Domingo, 9 de febrero:
Almas celosas
Hay quienes observan con mente alerta y oídos atentos para captar
al vuelo cualquier escándalo. Reúnen pequeños incidentes que pueden
ser insignificantes en sí mismos, pero que se repiten y exageran ... La
puerta de la mente debe estar cerrada para el 'Dicen que', o 'He oído
decir que'. ¿Por qué, en lugar de permitir que los celos o las malas
sospechas entren en nuestro corazón, no vamos a nuestros hermanos, y
después de presentarles en forma franca, pero bondadosa, las cosas que
hemos oído decir en detrimento de su carácter y su influencia, oramos
con ellos y por ellos? ...
"Cultivemos diligentemente los puros principios del evangelio de
Cristo: La religión que proviene, no de la estima propia, sino del amor,
la mansedumbre y la humildad de corazón. Entonces amaremos a nuestros hermanos y los estimaremos más que a nosotros mismos. Nuestra
mente no se espaciará en escándalos ni rumores. Sino que 'todo lo que
es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno
de alabanza, en esto pensad"' (Testimonios para los ministros, p. 505).
No debéis sentiros libres de descuidar el deber actual y todavía
abrigar la idea de que, en algún futuro, seréis los receptáculos de una
gran bendición cuando se efectúe un maravilloso reavivamiento, sin
ningún esfuerzo de vuestra parte. Hoy habéis de entregaros a Dios para
que os haga vasos de honra aptos para su servicio. Hoy habéis de entregaros a Dios para que seáis vaciados del yo, vaciados de la envidia, los
celos, las malas conjeturas, las contiendas, de todo lo que deshonre a
Dios. Hoy habéis de tener purificado vuestro vaso para que esté listo
para el rocío celestial, listo para los chaparrones de la lluvia tardía, pues
vendrá la lluvia tardía y la bendición de Dios llenará cada alma que esté
purificada de toda contaminación. Nuestra obra hoy es rendir nuestra
alma a Cristo para que podamos ser hechos idóneos para el tiempo del refrigerio de la presencia del Señor: idóneos para el bautismo del
Espíritu Santo (Mensajes selectos, t. 1, p. 223).
Todo aquel que ama la causa de la verdad debiera orar por el derramamiento del Espiritu. Y en cuanto esté en nuestro poder, debemos
suprimir todo lo que impida que él actúe. El Espíritu Santo no podrá
nunca ser derramado mjentras los miembros de la iglesia alberguen
divergencias y amarguras los unos hacia los otros. La envidia, los celos,
las malas sospechas y las maledicencias son de Satanás, y cierran eficazmente el camino para que el Espíritu Santo no intervenga. No hay
nada en este mundo que sea tan precioso para Dios corno su iglesia.
No hay nada que él proteja con un celo más esmerado. No hay nada
que ofenda tanto a Dios como un acto que perjudique la influencia de
aquellos que le sirven. Él llamará a cuenta a todos los que ayuden a
Satanás en su obra de criticar y desalentar (Testimonios para la iglesia,
t. 6, p. 49).
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