9. LA MENTE, LA CIUDADELA
La capital del
cuerpo.
Cada órgano del cuerpo ha sido hecho para estar subordinado a la mente. Es ella
la capital del cuerpo. -EC 14 (1872).
La mente controla al hombre entero. Todos nuestros actos, buenos o malos,
tienen su origen en la mente. Es la mente la que adora a Dios y nos une con los
seres celestiales. Sin embargo, muchos pasan toda su vida sin llegar a ser
inteligentes con respecto al alhajero que contiene este tesoro. - FE 426
(1896).
El cerebro controla al cuerpo.
Hay muchos inválidos hoy que permanecerán así porque no se los puede convencer
de que su experiencia no es confiable. El cerebro es la capital del cuerpo, el
asiento de todas las fuerzas nerviosas y de la acción mental. Los nervios que
salen del cerebro controlan el cuerpo. Por medio de los nervios del cerebro,
las impresiones mentales se transmiten a todos los nervios del cuerpo como por
hilos telegráficos, y ellos controlan la acción vital de cada parte del
sistema. Todos los órganos del movimiento son gobernados por las comunicaciones
que reciben del cerebro. -3T 69 (1872).
Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre sí son el único
medio por el cual el cielo puede comunicarse con el hombre, y afectan su vida
más íntima. -1JT 254 (1870).
Satanás ataca las facultades de percepción. (Nota: Véase el capítulo 35, La
influencia de la percepción.*)
Satanás se presenta al hombre con sus tentaciones en la forma en que se
presentó a Cristo: como ángel de luz. Ha estado trabajando para debilitar
física y moralmente al hombre a fin de vencerlo con sus tentaciones, y luego
triunfar sobre su ruina. Y ha tenido acceso a aquellos que están esclavizados
por los apetitos, sin tener en cuenta los resultados. Bien sabe él que es
imposible al hombre desempeñar sus obligaciones para con Dios y sus semejantes
mientras malogra las facultades que Dios le ha dado. El cerebro es la capital
del cuerpo. Si las facultades perceptivas son entorpecidas por cualquier clase
de intemperancia, no se disciernen las cosas eternas. - RH , 8 de sept. de
1874; MJ 234.
La tiranía de la costumbre.
La fuerza o la debilidad de la mente tienen mucho que ver con nuestra utilidad
en este mundo y con nuestra salvación final. Es deplorable la ignorancia que ha
prevalecido con respecto a la ley de Dios y nuestra naturaleza física. La
intemperancia de cualquier clase es una violación de las leyes de nuestro ser.
La imbecilidad prevalece en un grado terrible. El pecado se hace atrayente bajo
el manto de luz con que Satanás lo cubre, y él se complace en retener el mundo
cristiano en sus hábitos diarios bajo la tiranía de las costumbres, como los
paganos, y gobernado por el apetito. - RH , 8 de sept. de 1874; MJ 235.
Vigilemos la ciudadela.
Todos deberían sentir la necesidad de mantener la naturaleza moral fortalecida
por una vigilancia constante. Como centinelas fieles, deberían guardar la
ciudadela del alma, y nunca sentir que pueden aflojar su vigilancia ni por un
momento. -CH 411 (1879).
La mente bien educada no vacila.
La mente debe ser adiestrada por medio de pruebas diarias hasta lograr hábitos
de fidelidad, hasta obtener un sentido de las exigencias de lo recto y del
deber por sobre las inclinaciones y los placeres. Las mentes así educadas no
vacilarán entre lo correcto y lo equivocado, como si fuera una caña mecida por
el viento; pero tan pronto como el problema se presenta ante ellas, descubren
de inmediato el principio que está involucrado, e instintivamente eligen lo
correcto sin debatir largamente el asunto. Son leales porque se han adiestrado
por medio de hábitos de fidelidad y de verdad. -3T 22,(1872).
La ciudadela no protegida.
Por la contemplación somos transformados. Aunque formado a la imagen de su
Hacedor, el hombre puede educar de tal modo su mente que el pecado que una vez
despreciaba llegue a ser un placer para él. Al dejar de velar y orar, deja de
proteger la ciudadela, el corazón, y se compromete con el pecado y el crimen.
La mente se envilece, y es imposible elevarla de la corrupción mientras se
adiestra para esclavizar los poderes morales e intelectuales y ponerlos bajo la
sujeción de pasiones groseras. Ha de mantenerse una guerra constante contra la
mente carnal; y necesitamos ser auxiliados por la influencia refinadora de la
gracia de Dios, la cual atraerá la mente hacia arriba y la habituará a meditar
sobre cosas puras y santas. -2T 479 (1870).
Manantial de vida o muerte.
"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Col.
3: 1, 2). El corazón es la ciudadela del hombre. De él manan la vida o la
muerte. Mientras su corazón no esté purificado, una persona queda descalificada
para tener parte alguna en la comunión de los santos. ¿No sabe el que escudriña
el corazón quiénes están permaneciendo en pecado, sin consideración por sus
almas? ¿No hubo acaso un testigo que vio las cosas más secretas de la vida de
cada uno?
Fui obligada a oír las palabras dichas por algunos hombres a mujeres y niñas:
palabras de adulación, palabras que querían engañar e infatuar. Satanás emplea
todos estos medios para destruir almas. Algunos de vosotros podéis haber sido
así sus agentes; y en tal caso, tendréis que afrontar estas cosas en el juicio.
El ángel dijo acerca de esta clase: "Su corazón no ha sido nunca entregado
a Dios. Cristo no está en ellos. La verdad no está allí. Su lugar está ocupado
por el pecado, el engaño y la mentira. No creen la Palabra de Dios ni actúan de
acuerdo con ella". -2JT 208, 209 (1889).
El ocio, la complacencia propia y la seguridad: traidores dentro de los
muros.
Los israelitas fueron inducidos al pecado, precisamente cuando se hallaban en
una condición de ocio y seguridad aparente. Se olvidaron de Dios, descuidaron
la oración, y fomentaron un espíritu de seguridad y confianza en sí mismos. El
ocio y la complacencia propia dejaron la ciudadela del alma sin resguardo
alguno, y entraron pensamientos viles y degradados. Los traidores que moraban
dentro de los muros fueron quienes destruyeron las fortalezas de los sanos
principios y entregaron a Israel en manos de Satanás. Así precisamente es cómo
Satanás procura aún la ruina del alma. Antes que el cristiano peque
abiertamente, se verifica en su corazón un largo proceso de preparación que el
mundo ignora. La mente no desciende inmediatamente de la pureza y la santidad a
la depravación, la corrupción y el delito. Se necesita tiempo para que los que
fueron formados en semejanza de Dios se degraden hasta llegar a lo brutal o
satánico. Por la contemplación nos transformamos. Al nutrir pensamientos
impuros en su mente, el hombre puede educarla de tal manera que el pecado que
antes odiaba se le vuelva agradable. -PP 490 (1890).
El tabaco adormece la sensibilidad.
De cualquier manera que se use el tabaco, afecta la constitución del ser. Es un
veneno lento. Afecta el cerebro y adormece la sensibilidad de modo que la mente
no pueda discernir claramente las cosas espirituales, especialmente aquellas
verdades que podrían tener una tendencia a corregir su sucia complacencia. Los
que usan el tabaco en cualquier forma no están limpios delante de Dios. En esta
sucia práctica es imposible que puedan glorificar a Dios en sus cuerpos y
espíritus, que son de El. Y mientras usan venenos lentos y seguros, que
arruinan su salud y rebajan las facultades de la mente, Dios no los puede
aprobar. El puede ser misericordioso con ellos mientras se complacen en este
pernicioso hábito por ignorar el daño que les está produciendo, pero cuando se
les presenta el problema en su verdadera luz, son culpables ante Dios si
continúan complaciendo este grosero apetito. -4SG 126 (1864).
Esclavos del alcohol y de las drogas.
Por doquiera, Satanás procura atraer a los jóvenes al camino de la perdición, y
si puede colocar una vez los pies de ellos en el camino, los apresura en su
curso descendente guiándolos de un libertinaje a otro, hasta que sus víctimas
pierden la sensibilidad de la conciencia y no tienen mas temor de Dios delante
de sus ojos. Cada vez tienen menos dominio propio. Se entregan al vino y al
alcohol, al tabaco y al opio, y van de un grado de disipación a otro. Son
esclavos del apetito. Aprenden a despreciar consejos que una vez respetaron. Se
revisten de fanfarronería y se jactan de ser libres, cuando son los esclavos de
la corrupción. Por libertad quieren decir que son esclavos del egoísmo, del
apetito depravado y del libertinaje. -ST, 22 de junio de 1891; Te 243.
Las armas de Satanás.
La complacencia de los apetitos carnales batalla contra el alma. El apóstol, de
la manera más impresionante, se dirige a los cristianos: "Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios" (Rom. 12: 1). Si el
cuerpo está saturado de licor y la contaminación del tabaco, no es santo ni
aceptable a Dios. Satanás sabe que no lo puede ser, y por esta razón presiona
con sus tentaciones a los hombres en cuanto al apetito, para poder llevarlos a
la esclavitud de sus propensiones y, de esa manera, obrar su ruina. - RH , 8 de
sept. de 1874.
El factor decisivo de la pasión y el apetito.
Si los hombres y las mujeres inteligentes tienen sus facultades morales
entorpecidas por cualquier clase de intemperancia son poco superiores a los
paganos en muchos de sus hábitos. Satanás desvía constantemente a la gente de
la luz salvadora a las costumbres y la moda, sin tener en cuenta su salud
física, moral y mental. El gran enemigo sabe que si predominan el apetito y la
pasión, se sacrifican la salud del cuerpo y la fuerza del intelecto en el altar
de la satisfacción de los apetitos y el hombre es llevado a una rápida ruina.
Si el intelecto iluminado lleva las riendas, dominando las propensiones
animales y manteniéndolas sujetas a las facultades morales, Satanás sabe que es
pequeño su poder para vencer con sus tentaciones. - RH , 8 de sept. de 1874; MJ
235.
Lo que podría haber sido.
Si los padres, miembros de las generaciones pasadas, hubiesen mantenido con
firmeza el cuerpo como siervo de la mente y si no hubiesen permitido que el
intelecto fuera esclavizado por las pasiones animales, en esta época habría una
clase diferente de seres viviendo sobre la tierra. -2MS 496 (1865).
Elección del control de la mente o del cuerpo.
Todo estudiante necesita comprender la relación que existe entre la vida
sencilla y el pensamiento elevado. A nosotros nos toca decidir individualmente
si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo. Cada joven
por sí mismo debe hacer la decisión que amoldará su vida, y no se deberían
ahorrar energías para hacerle comprender las fuerzas con las cuales tendrá que
contender y las influencias que modelan el carácter y determinan el destino.
-Ed 202 (1903).
Enseñar a la gente.
Presenten delante de la gente la necesidad de resistir la tentación de
complacer el apetito. Aquí muchos fracasan. Expliquen cuán estrechamente se
relacionan la mente y el cuerpo, y muestren la necesidad de mantener a ambos en
las mejores condiciones. -Carta circular a los médicos y evangelistas, 1910; CH
543.
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