación que implica un período de tiempo siempre significa "medio", como en el caso de nuestro pasaje (ver Éxo. 12: 29; Jos. 10: 13; Juec. 16: 3; Rut 3: 8; Sal. 102: 24). "En el medio de la semana" significa tres años y medio después del año 27, es decir el año 31, el año de la Crucifixión. El tiempo y el significado de
la muerte de Jesús de Nazaret concuerdan perfectamente con la profecía.

La caída de Jerusalén. Luego de la muerte del Mesías, el profeta Daniel se centra en el destino de Jerusalén y del Templo: "Y el pueblo del príncipe agresivo destruirá la ciudad y el santuario; su fin será en una inundación; hasta el fin de la guerra se decretan desolaciones [ ... ] y en vuelo abominaciones, desolando hasta el fin, y luego lo que fue decretado será derramado sobre el poder desolador" (Dan. 9: 26, 27, traducción literal).

La profecía es bastante clara. Se refiere a la caída de Jerusalén y a la destrucción del Templo, pero no fecha el evento. La profecía de las 70 semanas limita los datos cronológicos al evento del Mesías (ver arriba). Solo nos informa que habrá "guerras!', "desolaciones", y "abominaciones", y que la tragedia ocurrirá cronológicamente en algún momento después de la muerte del Mesías.

Un fuerte consenso de la tradición judía reconoce que esta profecía se refiere a los romanos, que "inundaron" la· ciudad y "devastaron" el Templo, ocasionando la "desolación" total. Flavio Josefo 8 que al parecer fue testigo del evento, el Talmud 9 Y los grandes rabinos medievales!O Rashi, !bn Ezra, etc., todos concuerdan con que deberíamos aplicar esta visión profética al sitio de Jerusalén por parte de las legiones de Vespasiano y finalmente por Tito en 70 E.e. Observe que la profecía no cita el evento como un juicio de Dios sobre su pueblo. Todas las referencias a la historia de Jerusalén (la reconstrucción; al igual que la destrucción) sirven como hitos para situar el evento del Mesías. No obstante, a los romanos los denuncia como malvados. El verbo "destruir" (yashhit en Dan. 9: 26) también aparece en Daniel 8: 24 con el poder del mal, el cuerno pequeño, como su súbdito. Además, los romanos son el objeto directo de la retribución divina que "se derrama sobre el desolador", lenguaje que implica a Dios como el agente.

Ahora bien, si el texto implica una posible conexión entre la caída de Jerusalén y los pecados de Israel, nunca sugiere el fin del pueblo judío como lo hace con los romanos. Sí menciona la conclusión del sistema de sacrificios. Y sí da a entender la terminación de la teocracia judía, puesto que el último rey davídico ahora está sentado en el trono celestial. Pero el pueblo judío sobrevive, y todavía sigue adorando y dando testimonio del Dios de Abraham, Isaac, Jacob y Daniel. Muchos de entre ellos reconocieron a Jesús como su Mesías y de este modo llevaron el antiguo testimonio a lugares distantes del mundo.

El pacto. Es de notar que el profeta Daniel no describe la obra del Mesías como un "nuevo pacto", sino más bien como un afianzamiento del pacto original. El pasaje utiliza la palabra "confirmar" o "fortalecer" (higbir, de la raíz gbr, que denota fortaleza). El encuentro con el Mesías no estaba designado para sacar el "nuevo pacto" fuera de Israel; sino que, al contrario, se suponía que fortalecería las raíces y el pacto con el Dios de Israel.

Además, este pacto les incumbe a los rabbim ("muchos"), un término técnico que connota la idea de universalidad. l1 El pacto, por ende, no solo se "fortalecía" con "muchos" judíos, sino también se "extendía" a "muchas" naciones. En contraste con el acontecimiento de la caída de Jerusalén, este evento está situado en el tiempo, porque involucra al Mesías: "Fortalecerá el pacto con muchos: una semana,,!2 (Dan. 9: 27, traducción literal). 

La profecía, entonces, nos lleva hasta ese fin de la última semana de las 70 semanas (34 E.C.). Es de notar que la fecha marca un evento que ha tenido un considerable impacto en la civilización y que a su vez ha sido un evento clave para la salvación de la humanidad. Fue el año en que el mensaje del Dios de Israel explota más allá de los límites de Palestina y alcanza a los gentiles, los "muchos" recién mencionados (Hech. 8). Es también el año de la conversión de Pablo y de su comisión por parte de Cristo (Hech. 9). Al igual que el año en que Dios derramó el Espíritu Santo sobre los gentiles y Pedro recibe su extraña visión que lo insta a predicar a los gentiles.

No obstante, muchos cristianos, en lugar de prestar atención a lo que el Mesías había hecho en favor del mundo, incluyendo a los judíos en primer lugar (ver Rom. 1: 16), prefirieron especular y capitalizar en lo que pensaban que él estaba haciendo en contra de los judíos. Los cristianos se remitían a la profecía de las 70 semanas para justificar el antiguo antisemitismo visceral. Irónicamente, la visión que habla de la esperanza y el amor se convirtió en el pretexto para predicar acerca del "rechazo a los judíos", "'a maldición divina sobre ellos", "el ultimátum de Dios para Israel", etc., donde en ningún lugar el texto de la profecía sugiere un concepto así. El Nuevo Testamento no apoya esa enseñanza. Al contrario, Pablo pregunta: "Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció" (Rom. 11: 1, 2). Y, pocos versículos más adelante, el apóstol se refiere al principio rabínico, Akut Aboth (los méritos del padre), para hacer la misma observación: ''Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios" (vers. 28, 29). Por otro lado, en el mismo capítulo y hablándoles a aquellos cristianos que les gustaba alardear y que despreciaban sus raíces judías, Pablo les advierte: "No te jactes [ ... ]; no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti" (vers. 18). El apóstol aquí revela y denuncia una fuerza motriz detrás del antisemitismo: un rechazo de las raíces judías. Y, porque ellos mismos rechazan a los judíos, esos individuos involucran a Dios en su juicio y así justifican su teología al declarar que: "Dios ha rechazado a los judíos". Al hacer esto, se identifican con Dios, una conducta que los acerca al cuerno pequeño de Daniel 7 y 8. De hecho, al abrigar el antisemitismo, los cristianos, de cualquier denominación, pueden estar asociándose con el cuerno pequeño opresor. En cierto sentido, se convierten en el cuerno pequeño.

Fuente:
Secretos de Daniel, pp. 138-151
Jacques Doukhan



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Hechos 15: 1-17 CONCILIO DE JERUSALÉN Hch 15:1  Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Hch 15:2  Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. Hch 15:3  Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. Hch 15:4  Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Hch 15:5  Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. Hch 15:6  Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asu

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CRISTO Y EL FIN DE LOS DÍAS En las últimas horas de su estadía terrenal, el Jesús encarnado les dirigió estas palabras de consuelo a sus discípulos: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino” (Juan 14:1-4). Aunque sin duda no entendieron completamente el significado de lo que les dijo, ni el tiempo en el que se cumpliría su promesa, los discípulos indudablemente obtuvieron consuelo de las palabras de Jesús. ¿Una habitación en la casa de su Padre? ¿Un lugar que Jesús mismo les estaba preparando? Seguramente, eso sería mejor que cualquier lugar de este mundo en el que se encontraban en ese momento. De hecho, no mucho antes, mientras estaba reunido con sus discípulos,

El Libro de Apocalipsis - 1º Trimestre 2019

EL LIBRO DE APOCALIPSIS  CONTENIDO Introducción ........................................................................................................ 2 1. El evangelio de Patmos.................................................................................... 5 2. En medio de los candeleros............................................................................ 12 3. Los mensajes de Jesús a las siete iglesias ..................................................... 19 4. Digno es el Cordero........................................................................................ 26 5. Los siete sellos................................................................................................ 33 6. El pueblo de Dios es sellado........................................................................... 40 7. Las siete trompetas.......................................................................................... 47 8. Satanás, un enemigo derrotado .......................