Lunes, 22 de junio:
Aprendamos de Jesús
Aquellos que comprenden su debilidad confían en un poder más elevado que el yo, y mientras contemplan a Dios, Satanás no tiene poder contra ellos. Pero aquellos que confían en el yo son fácilmente derrotados. Recordemos que si no prestamos atención a las precauciones que Dios nos da, hay una caída ante nosotros. Cristo no salvará de las heridas a aquel que se coloca por su voluntad en el terreno del enemigo. Deja que el autosuficiente, que actúa como si supiera más que su Señor, siga en su supuesta fortaleza. Luego viene el sufrimiento y una vida inválida, o tal vez la derrota y la muerte.En la batalla, el enemigo se aprovecha de los puntos más débiles en la defensa de aquellos a quienes ataca. Aquí es donde hace sus asaltos más fieros. El cristiano no debiera tener ningún punto débil en su defensa. Debiera estar protegido por el sostén que las Escrituras dan a aquel que hace la voluntad de Dios. El alma tentada ganará la victoria si sigue el ejemplo de Aquel que hizo frente al tentador con estas palabras: “Escrito está”. Puede estar seguro bajo la protección de un “Así dice Jehová” —Nuestra elevada vocación, p. 309.
Satanás llegóse con palabras de la inspiración divina, pues dijo: “Porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”. Pero Jesús le respondió: “Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios”. Quería Satanás que Jesús presumiese de la misericordia de su Padre, y arriesgara la vida antes de cumplir su misión. Esperaba que fracasase el plan de salvación, pero este plan estaba cimentado tan profundamente que Satanás no podía entorpecerlo ni desbaratarlo.
Cristo es el ejemplo para todos los cristianos. Cuando la tentación les asalte o se les disputen sus derechos, deben sobrellevarlo paciente mente. No se han de considerar con derecho a pedir al Señor que ostente su poder para darles la victoria sobre sus enemigos, a menos que por ello Dios haya de recibir honra y gloria. Si Jesús se hubiese arrojado al suelo desde las almenas del templo, no hubiera glorificado con ello a su Padre, porque nadie sino Satanás y los ángeles de Dios habrían presenciado aquel acto. Y hubiera sido tentar a Dios para que desplegase su poder ante su más acerbo enemigo. Hubiera sido mostrarse condescendiente con aquel a quien Jesús había venido a vencer –Primeros escritos, p. 156. El universo celestial había sido testigo de las armas que fueron escogidas por el Príncipe de la vida: las palabras de la Escritura, "escrito está”; y las armas usadas por el príncipe del mundo: la falsedad y el engaño. Ellos habían visto al Príncipe de la vida moverse en líneas rectas de verdad, honestidad e integridad, mientras que el príncipe del mundo ejercía su poder con astucia, hábil secreto, intriga, enemistad y venganza. Habían visto a Aquel que llevaba el estandarte de la verdad sacrificarlo todo, aun su vida para sostener la verdad, mientras que el que llevaba el estandarte de la rebelión continuaba fortaleciendo sus acusaciones contra el Dios de verdad — Reflejemos a Jesús, p. 52.
QUE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO BENDIGA A TODOS LOS QUE ESPERAN EN ÉL,CON ESTE MENSAJE ESPIRITUAL Y DE SALVACIPN.
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