Domingo 17 de novíembre:
La Idea del Pacto
Cuando venga Cristo, la tierra temblará delante de él, y los cielos se enrollarán como un pergamino, y todo monte y toda isla se removerá de su lugar. "Vendrá nuestro Dios, y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo. Ju.ntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y los cielos declararán su justicia, porque Dios es el juez". Salmos 50:3-6 (Fe y obras, p. 120).
Muchos de nosotros no nos damos cuenta de la relación de convenio en que estamos ante Dios como pueblo suyo. Estamos bajo las obligaciones más solemnes de representar a Dios y a Cristo. Debemos cuidarnos de deshonrar a Dios al profosar ser su pueblo, y luego actuar directamente en forma contraria a su voluntad. Nos estamos preparando para trasladarnos. Entonces actuemos como si nos hubiéramos trnsladado. Preparémonos para las mansiones que Cristo ha ido a disponer para aquellos que le aman (Nuestra elevada vocación, p. 370).
Todos los que se apartan voluntariamente de los mandamientos de Dios se colocan bajo la dirección de Satanás. Muchos juegan con el mal, pensando que podrán romper con él cuando quieran; pero quedan cada vez más engafíados hasta que se encuentran dominados por una voluntad más fuerte que la suya. No pueden substraerse a su misterioso poder. El pecado secreto o la pasión dominante puede hacer de ellos cautivos tan ine,tes como el endemoniado de Capemaúm.
Sin embargo, su condición no es desesperada. Dios no domina nuestra mente sin nuestro consentimiento, sino que cada hombre está. libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo.
El endemoniado, en vez de oraciones, solo podía pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza (El ministerio de curación, pp. 61, 62).
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