Martes 8 de octubre: Nehemías se expresa
NEHEMíAS, uno de los desterrados hebreos, ocupaba un cargo de influencia y honor en la corte de Persia. Como copero del rey, tenía libre acceso a la presencia real. En virtud de su puesto, y gracias a su capacidad y fidelidad, había llegado a ser amigo y consejero del rey. Sin embargo, y a pesar de gozar del favor real y de verse rodeado de pompa y esplendor, no olvidaba a su Dios ni a su pueblo. Con el más hondo interés, su corazón se volvía hacia Jerusalén y sus esperanzas y goces se vinculaban con la prosperidad de esa ciudad. Por medio de este hombre, al que la residencia en la corte persa había preparado para la obra a la cual se le iba a llamar, Dios se proponía bendecir a su pueblo en la tierra de sus padres. (Profetas y reyes, p. 464)
Durante cuatro meses Nehemías aguardó una oportunidad favorable para presentar su petición al rey. . . Tenía un cometido sagrado que cumplir, para el cual necesitaba ayuda del rey; y comprendía que mucho dependía de que presentase el asunto en forma que obtuviese su aprobación y su auxilio. Dice él: "Entonces oré al Dios de los cielos". En esa breve oración, Nehemías se acercó a la presencia del Rey de reyes, y ganó para sí un poder que puede desviar los corazones como se desvían las aguas de los ríos.
La facultad de orar como oró Nehemías en el momento de su necesidad es un recurso del cual dispone el cristiano en circunstancias en que otras formas de oración pueden resultar imposibles. . . En momentos de dificultad o peligro repentino, el corazón puede clamar por ayuda a Aquel que se ha comprometido a acudir en auxilio de sus fieles creyentes cuando quiera que le invoquen. En toda circunstancia y condición, el alma cargada de pesar y cuidados, o fieramente asaltada por la tentación, puede hallar seguridad, apoyo y socorro en el amor y el poder inagotables de un Dios que guarda su pacto ( Profetas y Reyes , págs. 464-467) (Conflicto y valor, p. 262)
En años pasados, he hablado en favor del plan de presentar nuestra obra misionera y su progreso ante nuestros amigos y vecinos, y me he referido al ejemplo de Nehemías. Y ahora deseo instar a nuestros hermanos a estudiar nuevamente la experiencia de este hombre de oración, fe y sólido juicio quien se atrevió a pedir a su amigo, el rey Artajerjes, ayuda para promover los intereses de la causa de Dios.
Los hombres de oración deben ser hombres de acción. Los que están listos a trabajar y dispuestos a hacerlo, hallarán las formas y los medios. Nehemías no dependió de la incertidumbre. Los medios de los cuales carecía los solicitó de aquellos que podían otorgarlos.— The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904. (Servicio cristiano, pp. 183-184)
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