Lunes 28 de octubre:
Contra el Espíritu de La Ley
Después que regresaron los desterrados de Babilonia, hubo oca siones en que los judíos pudientes obraron en forma directamente contraria a esas órdenes. Cuando los pobres se habían visto obligados a pedir dinero prestado para pagar su tributo al rey, los ricos se lo habían prestado, pero cobrándoles un interés elevado... Muchos habían tenido que vender en servidumbre a sus hijos e hijas; y no parecía haber para ellos esperanza de mejorar su condición, ni medio de redimir a sus hijos ni sus tierras, y solo veían delante de sí la perspectiva de una angustia cada vez pcor, nccesidad perpetua y esclavitud. Eran, sin embargo, de la misma nación, hijos del mismo pacto que sus hermanos más favore cidos (Profetas y reyes, pp. 477, 478).
Debido a la pobreza, algunos [niños) eran vendidos como escla vos por sus padres. Otros, que eran sentenciados por crímenes por los jueces, eran vendidos como esclavos. El Señor especificó que aun ésos no debían ser tenidos como esclavos más de siete años. Al final de ese tiempo cada siervo recibía su libertad o, si así prefería, se le permitía quedar con su amo. Así resguardó Dios los intereses de los humildes y de los oprimidos. Así ordenó un noble espíritu de generosidad, y animó a todos a cultivar un amor por la libertad, porque el Señor los había hecho libres. Cualquiera que rehusara la libertad cuando tenía el privilegio de recibirla, era marcado. Este no cra un distintivo de honor por él, sino una señal de ignominia. Así Dios fomentaba el cultivo de un espíritu elevado y noble, más bien que un espíritu de servidumbre y esclavitud (Comentarios de Elena G. de White en Comentario biblico adventista del séptimo dia, t. 1, p. 1120).
Asegurémonos de que nuestras almas están en perfecta relación con Dios, de modo que el Señor pueda enseñarnos, guiarnos y revelarnos su voluntad. Por favor, consideremos estas cosas. Dediquemos mucho tiempo a orar. El Señor es nuestro auxilio, nuestra fuerza y nuestro bastión. Si caminamos humildemente con Dios y tememos y glorificamos su nombre, estará en nuestros pensamientos y corazones, y llcgaremos a ser semejantes a él. Examinemos diligentemente nuestro corazón, y obtengamos la sabiduría que solo Dios puede otorgar... Todo nuestro pueblo necesita tratar ahora de recibir el Espíritu Santo. No participemos de discusiones; por el contrario, dejemos a un lado las disensiones y contiendas, y tratemos de contestar la oración que aparece en el (capítulo 17) de Juan (Cada día con Dios, p. 22).
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