Sábado 30 de noviembre
Adoración al Señor
Los obreros empeñados en preparar los materiales de construcción encontraron entre las ruinas algunas de las inmensas piedras que se habían llevado al sitio del templo en los tiempos de Salomón. Las acomodaron para poder usarlas, y se proveyó además mucho material nuevo; de manera que pronto la obra hubo progresado al punto en que debía ponerse la piedra fundamental. Esto se hizo en presencia de muchos miles que se habían congregado para contemplar el progreso de la obra y para expresar su gozo por tener una parte en ella. Mientras se estaba colocando la piedra angular, el pueblo, acompañado por las trompetas de los sacerdotes y los címbalos de los hijos de Asaf, "cantaban, alabando y confesando a Jehová, y decían: Porque es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel” (Profetas y reyes, p. 411).
Después de que fue acabado el templo, Salomón llamó a todo el pueblo de Israel, y muchas otras naciones vinieron a presenciar la dedicación de la casa de Dios. Fue dedicada con gran esplendor. Salomón se dirige al pueblo, y busca arrancar de las mentes de todos los presentes las supersticiones que han nublado las mentes de las naciones paganas en cuanto a Jehová. Les dice que Dios no es como los dioses paganos, que son confinados a los templos construidos para ellos; sino que el Dios de Israel se encontrará con ellos por medio de su Espíritu cuando el pueblo se reúne en la casa dedicada a su adoración.
Salomón se arrodilla delante de Dios en presencia de toda la inmensa congregación y ofrece su súplica a Dios...
“Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová. Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre" [2 Crónicas 7:1-3] (Spiritual Gifts, 1. 4a, p. 98).
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