Martes 17 de diciembre:
Desde el comienzo, Cristo ha elegido a su pueblo para que salga del mundo y requiere que se separe de él, y que no tengan comunión con las obras infructuosas de las tinieblas. Si aman a Dios y guardan sus mandamientos distarán mucho de tener amistad con el mundo y de amar sus placeres. No hay concordia entre Cristo y Belial.
El profeta Esdras, y otros fieles siervos de la iglesia judía, se asombraron cuando los príncipes acudieron a ellos diciendo: “El pueblo de Israel, y los sacerdotes y levitas, no se han apartado de los pueblos… y hacen conforme a sus abominaciones” Esdras 9:1. “Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente como éste, ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape? Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto”. Esdras 9:13-15 (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 252, 253).
La orden del Señor, “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14), no se refiere solamente al matrimonio de los cristianos con los irreligiosos, sino a cualquier clase de asociación en la que las partes están en íntima vinculación, y que requiera armonía de espíritu y acción. El Señor dio directivas especiales a los israelitas para que se mantuvieran separados de los idólatras. No debían casarse con las mujeres de éstos ni darles las suyas en matrimonio, ni formar ninguna clase de asociación con ellos: “Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro Dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es”. Éxodo 34:12-14 (Mensajes selectos, t. 2, p. 139).
Hay personas que han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; pero reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa; y propenden a dudar de si sus corazones han sido regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles que no cedan a la desesperación. A menudo tenemos que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por causa de nuestras culpas y equivocaciones; pero no debemos desanimarnos. Aun si somos vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede por nosotros…. El desea reconciliaros con él, quiere ver su pureza y santidad reflejadas en vosotros. Y si tan sólo estáis dispuestos a entregaros a El, el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de nuestro Señor Jesucristo (El camino a Cristo, p. 64).
Esdras Reacciona
El profeta Esdras, y otros fieles siervos de la iglesia judía, se asombraron cuando los príncipes acudieron a ellos diciendo: “El pueblo de Israel, y los sacerdotes y levitas, no se han apartado de los pueblos… y hacen conforme a sus abominaciones” Esdras 9:1. “Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente como éste, ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape? Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto”. Esdras 9:13-15 (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 252, 253).
La orden del Señor, “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14), no se refiere solamente al matrimonio de los cristianos con los irreligiosos, sino a cualquier clase de asociación en la que las partes están en íntima vinculación, y que requiera armonía de espíritu y acción. El Señor dio directivas especiales a los israelitas para que se mantuvieran separados de los idólatras. No debían casarse con las mujeres de éstos ni darles las suyas en matrimonio, ni formar ninguna clase de asociación con ellos: “Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro Dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es”. Éxodo 34:12-14 (Mensajes selectos, t. 2, p. 139).
Hay personas que han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; pero reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa; y propenden a dudar de si sus corazones han sido regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles que no cedan a la desesperación. A menudo tenemos que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por causa de nuestras culpas y equivocaciones; pero no debemos desanimarnos. Aun si somos vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede por nosotros…. El desea reconciliaros con él, quiere ver su pureza y santidad reflejadas en vosotros. Y si tan sólo estáis dispuestos a entregaros a El, el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de nuestro Señor Jesucristo (El camino a Cristo, p. 64).
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