Domingo, 21 de junio:
La Palabra viva de Dios y el Espíritu Santo
El Espíritu divino obra por medio de los poderes y facultades otorgados al hombre. Por naturaleza, no estamos capacitados para armonizar nuestros propósitos, deseos e inclinaciones con la voluntad de Dios; pero si tenemos el deseo de que Dios cree en nosotros la voluntad, el Salvador lo efectuará por nosotros, "destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento a la obediencia de Cristo”. 2 Corintios 10:5.El que desea adquirir un carácter fuerte y armónico, el que desea ser un cristiano equilibrado, debe dar todo y hacer todo por Cristo; porque el Redentor no aceptará un servicio a medias. Diariamente debe aprender el significado de la entrega propia. Debe estudiar la Palabra de Dios, aprendiendo su significado y obedeciendo sus preceptos. Así puede alcanzar la norma de la excelencia cristiana: día tras día Dios trabaja con él, perfeccionando el carácter que resistirá el tiempo de la prueba final; y día tras día el creyente está efectuando ante hombres y ángeles un experimento sublime, el cual demuestra lo que el evangelio puede hacer en favor de los seres humanos caídos - Los hechos de los apóstoles, pp. 384, 385.
Los obreros de Dios deben vivir en perfecta sumisión a la voluntad de Dios. Existe el peligro de que obremos en contra de la voluntad de Dios; porque el hombre quiere obrar a su modo, suponiendo que es la mejor forma de cumplir los propósitos del Señor. Pero no podemos actuar a nuestro gusto y manera. Dios debe obrar en nosotros, por nosotros y por medio de nosotros. Debemos ser en las manos de Dios como la arcilla en las del alfarero, para que él nos modele de acuerdo con la semejanza divina.
Nuestros corazones necesitan ser plenamente consagrados a Dios. No tratemos de hacer las cosas a nuestro modo. Dios nos ha dado su verdad para santificar, refinar y ennoblecer plenamente al hombre — Cada día con Dios, p. 63.
Los cristianos deben distinguirse del mundo como los portaestandartes de Dios, que muestren en sus vidas la influencia de la gracia transformadora de Cristo. Se los ha reunido para que se sienten con Cristo en lugares celestiales, para que puedan revelar al mundo, a los ángeles y a los hombres una representación perdurable del mundo eterno. Deben mantener la palabra de vida, advirtiendo a los hombres acerca de las demandas obligatorias de la ley de Dios. Dios quiere que sus siervos sean superiores. Desea que obedezcan sus preceptos que son más elevados que los del mundo: preceptos que son una copia de su carácter... Dios derramará el poder del Espíritu Santo sobre todos los que quieran colaborar con él en el cultivo de sus dotes y talentos, para que estén en un terreno ventajoso - A fin de conocerle, p. 303.
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