Lunes, 6 de enero:
[En] ninguna parte encontraremos una ilustración más abarcante y eficaz de la verdadera temperancia y de sus consiguientes bendiciones que la que proporciona la historia del profeta Daniel y sus compañeros en la corte de Babilonia...
No fue el orgullo o la ambición lo que llevó a estos jóvenes a la corte del rey, a la compañía de quienes no conocían ni temían al verdadero Dios. Ellos fueron llevados cautivos a una tierra extraña, y la Sabiduría infinita los había puesto allí donde estaban. Ellos consideraron su situación, con sus dificultades y peligros; y entonces, en el temor de Dios, hicieron su decisión. Aun a riesgo de desagradar al rey, serían fieles a la religión de sus padres. Obedecieron la ley divina, tanto natural como moral, y la bendición de Dios les dio fuerza y donaire y poder intelectual (Reflejemos a Jesus, p. 133).
La pregunta que debe hacerse (cada persona)... es: ¿Debo consultar mi inclinación y complacer mi apetito, o debo seguir los dictados de la conciencia y mantener mi cabeza libre y preservar mis facultades físicas, absteniéndome de toda práctica que las debilite? ¿Caeré como presa de las costumbres del mundo... o me alejaré de toda costumbre cuyos resultados sean cnvilecedores? ¿No honraré a Dios antes que agradar al mundo?...
Daniel y sus compañeros comprendieron que estaban en juego los principios, y que no podían soportar ninguna transigencia con el tentador. La luz y la verdad que se reflejan del trono de Dios fueron de más aprecio para ellos que cualquier honor que los hombres podían concederles. Es el privilegio de los jóvenes de hoy ser tan limes y fieles ... como lo fueron los jóvenes judíos en el reino de Babilonia... Dios honró a Daniel, y él honrará a todo joven que siga la conducta que adoptó Daniel al honrarlo (Nuestra elevada vocación, p. 271).
¿Qué habría acontecido si Daniel y sus compañeros hubieran tran sigido con los funcionarios paganos y hubieran cedido a la presión de la oportunidad, comiendo y bebiendo como era usual para los babilonios?
Este solo abandono de los principios habría debilitado su sentido de lo justo y su aborrecimiento de lo erróneo. La complacencia del apetito habría envuelto el sacrificio del vigor físico, la claridad del intelecto, y el poder espiritual. Un paso falso habría conducido probablemente a otros, hasta que, al cortarse su vinculación con el cielo, habrían sido arrastrados por la tentación. Dios ha dicho: "Honraré a los que me honran". 1 Samuel 2:30. Mientras Daniel se aferró a su Dios con inconmovible confianza, el espiritu del poder profético vino sobre él. Mientras era instruido por los hombres en los deberes de la corte, Dios le enseñaba a leer los misterios de las edades futuras, y a presentar a las generaciones del porvenir por medio de símbolos y similes, los maravillosos acontecimientos que habrían de suceder en los últimos días (La edificación del carácter, pp. 22, 23).
No fue el orgullo o la ambición lo que llevó a estos jóvenes a la corte del rey, a la compañía de quienes no conocían ni temían al verdadero Dios. Ellos fueron llevados cautivos a una tierra extraña, y la Sabiduría infinita los había puesto allí donde estaban. Ellos consideraron su situación, con sus dificultades y peligros; y entonces, en el temor de Dios, hicieron su decisión. Aun a riesgo de desagradar al rey, serían fieles a la religión de sus padres. Obedecieron la ley divina, tanto natural como moral, y la bendición de Dios les dio fuerza y donaire y poder intelectual (Reflejemos a Jesus, p. 133).
La pregunta que debe hacerse (cada persona)... es: ¿Debo consultar mi inclinación y complacer mi apetito, o debo seguir los dictados de la conciencia y mantener mi cabeza libre y preservar mis facultades físicas, absteniéndome de toda práctica que las debilite? ¿Caeré como presa de las costumbres del mundo... o me alejaré de toda costumbre cuyos resultados sean cnvilecedores? ¿No honraré a Dios antes que agradar al mundo?...
Daniel y sus compañeros comprendieron que estaban en juego los principios, y que no podían soportar ninguna transigencia con el tentador. La luz y la verdad que se reflejan del trono de Dios fueron de más aprecio para ellos que cualquier honor que los hombres podían concederles. Es el privilegio de los jóvenes de hoy ser tan limes y fieles ... como lo fueron los jóvenes judíos en el reino de Babilonia... Dios honró a Daniel, y él honrará a todo joven que siga la conducta que adoptó Daniel al honrarlo (Nuestra elevada vocación, p. 271).
¿Qué habría acontecido si Daniel y sus compañeros hubieran tran sigido con los funcionarios paganos y hubieran cedido a la presión de la oportunidad, comiendo y bebiendo como era usual para los babilonios?
Este solo abandono de los principios habría debilitado su sentido de lo justo y su aborrecimiento de lo erróneo. La complacencia del apetito habría envuelto el sacrificio del vigor físico, la claridad del intelecto, y el poder espiritual. Un paso falso habría conducido probablemente a otros, hasta que, al cortarse su vinculación con el cielo, habrían sido arrastrados por la tentación. Dios ha dicho: "Honraré a los que me honran". 1 Samuel 2:30. Mientras Daniel se aferró a su Dios con inconmovible confianza, el espiritu del poder profético vino sobre él. Mientras era instruido por los hombres en los deberes de la corte, Dios le enseñaba a leer los misterios de las edades futuras, y a presentar a las generaciones del porvenir por medio de símbolos y similes, los maravillosos acontecimientos que habrían de suceder en los últimos días (La edificación del carácter, pp. 22, 23).
Cuáles son en detalle las verdaderas formas o fórmulas de honrar a Dios???, Cuando lo estoy deshonrando ??
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