37. PRINCIPIOS DE ESTUDIO Y APRENDIZAJE
La mente y los
afectos deben ser educados.
Dios ha dado la razón, las facultades de la mente; pero si se las deja sin
educar ni adiestrar, dejan al hombre en la condición que se revela en los
salvajes paganos. La mente y los afectos requieren maestros para su educación y
dirección. Se necesita enseñar línea sobre línea, y precepto sobre precepto,
para guiar y adiestrar al agente moral humano para que trabaje en cooperación
con Dios. Dios obra en el agente humano mediante la luz de su verdad. La mente
iluminada por la verdad, distingue la verdad del error. - Carta 135, 1898.
Dios aprueba el más elevado cultivo de la mente.
La mente humana es capaz del cultivo más elevado. Una vida dedicada a Dios no
debiera ser una vida de ignorancia. Muchos hablan en contra de la educación
porque Jesús escogió pescadores sin educación para predicar su Evangelio.
Aseguran que mostró una preferencia por los que no tenían educación. Muchos
hombres educados y honorables creyeron en sus enseñanzas. Si éstos hubieran
obedecido sin temor a las convicciones de sus conciencias, hubieran seguido a
Cristo. Sus capacidades hubieran sido aceptadas y empleadas en el servicio de
Cristo si se las hubieran ofrecido. Pero no tuvieron el poder moral de confesar
a Cristo, de arriesgar su reputación al relacionarse con el humilde Galileo,
frente a los ceñudos sacerdotes y celosos gobernantes...
Jesús no despreció la educación. El cultivo más elevado de la mente, si es
santificado por medio el amor y del temor de Dios, recibe su total aprobación.
Los humildes hombres escogidos por Cristo estuvieron tres años con El, sujetos
a la influencia refinadora de la Majestad de los cielos. Cristo fue el mayor
educador que este mundo alguna vez conoció.
Dios aceptará a los jóvenes con sus talentos y la riqueza de sus afectos si
ellos se consagran a El. Pueden alcanzar la cima más elevada de la grandeza intelectual;
y si están equilibrados por los principios religiosos, pueden llevar adelante
la obra que Cristo vino del cielo para realizar, y al hacerlo, llegar a ser
colaboradores con el Maestro. -RH , 21 de junio de 1877; FE 47, 48.
No satisfechos con trabajo de calidad inferior.
El verdadero maestro no se satisface con un trabajo de calidad inferior. No se
conforma con dirigir a sus alumnos hacia un ideal más bajo que el más elevado
que les sea posible alcanzar. No puede contentarse con transmitirles únicamente
conocimientos técnicos, con hacer de ellos meramente contadores expertos,
artesanos hábiles o comerciantes de éxito. Su ambición es inculcarles
principios de verdad, obediencia, honor, integridad y pureza, principios que
los conviertan en una fuerza positiva para la estabilidad y elevación de la
sociedad. Desea, sobre todo, que aprendan la gran lección de la vida, la del
servicio abnegado. Ed 29, 30 (1903).
Se debe elevar la mente.
Se me ha instruido que debemos elevar la mente de nuestros estudiantes más
arriba de lo que ahora muchos piensan que es posible. El corazón y la mente han
de ser adiestrados para conservar su pureza por la recepción diaria de
provisiones de la fuente de la verdad eterna. La Mente y la Mano divinas han
conservado a través de los siglos el registro de la creación en toda su pureza.
Sólo la Palabra de Dios nos da un informe auténtico de la creación de nuestro
mundo. Esta Palabra ha de ser el estudio principal en nuestras escuelas. Aquí
podemos conversar con los patriarcas y los profetas; aquí podemos aprender
cuánto le costó nuestra redención al que era igual al Padre desde el principio,
y quien sacrificó su vida para que ante El un pueblo pudiera estar redimido de
entre las cosas comunes y terrenales, y ser renovado a la imagen de Dios.-
Carta 64, 1909.
La verdadera educación combina lo intelectual con lo moral.
El Señor ha estado esperando por mucho tiempo que nuestros maestros caminaran
en la luz que les envió, Hay necesidad de humillar el yo para que Cristo pueda
restaurar la imagen moral de Dios en el hombre. El carácter de la educación que
se ofrece debe ser grandemente cambiada antes de que pueda dar el molde
correcto a nuestras instituciones. Sólo cuando las facultades intelectuales y
morales se combinan para el logro de la educación se alcanza la norma de la
Palabra de Dios.- RH , 3 de sept. de 1908; FE 527.
La verdadera piedad eleva y refina.
Nuestro pueblo en todas partes permite que sus mentes se eleven muy poco y
tengan una visión muy estrecha. Permiten que los planes de las agencias humanas
los guíen y que un espíritu mundano los moldee, en vez de que lo hagan los
planes de Cristo y el Espíritu de Cristo. Se me ha instruido que diga a nuestro
pueblo: Miren por sobre lo terrenal a lo celestial. Los números no son
evidencias de éxito; si lo fueran, Satanás podría pretenderlo. Es el grado de
poder moral que permea nuestras instituciones, nuestras escuelas y nuestras
iglesias. Representar a Cristo por medio de virtudes como las de El debiera ser
el gozo de todos, desde el mayor hasta el menor. Aprendan todos nuestros
maestros que la verdadera piedad y el amor manifestados en obediencia a Dios
elevará y refinará. - Carta 316, 1908.
Es necesaria la entereza.
La entereza es necesaria para obtener éxito en la edificación del carácter.
Debe haber un ferviente deseo de llevar a cabo los planes del Maestro
constructor. Las maderas que se utilicen deben ser sólidas; no puede hacerse un
trabajo descuidado e indigno de confianza, porque arruinaría la edificación. En
esta obra debe ponerse al trabajo todo el ser. Exige fortaleza y energía;
ninguna reserva debe malgastarse en asuntos sin importancia. Debe ponerse al
trabajo la decidida fuerza humana, en colaboración con el Obrero divino. Debe
realizarse un esfuerzo ferviente y perseverante por romper con las costumbres y
las máximas y asociaciones de este mundo. El pensamiento profundo, el propósito
ferviente, y la firme integridad son esenciales. No debe haber ociosidad. La
vida es un depósito sagrado, y cada momento debiera ser aprovechado sabiamente.
- YI , 19 de feb. de 1903; NEV 86.
Asuntos triviales debilitan la mente.
El estudiante que, en lugar de los amplios principios de la Palabra de Dios,
acepte las ideas comunes y permita que su tiempo y atención sean absorbidos por
asuntos triviales y vulgares, descubrirá que su mente se empequeñecerá y
debilitará; perderá la capacidad de crecer. La mente debe ser adiestrada para
comprender las importantes verdades que conciernen a la vida eterna.- Carta 64,
1909.
No descuidar los asuntos temporales.
La vida es demasiado solemne para que sea absorbida en asuntos temporales o
terrenos, en un tráfago de cuidados y ansiedades por las cosas que no son sino
un átomo en comparación con las de interés eterno. Sin embargo, Dios nos ha
llamado a servirle en los asuntos temporales de la vida. La diligencia en esta
obra es una parte de la verdadera religión tanto como lo es la devoción. La
Biblia no sanciona la ociosidad. Esta es la mayor maldición que aflige a
nuestro mundo. Cada hombre y mujer verdaderamente convertido será un obrero
diligente. - PVGM 278 (ed PP); 241 (ed ACES) (1900).
La calidad de los hombres llamados a enseñar. (Nota: Véase el capítulo 22,
La escuela y el maestro.*)
La causa de Dios necesita maestros que tengan altas cualidades morales, y a los
cuales se pueda confiar la educación de otros: hombres de fe sana, que tengan
tacto y paciencia; que anden con Dios, y se abstengan de la misma apariencia
del mal; que estén tan íntimamente relacionados con Dios que puedan ser
conductos de luz -en fin, caballeros cristianos. Las buenas impresiones que
harán los tales no se borrarán nunca; y la educación así impartida perdurará
durante toda la eternidad. Lo que se descuide en este proceso de educación
permanecerá probablemente sin hacerse. ¿Quién quiere emprender esta obra?
Cuánto quisiéramos que hubiese jóvenes fuertes, arraigados y afirmados en la
fe, que tuviesen tal comunión viva con Dios que pudieran, si así se lo
aconsejasen nuestros hermanos dirigentes, entrar en los colegios superiores de
nuestro país, donde tendrían un campo más amplio de estudio y observación. El
trato con diferentes clases de mentes, el familiarizarse con los trabajos y los
métodos populares de educación, y un conocimiento de la teología como se enseña
en las principales instituciones del saber, serían de gran valor para tales
obreros, y los prepararían para trabajar en favor de las clases educadas y para
hacer frente a los errores que prevalecen en nuestros tiempos. Tal era el
método seguido por los antiguos valdenses; y, si fuesen fieles a Dios, nuestros
jóvenes, como los suyos, podrían hacer una buena obra, aun mientras adquirieran
su educación, sembrando la semilla de la verdad en otras mentes. - 2lT 228, 229
(1885).
Los hábitos correctos dejan impresiones en el carácter.
La formación de hábitos correctos ha de dejar su impresión en la mente y el
carácter de los niños para que puedan ejercitarse en el buen camino. Significa
mucho conducir a esos niños bajo la influencia directa del Espíritu de Dios,
adiestrarlos y disciplinarios en la amonestación del Señor. La formación de
hábitos correctos, la manifestación de un espíritu correcto, requerirá
esfuerzos fervientes en el nombre y el poder de Jesús. El instructor debe
perseverar, y dar línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y
un poco allá, con toda paciencia y longanimidad, simpatía y amor, uniendo a
esos niños con su corazón por el amor de Cristo revelado en sí mismo. - FE 268
(1893).
Los caracteres no se forman en un mismo molde.
Los maestros han de considerar que no están tratando con ángeles, sino con
seres humanos con pasiones semejantes a las de ellos mismos. Los caracteres no
se forman en un mismo molde. Los niños reciben como herencia todos los aspectos
del carácter. De este modo en sus rasgos de carácter se revelan los defectos y
las virtudes. Cada instructor debe tomar esto en consideración. Las
deformidades heredadas y cultivadas del carácter humano, así como también su
belleza de carácter, tendrán que ser afrontadas, y el instructor necesitará
cultivar mucha gracia para saber cómo tratar con los que yerran para su bien
presente y eterno. Si se abrigan el impulso, la impaciencia, el orgullo, el
egoísmo y la estima propia, harán mucho mal que puede arrojar el alma al campo
de batalla de Satanás sin la sabiduría para conducir su nave, pero además
estará en peligro de ser arrojado al antojo de las tentaciones de Satanás hasta
que naufrague. Cada maestro tiene sus propios rasgos de carácter peculiares que
vigilar, no sea que Satanás lo use como su agente para destruir almas, mediante
sus propios rasgos de carácter no consagrados. - FE 277, 278 (1893).
Debe ser como Cristo al tratar con las mentes.
Debe ejercitarse diariamente una agencia operativa, una fe que obra por amor y
purifica el alma del educador. ¿Ha puesto usted como su más elevada autoridad
la voluntad revelada de Dios? Si Cristo, la esperanza de gloria, ha sido
formado en el interior, entonces la verdad de Dios actuará de tal manera sobre
su temperamento natural que su agencia transformadora se revelará en un
carácter cambiado, y usted no cambiará la verdad de Dios en mentira ante sus
alumnos por su influencia que opera mediante la revelación de un corazón no
santificado y genio fuerte; ni revelará, por medio de la presentación de un
temperamento egoísta, impaciente y no semejante al de Cristo al tratar con la
mente humana, que la gracia de Cristo no es suficiente para usted en todo
tiempo y lugar. De este modo mostrará que la autoridad de Dios sobre usted no
es meramente nominal sino real verdadera. Debe haber una separación de todo lo
que es objetable y no semejante a Cristo, por difícil que sea para el verdadero
creyente. - FE 263, 264 (1893).
La censura continua confunde al niño.
El cielo ve en el niño al hombre o a la mujer no desarrollado, con capacidades
y facultades que, si son guiadas correctamente y desarrolladas con sabiduría
celestial, llegarán a ser agentes humanos mediante los cuales las influencias
divinas pueden cooperar para ser colaboradores con Dios. Las palabras ásperas y
la censura continua confunden al niño pero nunca lo reforman. Contenga ese
regaño; mantenga su propio espíritu bajo la disciplina de Jesucristo; entonces
aprenderá a tener compasión y simpatía con los que han sido puestos bajo su
influencia. No exhiba impaciencia o aspereza, porque si estos niños no
necesitaran educación, no necesitarían las ventajas de la escuela. Han de ser
conducidos por la escalera del progreso con paciencia, bondad y amor, subiendo
escalón tras escalón en la obtención del conocimiento. - FE 263 (1893).
Cuidado al suspender a los alumnos.
Sean cuidadosos con lo que hacen al suspender a los alumnos. Este es un asunto
solemne. Debería ser una falta muy grave la que requiera esta disciplina.
Además, deberían considerarse con cuidado todas las circunstancias relacionadas
con el caso. Los estudiantes enviados desde sus casas a corta o larga
distancia, miles y miles de kilómetros, están lejos y privados de las ventajas
del hogar, y si se los expulsa se les impide aprovechar los privilegios de la
escuela. Alguien que tuvo confianza y esperanza en ellos tuvo que afrontar
todos sus gastos, considerando que su dinero no sería invertido en vano. El
estudiante entra o cae en tentación y ha de ser disciplinado por su mal. El
siente agudamente que se ha manchado su registro, y que chasquea a los que
confiaron en que él desarrollaría el carácter bajo la influencia de su
educación en la vida escolar, lo cual compensaría todo lo que se había
invertido en él.
Pero se lo suspende por su necia actuación. ¿Qué hará? El valor está en su
nivel más bajo, no abriga ni valor ni hombría. Es un gasto y se ha perdido
tiempo precioso. ¿Quién será tierno y bondadoso y sentirá la carga de estas
almas? No es extraño que Satanás se aproveche de estas circunstancias. Se los
arroja al campo de batalla de Satanás y se ponen en ejercicio los peores
sentimientos del corazón humano, los que se fortalecen y confirman. - Carta 50,
1893.
Evite crear sentimientos de injusticia.
Cuando usted lucha contra los elementos manifestados por los que no tienen la
religión bíblica sino sólo la profesan, no olvide que usted es un cristiano.
Usted disminuye grandemente su influencia y arruina su propia experiencia
cristiana cuando pierde su dominio propio y les da la menor ocasión de pensar
que los ha tratado mal. No deje esta impresión en sus mentes si puede evitarlo.
En este tiempo de prueba estamos formando nuestros caracteres para la futura
vida inmortal; pero eso no es todo, porque en ese mismo proceso de edificar el
carácter necesitamos ser extremadamente cuidadosos de cómo edificamos, pues
otros edificarán siguiendo el modelo que les damos. - MM 209 (1892).
La mente necesita alimento puro.
La mente, a semejanza del cuerpo, necesita de alimento puro a fin de disfrutar
de salud y fortaleza. Dad a vuestros hijos algo para pensar que esté fuera de
ellos y por encima de ellos. La mente que vive en una atmósfera pura y santa no
negará a ser trivial, frívola, vana y egoísta.
Vivimos en un tiempo cuando todo lo que es falso y superficial se exalta por
encima de lo real, lo natural y lo duradero. La mente debe estar exenta de todo
lo que la lleve en una dirección equivocada. No debiera ser sobrecargada con
relatos baladíes que no añaden fortaleza a las facultades mentales. Los
pensamientos serán del mismo carácter del alimento que se proporciona a la
mente.- CN 174,175 (1890).
Libros de incrédulos. (Nota: Véase el capítulo 13, Alimento para la mente.*)
El estudio de libros escritos por incrédulos hace mucho daño. Así se siembra
cizaña en las mentes y los corazones de los alumnos. Sin embargo, este es el
alimento que a menudo se da al cerebro, mientras muchos tienen poco
conocimiento de los tomas que se relacionan con los intereses eternos, los
cuales debieran comprender.
El talento del tiempo es precioso. Cada día se nos da como un legado, y Dios
nos pedirá cuenta de él. Ha de ser usado para la gloria de Dios, y si queremos
prolongar nuestras vidas, si queremos ganar la vida que se mide con la vida de
Dios, debemos dar alimento puro a la mente. No debería perderse el tiempo que
podría haberse usado en buena manera.- Ms 15, 1898.
Los estudiantes aprenden a obedecer a Dios.
Veo que debe trabajarse en favor de un gran concepto en nuestras escuelas, que
debe lograrse bajo la conducción divina. Pero la gran lección que deben
aprender los estudiantes es buscar con todo su corazón, con toda su mente y con
todas sus fuerzas el conocer a Dios y el obedecerle sin reservas. La ciencia de
la salvación del alma humana es la primera lección de la vida. Ningún estudio
literario o educación de los libros ha de ser supremo. Pero conocer a Dios y a
Jesucristo, a quien El ha enviado, es vida eterna.
Lleven los alumnos el amor y el temor de Dios consigo a su vida escolar. Esta
es la sabiduría más preciosa que la que pueden expresar las palabras.
Conectados con Dios, podrá decirse de ellos lo que se dijo de Daniel, que Dios
le dio sabiduría y conocimiento en todos los misterios.
Aprender es bueno. La sabiduría de Salomón es deseable; pero la sabiduría de
alguien que es mayor que Salomón es mucho más deseable y esencial. Por medio
del aprendizaje en nuestras escuelas no podemos alcanzar a Cristo, pero gracias
a El podemos alcanzar el extremo superior de la escalera de la ciencia; porque
la palabra de la inspiración dice:"Vosotros estáis completos en él"
(Colosenses 2: 10). Nuestra primera preocupación es ver y reconocer a Dios, y
entonces él dirigirá nuestro sendero.- Carta 120, 1896.
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