Jueves, 6 de febrero:
La caída de Babilonia
"Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios". Este cuadro se adapta a todos los tiempos. Podéis hacer planes para obtener
meros goces egoístas, podéis allegaros tesoros, podéis edificaras grandes y altas mansiones, como los edificadores de La antigua Babilonia;
pero no podéis edificar muros bastante altos ni puerta bastante fuerte
para impedir el paso de los mensajeros de la muerte. El rey Belsasar
"hizo un gran banquete" en su palacio, "y alabaron a los dioses de oro y
de plata, de metal, de hierro, de madera, y de piedra". Pero la mano del
Invisible escribió en la pared las palabras de su condena, y se oyó a las
puertas de su palacio el paso de los ejércitos hostiles. "La misma noche
fue muerto Belsasar, rey de los caldeos", y un monarca extranjero se
sentó en el trono (Daniel 5:30).
Vivir para sí es perecer. La codicia, el deseo de beneficiarse a sí
mismo, separa al alma de la vida. El espíritu de Satanás es conseguir,
atraer hacia sí. El espíritu de Cristo es dar, sacrificarse para bien de los
demás. "Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y
esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida: el que no
tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida" (1 Juan 5: 11, 12) (Palabras de
vida del gran Maestro, p. 203).
Quienes estén imbuidos del espíritu que actuó sobre Daniel, no
serán orgullosos ni estrechos de mente, sino que decidirán ponerse fümemente del lado de Jo correcto. En todas sus asociaciones, ya sea con
sus hermanos o con otros, no se apartarán de los principios, al mismo
tiempo que mostrarán una paciencia similar a la de Cristo (Consejos
sobre la salud, p. 151 ).
El cristiano es primero un recién nacido en Cristo. Luego se transforma en niño. Debe realizar continuos avances en proporción a las
oportunidades y privilegios que se le conceden. Siempre debe recordar
que no es suyo, que ha sido comprado con precio y que debe hacer el
mejor uso posible de los talentos que se le han confiado. Aun en la
infancia de su entendimiento espiritual el cristiano debe esforzarse para
hacer el más decidido avance hacia la vida más elevada, más santa. Ha
de reconocer que es un labrador junto con Dios ...
Nunca ha de sentirse autosuficiente, sino que debe estimarlo todo
como pérdida por la excelencia del conocimiento de su Señor, Cristo
Jesús. Debe caminar y obrar en compañerismo con su Salvador. A
medida que lo haga, su fe aumentará. Al contemplar continuamente a
Cristo, será transformado a la misma imagen y carácter de su Señor (In
Heavenly Places, p. 183; parcialmente en En los lugares celestiales, p.
185).
Viernes, 7 de febrero:
Para estudiar y meditar
Maranatha, "¿Lloraremos o nos regocijaremos?", p. 39.
En los lugares celestiales, "Edificando sobre Cristo", p. 132.
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