Miércoles, 11 de marzo:
Un gran conflicto
Me siento impulsada a exhortar a las iglesias a despertar del sueño. Debemos luchar contra adversarios invisibles y sobrenaturales. Hemos de ponemos toda la armadura de Dios, a fin de que podamos estar preparados para las batallas que tendremos que pelear diariamente.
Exhorto a quienes han recibido luz y conocimiento a orar más fervientemente, y a acudir "al socorro de Jehová, al socorro de Jehová contra los fuertes". Jueces 5:23. ¿Quiénes son estos fuertes enemigos? Son los poderes que, en los días de Daniel, trataron de impedir que los mensajeros celestiales convencieran al rey de Persia acerca de la obra que tenía que hacer.
Nuestra obra de proclamar la segunda venida de Cristo es similar a la de Juan el Bautista, el precursor de Cristo en su primera venida. Hemos de proclamar al mundo el mensaje: "Cercano está el día grande de Jehová". "Prepárate para venir al encuentro de tu Dios" Sofonías 1:14; Amós 4:12. Hemos de hacer mucho más de lo que ya hicimos (Reflejemos a Jesús, p. 193).
Las palabras del ángel: "Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios", demuestran que ocupa un puesto de alto honor en los atrios celestiales. Cuando fue a Daniel con un mensaje, dijo: ''Ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel [Cristo] vuestro príncipe". El Salvador habla de Gabriel en el Apocalipsis diciendo que "la declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo". Y a Juan, el ángel declaró: "Yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas". ¡Admirable pensamiento, que el ángel que sigue en honor al Hijo de Dios es el escogido para revelar los propósitos de Dios a los hombres pecaminosos! (EL Deseado de todas las gentes, pp. 73, 74).
Hay lugar en la obra de Dios para todos los que sean llenos con el espíritu de sacrificio propio. Tenemos una solemne tarea delante de nosotros. Dios está llamando a hombres y mujeres que estén dispuestos a experimentar angustia de alma ... que estén consagrados a su obra.
Necesitamos ... hombres que tengan una sólida experiencia en las cosas del Señor, que cuando encuentren dificultades se tomen firmemente de la obra, diciendo: No fracasaremos ni nos desanimaremos. Queremos hombres que fortalezcan y edifiquen la obra, no que derriben o busquen destruir lo que otros están tratando de hacer. Necesitamos hombres y mujeres con los cuales Dios pueda obrar ... Queremos obreros que no estén impregnados de egoísmo, que no sean autosuficientes ...
¡Oh, cuántos que están absorbidos por las pequeñas cosas de la vida, podrían hacer una noble obra con abnegación y sacrificio propio! ... Ellos hacen un mundo de un átomo y un átomo de un mundo. Han llegado a ser torrentes secos, porque no imparten a otros el Agua de la Vida (Reflejemos a Jesús, p. 193).
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