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Lunes 21 de octubre: Los profetas alientan

Lunes 21 de octubre: Los profetas alientan

Aunque sus campos estaban incultos y sus escasas provisiones se agotaban rápidamente, a pesar de que estaban rodeados por pueblos hostiles, los israelitas avanzaron por la fe, en respuesta al llamamiento de los mensajeros de Dios, y trabajaron diligentemente para reedificar el templo en ruinas. Era un trabajo que requería una firme confianza en Dios. Mientras el pueblo procuraba hacer su parte y obtener una renovación de la gracia de Dios en su corazón y en su vida, le fue dado un mensaje tras otro por medio de Ageo y Zacarias, para asegurarle que su fe tendría rica recompensa y que las palabras de Dios acerca de la gloria futura del templo cuyos muros se estaban levantando no dejarían de cumplirse. En ese mismo edificio se vería, vencido el plazo, al Deseado de todas las gentes como Maestro y Salvador de la humanidad.

No se dejó por tanto a los constructores luchar solos; estaban "con ellos los profetas de Dios que les ayudaban” (Esdras 5:2); y el mismo Jehová de los ejércitos había dicho: "Esfuerzate, ... y obrad: porque yo soy con vosotros". Hageo 2:4 (Profetas y reyes, p. 423).

Hoy también el Señor declara a sus hijos: "Esfuerzate, ... y obrad: porque yo soy con vosotros". El creyente tiene siempre en el Señor a un poderoso auxiliador. Tal vez no sepamos cómo nos ayuda; pero esto sabemos: Nunca falta su ayuda para aquellos que ponen su confianza en él. Si los cristianos pudieran saber cuántas veces el Señor ordenó su camino, para que los propósitos del enemigo acerca de ellos no se cumplieran, no seguirían tropezando y quejándose. Su fe se estabilizaría en Dios, y ninguna prueba podría moverlos. Le reconocerían como su sabiduría y eficiencia, y él haría que se cumpliese lo que él desea obrar por su medio.

Las fervientes súplicas y palabras de aliento dadas por medio de Ageo fueron recalcadas y ampliadas por Zacarias, a quien Dios suscitó al lado de aquél para que también instara a Israel a cumplir la orden de levantarse y edificar. El primer mensaje de Zacarías expresó la seguridad de que nunca deja de cumplirse la palabra de Dios, y prometió bendiciones a aquellos que escuchasen la segura palabra profética (Profetas y reyes, p. 422).

He aquí la promesa: "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar, antes dará también juntamente con la tentación la salida". Mantened hasta el fin vuestra firmeza cristiana y no murmuréis contra Dios... Considerad los valores eternos que todo esto abarca. No podéis desanimaros y desechar vuestra confianza. El Señor os ama; confiad en él. El Señor Jesús es vuestra única esperanza. Haced obra segura con resultados eternos. No debéis murmurar, ni quejaros ni condenaros a vosotros mismos. No descuidéis ningún medio de gracia. Estimulad a vuestra alma para que crea y confie en Dios. En el Señor tenemos justicia y fortaleza. Apoyaos en él, y por su poder podréis apagar los ardientes dardos del adversario, y resultar más que vencedores (Mi vida hoy, p. 323).

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