Jueves, 27 de febrero:
El calendario profético
La historia de las naciones que sucesivamente ocuparon el tiempo y el lugar que se les asignó, y que inconscientemente dieron testimonio de la verdad cuyo significado ignoraban, tiene un mensaje para nosotros. Dios ha asignado un lugar en su gran plan a toda nación y a todo individuo de la actualidad. Hoy los hombres y las naciones son medidos por la plomada que sostiene Aquel que no se equivoca. Todos deciden su destino por su propia resolución, y Dios dirige todo para que se cumplan sus propósitos.
La historia que el gran Yo Soy ha trazado en su Palabra, al unir los eslabones de la cadena profética desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, nos dice dónde estamos hoy en el transcurso de los siglos, y qué es lo que se puede esperar del futuro. Todo lo que la profecía anunció que sucedería hasta el presente, ha sido registrado en las páginas de la historia, y podemos estar seguros de que todo lo que vendrá aún se cumplirá en su orden (La educación, p. 178).
El tiempo de la venida de Cristo, su ungimiento por el Espíritu Santo, su muerte y la proclamación del evangelio a los gentiles, habían sido indicados en forma definida. Era privilegio del pueblo judío comprender estas profecías, y reconocer su cumplimiento en la misión de Jesús. Cristo instó a sus discípulos a reconocer la importancia del estudio de la profecía. Refiriéndose a la que fue dada a Daniel con respecto a su tiempo, dijo: "El que lee, entienda". Mateo 24: 15. Después de su resurrección, explicó a los discípulos en "todos los profetas" "lo que de él decían". Lucas 24:27. El Salvador había hablado por medio de todos los profetas. "El espíritu de Cristo que estaba en ellos" "prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de ellas".
Fue Gabriel, el ángel que sigue en jerarquía al Hijo de Dios, quien trajo el mensaje divino a Daniel. Fue a Gabriel, "su ángel", a quien envió Cristo para revelar el futuro al amado Juan; y se pronuncia una bendición sobre aquellos que leen y oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas en ella escritas. Apocalipsis l :3.
''No hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas". Aunque "las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios ... las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre". Amós 3:7; Deuteronomio 29:29. Dios nos ha dado estas cosas, y su bendición acompañará al estudio reverente, con oración, de las escrituras proféticas (El Deseado de todas las gentes, p. 201).
Viernes, 28 de febrero: Para estudiar y meditar
La fe por la cual vivo, "Purificación de las cosas celestiales", p. 208.
Mensajes selectos, "La justicia de Cristo en la ley", t. 1, pp. 278-281.
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