Martes, 24 de marzo:
La resurrección
En medio de los cielos conmovidos hay un claro de gloria indescriptible, de donde baja la voz de Dios semejante al ruido de muchas aguas, diciendo: "Hecho es". Apocalipsis 16: 17 ...
Los sepulcros se abren y "muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua". Daniel 12:2. Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su ley. "Los que le traspasaron" (Apocalipsis 1 :7), los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y obedientes ...
Desde el cielo se oye la voz de Dios que proclama el día y la hora de la venida de Jesús, y promulga a su pueblo el pacto eterno ... Y cuando la bendición es pronunciada sobre los que honraron a Dios santificando su sábado, se oye un inmenso grito de victoria (El conflicto de los siglos, pp. 620, 621, 623).
Mientras tanto, los santos que lo esperan estarán mirando al cielo, como los "varones galileos" cuando ascendió desde el monte de las Olivas. Luego, sólo los que son santos, los que han seguido enteramente al manso Modelo, exclamarán con gozoso arrobamiento al contemplarlo: "He aquí este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará". Y serán transformados "en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta", esa trompeta que resucita a los santos dormjdos y los llama a levantarse de sus lechos de polvo, revestidos de gloriosa inmortalidad, exclamando: "¡Victoria! ¡Victoria! sobre la muerte y el sepulcro". Los santos transformados son arrebatados junto con ellos para encontrar al Señor en el aire, para no separarse nunca más del objeto de su amor.
Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar para sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto íntimo, en constante comunión con Dios. Sobre ellos ha nacido la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocirnjento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Ahora se regocijan en los rayos no empañados de la refulgencia y la gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo; pues tienen el cielo en su corazón (Hijos e hijas de Dios, p. 362).
En la primera resurrección el Dador de la vida llamará a la posesión que él ha comprado, y hasta esa hora de triunfo, en la cual resonará la trompeta final y el vasto ejército se adelantará para apropiarse de la victoria eterna, todo santo que duerme será salvaguardado y protegido como una joya preciosa, a la cual Dios conoce por nombre. Gracias al poder del Salvador que moraba en ellos mientras vivían y debido a que fueron participantes de la naturaleza divina, serán levantados de entre los muertos (Hijos e hijas de Dios, p. 361).
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