Domingo, 5 de abril:
La revelación divina de la Biblia
Estamos sumamente agradecidos de poseer la segura palabra profética, así que ninguno de nosotros necesita ser engañado. Sabemos que actualmente existen herejías y fábulas en nuestro mundo, y deseamos conocer cuál es la verdad. Para lograr ese conocimiento nos conviene investigar cuidadosamente por nosotros mismos. Pero no se lo puede lograr con una simple lectura de la Biblia, sino que se necesita comparar un texto con otro. Debemos escudriñar las Escrituras por nosotros mismos, para que no nos descarriemos; y aunque muchos pierdan el camino debido a la diversidad de doctrinas que hay en nuestro mundo, hay una sola verdad. Muchos se podrán acercar a ustedes para decirles que tienen la verdad, pero ustedes tienen el privilegio de escudriñar las Escrituras por su propia cuenta. “¡A la ley y al testimonio! si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido". Necesitamos tener un conocimiento personal de las Escrituras, para que podamos comprender la verdadera razón de la esperanza que hay en nosotros – Exaltad a Jesús, p. 108.Las Escrituras fueron dadas a los hombres, no en una cadena continua de declaraciones ininterrumpidas, sino parte tras parte a través de generaciones sucesivas, a medida que Dios en su providencia veía una oportunidad adecuada para impresionar a los hombres en varios tiempos y en diversos lugares. Los hombres escribieron a medida que fueron movidos por el Espíritu Santo. Hay primero el brote, después el capullo y después el fruto; “primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”. Esto es exactamente lo que son las declaraciones de la Biblia para nosotros...
Aquellos cuyo corazón está en armonía con la verdad y el deber, escudriñarán las Escrituras con un corazón preparado para recibir impresiones divinas. El alma iluminada ve una unidad espiritual, una gran hebra de oro que corre por todo el conjunto, pero se requieren paciencia, meditación y oración para rastrear la preciosa hebra áurea ---Mensajes selectos, t. 1, pp. 22, 23.
La Palabra de Dios es un gran Libro educador. Pero mientras muchos pretenden respetarla, ponen otros libros por encima de ella. Se exalta la razón humana por sobre la divina. ¿Puedo hablar claramente y dar un testimonio definido? Si la Palabra de Dios hubiera sido considerada como siempre lo debió ser, como la voz de Dios que habla a los hombres, la fuente de toda sabiduría, de toda verdad, de la más elevada educación, los niños, jóvenes y padres habrían hecho de ella no sola mente motivo de su estudio, sino su maestra y su guía...
La Biblia es el libro de texto, y debería ser estudiada diligentemente, no como se lee cualquier libro. Debe ser para nosotros el libro que satisface las necesidades del alma. Este libro hará sabio para la salvación al hombre que lo estudie y lo obedezca. Así como el alimento no puede nutrir el cuerpo a menos que se lo coma y se lo digiera, tampoco puede la Palabra del Dios vivo satisfacer el alma a menos que se la reciba como Maestra de un sistema de educación superior, que está por encima de todo artificio humano; a menos que sus principios sean obedecidos porque son la sabiduría de Dios (Cada día con Dios, p. 125.)
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