Jueves, 2 de abril:
El poder transformador de la Palabra
Josías se conmovió hondamente al oír por primera vez leer las exhortaciones y amonestaciones registradas en ese antiguo manuscrito. Nunca antes había comprendido tan claramente la sencillez con que Dios había presentado a Israel “la vida y la muerte, la bendición y la maldición” (Deuteronomio 30:19); y cuán a menudo se le había instado a escoger el camino de la vida a fin de llegar a ser una alabanza en la tierra, una bendición para todas las naciones. Por medio de Moisés se había exhortado así a Israel: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos: que Jehová tu Dios es el que va contigo: no te dejará, ni te desamparará”. Deuteronomio 31:6...Estos pasajes y otros similares revelaron a Josías el amor de Dios hacia su pueblo, y su aborrecimiento por el pecado. Al leer el rey las profecías de los juicios que habrían de caer prestamente sobre los que persistiesen en la rebelión, tembló acerca del futuro. La perversidad de Judá había sido grande — Profetas y reyes, pp. 289, 292.
El rey Josías... rasgó sus vestiduras, y requirió de los hombres en el sagrado oficio que preguntaran por él y por su pueblo; porque se habían apartado de los estatutos del Señor. Reunió a todos los hombres de Israel, e hizo leer las palabras del libro a oídos de la congregación. Se señaló el pecado de los gobernantes y del pueblo, y el rey se levantó ante ellos y confesó su transgresión. Manifestó su arrepentimiento e hizo un pacto para guardar los estatutos del Señor con todo su corazón. Josías no descansó hasta que el pueblo hizo todo lo que podía para retornar de su apostasía y servir al Dios viviente -Reflejemos a Jesús, p. 49.
Las verdades de la Palabra de Dios son la expresión del Altísimo. El que convierte esas verdades en parte de su vida llega a ser en todo sentido una nueva criatura. No recibe nuevas facultades mentales; en cambio, desaparecen las tinieblas que debido a la ignorancia y el peca do entenebrecían su entendimiento. “Te daré un corazón nuevo” quiere decir: “Te daré una mente nueva”. Al cambio de corazón lo acompaña siempre una clara convicción del deber cristiano, y la comprensión de la verdad. El que con oración da atención estricta a las Escrituras tendrá conceptos claros y juicios sanos, como si al volverse hacia Dios hubiera alcanzado un plano superior de inteligencia — Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 464.
El conocimiento de Dios es tan elevado como el cielo, y tan ancho como la tierra... Solamente los que leen las Escrituras como si fuera la voz de Dios hablándoles, son verdaderos discípulos. Tiemblan ante la Palabra de Dios, que para ellos es una realidad viviente. Estudian, buscan un tesoro escondido. Abren el entendimiento y el corazón para recibir, y oran suplicando gracia celestial, a fin de poder obtener una preparación para la vida futura e inmortal. Cuando se pone en sus manos la antorcha celestial, el hombre ve su propia fragilidad, su debilidad, su desesperanza, y busca justicia para sí mismo. Ve que en sí mismo no hay nada que lo recomiende a Dios. Ora en súplica por el Espíritu Santo, el representante de Cristo, para que sea su guía constante, que lo dirija a toda verdad. Todo el conocimiento obtenido en esta vida de prueba, el cual nos ayudará a formar caracteres que nos capacitarán para ser compañeros con los santos en luz, es una verdadera educación. Nos proporcionará bendiciones a nosotros y a otros en esta vida, y nos asegurará la vida futura e inmortal, con sus riquezas imperecederas — Sons and Daughters of God, p. 125; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 127.
Viernes, 3 de abril: Para estudiar y meditar
Consejos para los maestros, “Estudiad la Biblia por vosotros mis mos”, pp. 444, 445;
El conflicto de los siglos, “Nuestra única salvaguardia”, pp. 579 587.
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