Miércoles, 5 de febrero:
Pesado y hallado falto
En vano trató el rey de leer las letras ardientes. Encerraban un
secreto que él no podía sondear, un poder que le era imposible comprender o contradecir. Desesperado, se volvió hacia los sabios de su reino
en busca de ayuda. Su grito frenético repercutió en la asamblea, cuando invitó a los astrólogos, caldeos y adivinos a que leyesen la escritura ...
Pero de nada valió la súplica que dirigió a sus consejeros de confianza
ni su ofrecimiento de ricas recompensas. La sabiduría celestial no puede
comprarse ni venderse. "Todos los sabios del rey ... no pudieron leer la
escritura, ni mostrar al rey su declaración". Les era tan imposible leer
los caracteres misteriosos como lo había sido para los sabios de una
generación anterior interpretar los sueños de Nabucodonosor (Profetas
y reyes, pp. 386, 387).
El ánimo carnal es enemistad contra Dios, y se rebela contra su
voluntad. Deséchese el yugo de la obediencia, y aquel ánimo cae
inconscientemente en la iniquidad del delito. La iniquidad abunda entre
los que hablan elocuentemente de la libertad religiosa pura y perfecta.
Su conducta es aborrecible para el Señor, y son colaboradores del
adversario de las almas. Desvían sus ojos de la luz revelada, y las bellezas de la santidad son tan solo sombras para ellos ...
Se me ba mostrado lo que es el hombre sin conocimiento de la
voluntad de Dios. Los crímenes y la iniquidad llenan su vida. Pero
cuando el Espíritu de Dios le revela el significado pleno de la ley, ¡qué
cambio se produce en su corazón! Como Belsasar, lee inteligentemente
la escritura del Todopoderoso, y la convicción se apodera de su alma.
Los truenos de la Palabra de Dios le sacan de su letargo, y pide misericordia en el nombre de Jesús. Y Dios escucha siempre con oído voluntario esa humilde plegaria. Nunca aparta al penitente sin consolarlo
(Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 17, 18).
El gran día del Señor está cerca. Cuando Cristo aparezca en las
nubes de los cielos, los que no lo ban buscado de todo corazón, los que
ban permitido que se los engañe, ciertamente perecerán. Nuestra única
seguridad consiste en ser bailados en Cristo por medio del arrepentimiento y la confesión y debido a que nuestros pecados ban sido borrados. Los que quieran buscar hoy al Señor fervientemente, dispuestos a
humillar sus corazones ante él, y a abandonar sus pecados, serán preparados para formar parte de la familia real y ver al Rey en su hermosura,
por medio de la santificación de la verdad ...
Hemos sido invitados a ser el pueblo especial del Señor en un sentido mucho más elevado de lo que muchos comprenden. El mundo yace
en maldad y el pueblo de Dios tiene que salir de él y mantenerse separado. Tiene que estar libre de las costumbres y los hábitos mundanos.
No debe concordar con los sentimientos del mundo; por el contrario,
los suyos deben ser distintos, como pueblo peculiar del Señor que es,
manifestando fervor en todos sus servicios. No tiene que comulgar con
las obras de las tinieblas (Cada día con Dios, p. 246).
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