Martes, 2 de junio:
Daniel, Nabucodonosor y Babilonia
Daniel y sus compañero... fueron corteses, bondadosos, respetuosos, poseían la gracia de la mansedumbre y la modestia. Y ahora que Daniel y sus compañeros fueron llevados a la prueba, se colocaron totalmente del lado de la justicia y de la verdad. No actuaron caprichosamente, sino inteligentemente. Decidieron que así como la carne no había compuesto su dieta en el pasado, tampoco sería incluida en su dieta en el futuro; y como el uso del vino había sido prohibido a todos los que debían ocuparse en el servicio de Dios, decidieron que no participarían de él...Daniel y sus compañeros no sabían cuál sería el resultado de su decisión. Solo sabían que podría costarles la vida, pero determinaron mantenerse en el recto camino de la estricta temperancia aun en la corte de la licenciosa Babilonia... El buen comportamiento de estos jóvenes obtuvo para ellos el buen favor. Dejaron su caso en las manos de Dios, y siguieron una disciplina de abnegación y temperancia en todas las cosas. Y el Señor cooperó con Daniel y sus compañeros In Heavenly Places, p. 261; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 263.
El desarrollo propio es nuestro primer deber hacia Dios y nuestros prójimos. Debiera cultivarse hasta el más alto grado de perfección cada facultad con que Dios nos ha dotado, a fin de que podamos realizar la mayor cantidad de bien de que somos capaces. Por lo tanto, es provechosamente empleado el tiempo que se destina al establecimiento y la preservación de una sólida salud física y mental. No podemos permitirnos empequeñecer o dañar una sola función, de la mente o del cuerpo por el trabajo excesivo o por el abuso de cualquier parte de la maquinaria viviente. Tan ciertamente como lo hagamos, sufriremos las consecuencias –Conducción del niño, p. 395.
Cuando un alma se ha convertido cabalmente, los malos hábitos naturales desaparecen con la ayuda de Cristo, y todas las cosas son hechas nuevas. Entre los que profesan ser siervos de Cristo, debería existir un ferviente propósito, tal como el que manifestó Daniel en la corte de Babilonia. Sabía que Dios era su fortaleza y su escudo, su vanguardia y su retaguardia. Entre las corrupciones que lo rodearon en la corte de Babilonia, se mantuvo libre de las imágenes y los sonidos que podían seducirlo y hacerlo caer en la tentación. Cuando sus deberes requerían que estuviera presente en escenas de orgía, intemperancia y la más baja idolatría, cultivó el hábito de orar silenciosamente, y así lo protegió el poder de Dios. Tener la mente elevada hacia Dios será beneficioso en todo tiempo y lugar...
Que el alma cultive el hábito de contemplar al Redentor del mundo... Hay ayuda disponible en Uno que es poderoso. Jesús ha dado su vida para que cada persona pueda obtener abundante ayuda en él —That I May Know Him, p. 247; parcialmente en A fin de conocerle, p. 246.
Comentarios
Publicar un comentario