Cómo consideraban la Biblia Jesús y los apóstoles
Sábado de tarde, 11 de abril[El hombre limitado] debe tomar la Palabra de Dios al pie de la letra, luego apreciarla tal como es, incorporarla en la vida y entretejerla en el carácter. En la Palabra de Dios está plenamente revelado todo lo que concierne a la salvación de los hombres, y si tomamos esta Palabra y la comprendemos en la mejor forma en que nos es posible, Dios nos ayudará en su comprensión.
Las mentes humanas sin la ayuda especial del Espíritu de Dios considerarán que muchas cosas de la Biblia son muy difíciles de comprender, porque les falta esclarecimiento divino. Los hombres no deben ocuparse de la Palabra de Dios ensalzando su propia manera de obrar, o su propia voluntad, o sus propias ideas, sino deben ocuparse de ella con un espíritu dócil, humilde y santo.
Nunca tratéis de escudriñar las Escrituras a menos que estéis listos a escuchar, a menos que queráis escuchar la Palabra de Dios como si la voz divina os estuviera hablando directamente desde los oráculos vivientes. Nunca permitáis que un hombre mortal juzgue la Palabra de Dios o dictamine cuánto de ella es inspirado y cuánto no es inspirado, o que esta porción es más inspirada que algunas otras porciones. Dios le amonesta que se retire de ese terreno. Dios no le ha dado una obra tal para hacer —Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 931.
El apóstol Pedro dice que hay en las Escrituras cosas “difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen... para perdición de sí mismos”. 2 Pedro 3:16. Las dificultades de la Escritura han sido presentadas por los escépticos como argumentos contra la Biblia; pero lejos de serlo, constituyen una fuerte evidencia de su inspiración divina. Si mencionase de Dios solo aquello que se pudiese comprender fácilmente; si su grandeza y majestad pudiesen ser comprendidas por las mentes finitas, la Biblia no llevaría las inequívocas credenciales de la autoridad divina. La misma grandeza y el misterio de los temas presentados, deben inspirar fe en ella como palabra de Dios —Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 655.
Esto airó aún más a los fariseos. No solo había violado la ley, a juicio de ellos, sino que al llamar a Dios “mi Padre”, se había declarado igual a Dios. Juan 5:18.
Toda la nación judía llamaba a Dios su Padre, y por lo tanto no se habrían enfurecido si Cristo hubiese dicho tener esa misma relación con Dios. Pero le acusaron de blasfemia, con lo cual demostraron entender que él hacía este aserto en su sentido más elevado.
Estos adversarios de Cristo no tenían argumento con que hacer frente a las verdades que presentaba a su conciencia. Lo único que podían citar eran sus costumbres y tradiciones, y éstas parecían débiles cuando se comparaban con los argumentos que Jesús había sacado de la Palabra de Dios -El Deseado de todas las gentes, p. 178.
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