Martes 3 de diciembre:
Dos formidables coros de acción de gracias
Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente. [Éxodo 15:1].Este canto y la gran liberación que conmemoraba hicieron una impresión imborrable en la memoria del pueblo hebreo. Siglo tras siglo fue repetido por los profetas y los cantores de Israel para atestiguar que Jehová es la fortaleza y la liberación de los que confían en él...
Tal fue el espíritu que saturaba el canto de liberación de Israel, y es el espíritu que debe morar en el corazón de los que aman y temen a Dios. Al libertar nuestras almas de la esclavitud del pecado, Dios ha obrado para nosotros una liberación todavía mayor que la de los hebreos ante el Mar Rojo... Las bendiciones diarias que recibimos de la mano de Dios, y sobre todo, la muerte de Jesús para poner la felicidad y el cielo a nuestro alcance, debieran ser objeto de constante gratitud...
Todos los habitantes del cielo se unen para alabar a Dios. Aprendamos el canto de los ángeles ahora, para que podamos cantarlo cuando nos unamos a sus huestes resplandecientes. Digamos con el salmista: “Alabaré a Jehová en mi vida: cantaré salmos a mi Dios mientras viviere" [Salmos 146:2] (La maravillosa gracia de Dios, p. 352).
Educad el alma en la alegría, la gratitud y la expresión de gracias a Dios por el gran amor con que nos ha amado... La alegría cristiana es la belleza misma de la santidad.
Mientras el pesar y la ansiedad no pueden remediar un solo mal, pueden causar muchísimo daño; en tanto que la alegría y la esperanza, al mismo tiempo que iluminan el sendero a los demás, son vida a los que las hallan, y medicina a toda carne” (Hijos e hijas de Dios, p. 170).
¿Por qué no despertamos la voz del himno espiritual en los días de nuestro peregrinaje? ... Necesitamos estudiar la Palabra de Dios, necesitamos meditar y orar. Entonces tendremos visión espiritual para discernir los atrios interiores del templo celestial, Percibiremos los acordes de acción de gracia entonados por el coro celestial alrededor del trono. Cuando Sión se levante y resplandezca, su luz será más penetrante, y se escucharán himnos de alabanza y gratitud en la asamblea de los santos. Las pequeñas desilusiones y dificultades se perderán de vista,
El Señor es nuestro ayudador... Nadie confió jamás en Dios. Nunca chasquea a quienes ponen su confianza en él. Si tan solo hicieramos la obra que el Señor quisiera que hiciésemos, siguiendo las pisadas de Jesús, nuestros corazones se convertirían en arpas sagradas, y cada uno de sus acordes emitiría alabanza y acción de gracias a Aquel que fue enviado por Dios a quitar el pecado del mundo (Conflicto y valor, p. 218).
En el Santuario del cielo los ángeles escuchan los testimonios de los testigos de Cristo que están en el atrio de la tierra, y las alabanzas y los agradecimientos que proceden de la iglesia de abajo, son llevados arriba en la antífona celestial, y la alabanza y el gozo resuenan a través de las cortes celestiales porque Cristo no murió en vano por los hijos caídos de Adán... En cada asamblea de los santos, aquí abajo, los ángeles de Dios están escuchando las alabanzas, los agradecimientos, las súplicas que ofrece el pueblo de Dios mediante testimonios, cantos y oraciones. Que ellos recuerden que sus alabanzas son apoyadas por los coros de las huestes angélicas de arriba (Nuestra elevada vocación, p. 169).
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