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CAPÍTULO 39: ES NECESARIA LA ACCIÓN ARMONIOSA DE TODA LA PERSONALIDAD - Mente, carácter y personalidad T2


39 ES NECESARIA LA ACCIÓN ARMONIOSA DE TODA LA PERSONALIDAD

Entre la mente y el cuerpo hay una relación misteriosa y maravillosa. La primera influye sobre el último y viceversa. Mantener el cuerpo en condición de buena salud para que desarrolle su fuerza, para que cada parte de la maquinaria viviente pueda obrar armoniosamente, debe ser el primer estudio de nuestra vida. Descuidar el cuerpo es descuidar la mente. No puede glorificar a Dios el hecho de que sus hijos tengan cuerpos enfermizos y mentes atrofiadas.­ 1JT 416 (1875).

La armonía de la creación depende del perfecto acuerdo de todos los seres y las cosas, animadas e inanimadas, con la ley del Creador. No sólo ha dispuesto Dios leyes para el gobierno de los seres vivientes, sino también para todas las operaciones de la naturaleza. Todo obedece a leyes fijas, que no pueden eludirse. Pero mientras que en la naturaleza todo está gobernado por leyes naturales, solamente el hombre, entre todos los moradores de la tierra, está sujeto a la ley moral.­ PP 34, 35 (1890).

Todos tienen no sólo el privilegio sino el sagrado deber de entender las leyes que Dios estableció en su ser. . . Y a medida que vayan comprendiendo mejor el cuerpo humano. . . tratarán de someter el suyo al dominio de las facultades nobles de la mente. Deberían considerar el cuerpo como una estructura maravillosa, formada por el Arquitecto Infinito y entregada a su cuidado, para que hagan tocar melodiosamente esa arpa de mil cuerdas.­ MeM 152 (1871).

Se nos representa a todos como miembros del cuerpo, unidos en Cristo. En este cuerpo hay varios miembros, y un miembro no puede desempeñar exactamente la misma función de otro. . .

Pero todos estos órganos son necesarios para la perfección del conjunto, y actúan en hermosa armonía unos con otros. Las manos tienen su tarea, y los pies la suya. Uno no debe decir al otro: "Tú eres inferior a mí"; las manos no deben decirles a los pies: "No los necesitamos"; sino que todos deben estar unidos al cuerpo para llevar a cabo su tarea específica y se los debería respetar por igual, puesto que trabajan para la comodidad y la utilidad del conjunto perfecto.­4T 128 (1876).

El mejoramiento de la mente es un deber que tenemos que cumplir con nosotros mismos, con la sociedad y con Dios. Pero nunca deberíamos poner en práctica maneras de cultivar el intelecto a expensas de lo moral y lo espiritual.

Y sólo mediante el desarrollo armonioso, tanto de la mente como de las facultades morales, se logrará la más elevada perfección de ambas.­ RH, 4 de enero de 1881.

La falta de acción armoniosa en el organismo humano es lo que produce enfermedad. La imaginación puede ejercer control sobre otras partes del cuerpo para su propio perjuicio. Todas las partes del organismo, especialmente las que se encuentran alejadas del corazón, deberían recibir un buen flujo de sangre. Los miembros desempeñan un papel importante y deberían recibir atención adecuada.­ SpT Serie B, N° 15, p. 18, 3 de abril de 1900; (CH 587).

Si se permite que una facultad permanezca dormida, o si se la desvía de su curso normal, el propósito de Dios no se lleva a cabo. Todas las facultades deberían estar bien desarrolladas. Se debería prestar atención a cada una, porque cada una de ellas ejerce influencia sobre las demás, y todas deberían ser ejercitadas para que la mente esté debidamente equilibrada.

Si se cultivan uno o dos órganos y se los mantiene en uso constante porque la decisión de sus hijos consiste en aplicar la fortaleza de la mente en una dirección con descuido de otras facultades mentales, llegarán a la madurez con mentes desequilibradas y con caracteres desarmónicos.

Serán aptos y fuertes en una dirección, pero sumamente deficientes en otras direcciones tan importantes como aquélla. No serán hombres y mujeres competentes. Sus deficiencias serán evidentes y perjudicarán a todo el carácter.­ 3T 26 (1872).

Cuando los ministros, los maestros y los estudiantes excitan continuamente su cerebro por el estudio, y dejan al cuerpo inactivo, los nervios de la emoción se recargan mientras que los del movimiento permanecen inactivos. Al usarse solamente los órganos mentales, éstos se desgastan y debilitan, mientras que los músculos pierden su vigor por falta de actividad. No hay inclinación a ejercitar los músculos mediante el trabajo físico, porque el ejercicio parece penoso.­ 1JT 421 (1875).

Recuerden que el hombre debe preservar el talento de la inteligencia, dado por Dios, mediante la conservación de la maquinaria física en actividad armoniosa. Se necesita ejercicio físico diario para disfrutar de salud. No es el trabajo, sino el exceso de trabajo, sin períodos de descanso, lo que quebranta a la gente, y pone en peligro las fuerzas vitales. Los que trabajan en exceso pronto llegan a la situación de trabajar en forma desesperada.

La obra que se hace para el Señor debe hacerse con alegría y valor. Dios quiere que pongamos espíritu, vida y esperanza en nuestra obra. Los obreros intelectuales deberían prestar la debida atención a cada parte de la maquinaria humana, distribuyendo equitativamente la presión. El esfuerzo físico y mental, combinado con sabiduría, conservará al hombrea entero en una condición tal que lo hará acepto a Dios. . .

Introduzcan en la tarea diaria esperanza, valor y amabilidad. No trabajen en exceso. Es mejor dejar de hacer algunas de las cosas que se habían planeado para el día de trabajo, que excederse y tensionarse, con la consiguiente pérdida del valor necesario para llevar a cabo las tareas del día siguiente. No violen hoy las leyes de la naturaleza, no sea que pierdan la fortaleza que necesitan para el día siguiente.­ Carta 102, 1903.

De acuerdo con la luz que se me ha dado, sé que se está desarrollando en Uds. una deformidad espiritual. En lugar de hacer una exposición intachable de los principios y hábitos correctos, Uds. están atesorando sentimientos y principios que excluirán de los atrios celestiales a todos los que participen del mismo espíritu. Sus mentes se están deformando como consecuencia de la manera como las tratan. Los insto a cambiar decididamente. Cuiden toda expresión exagerada, porque la exageración destruye la armonía de la mente.

El cuerpo necesita que se lo cultive cuidadosamente, para que se mantenga con buena salud. Por eso la mente necesita que se la discipline estrictamente, no sea que se desarrolle indebidamente en algunos aspectos, y en forma insuficiente en otros. Porque estos órganos delicados no están a la vista, y Uds. no pueden ver el mal que les están causando a sus facultades mentales y cuánto necesitan de regularidad, Uds. no son plenamente conscientes del daño que les están causando. Uds. aceptan teorías sin fundamento, y obligan a sus mentes a servir a esas teorías.

La forma como Uds. están maltratando su maquinaria mental, la está desgastando. Pero Uds. no pueden ver el daño que están haciendo. Tarde o temprano sus amigos y Uds. verán las desfavorables consecuencias de sus pensamientos y actos. Sus estómagos están comenzando a dar testimonio de la actividad de sus mentes. Una mente simétrica y bien disciplinada mejoraría las funciones de la digestión.­Carta 29, 1897.

No todos podemos tener la misma mente o albergar las mismas ideas; pero cada uno debe ser de beneficio y bendición para el otro, de modo que si uno carece de algo, el otro puede suplir lo que éste necesita. Ud. adolece de ciertas deficiencias de carácter y de algunos prejuicios naturales, y sería provechoso que se pusiera en contacto con una mente organizada de diferente manera, a fin de equilibrar adecuadamente la suya. En lugar de manejar todo en forma exclusiva, debería consultar con su esposa y llegar a decisiones conjuntas. Ud. no alienta el esfuerzo independiente de los miembros de su familia; si no se cumplen estrictamente las órdenes que Ud. da, con frecuencia Ud. los compara con delincuentes.­ 4T 128 (1876).

"Somos colaboradores de Dios" "(1 Cor. 3: 9). El hombre debe obrar su propia salvación con temor y temblor; porque es Dios quien actúa en él para que haga lo que lo complace. Dios le da al hombre facultades físicas y mentales. Ninguna de ellas es innecesaria. No se debe usar mal ni abusar de ninguna de ellas. Las inclinaciones subalternas deben mantenerse bajo el control de las facultades superiores.­ Carta 139, 1898.

La vida de Daniel es una ilustración inspirada de lo que constituye un carácter santificado. Presenta una lección para todos, y especialmente para los jóvenes. El cumplimiento estricto de los requerimientos de Dios es benéfico para la salud del cuerpo y la mente.

A fin de alcanzar las más altas condiciones morales e intelectuales, es necesario buscar sabiduría y fuerza de Dios, y observar estricta temperancia en todos los hábitos de la vida. En la experiencia de Daniel y de sus compañeros tenemos un ejemplo del triunfo de los principios sobre la tentación a complacer el apetito. Nos muestra que por medio de los principios religiosos los jóvenes pueden triunfar sobre los apetitos de la carne, y permanecer leales a los requerimientos divinos, aun cuando ello les cueste un gran sacrificio.­ EC 21, (1881).

Una vida pura y sana es sumamente favorable para la perfección del carácter cristiano y para el desarrollo de las facultades de la mente y el cuerpo.­ RH, 1° de diciembre de 1896; (CH 41).

Mediante el uso apropiado de nuestras facultades hasta el máximo de sus posibilidades y en el más útil de los empleos, mediante la preservación de cada órgano de manera que la mente, los tendones y los músculos trabajen armoniosamente podemos hacer el servicio más precioso en favor de Dios.­ YI, 7 de abril de 1898.

Los que sirven a Dios con sinceridad y en verdad serán gente peculiar, diferente del mundo, separada del mundo. Prepararán sus alimentos, no para fomentar la glotonería ni complacer el gusto pervertido, sino con el fin de obtener para sí mismos la mayor fortaleza física, y por consiguiente las mejores condiciones mentales. . .

Nuestro Padre celestial nos ha concedido la gran bendición de la reforma pro salud, para que podamos glorificarlo al obedecer lo que nos ordena. . . La acción armoniosa y saludable de todas las facultades del cuerpo y de la mente produce felicidad; mientras más elevadas y refinadas sean las facultades, más pura y sin mezcla será la felicidad.­ RH, 29 de julio de 1884; (CH 50, 51).

El pueblo de Dios tiene muchas lecciones que aprender. Tendrán perfecta paz si conservan la mente fija en él, que es demasiado sabio para cometer errores y demasiado bueno para hacerles daño. Deben captar el reflejo de la sonrisa de Dios y proyectarlo sobre los demás. Deben tratar de ver cuánta luz pueden derramar sobre las vidas de los que los rodean. Deben mantenerse tan íntimamente cerca de Cristo, que puedan sentarse junto a él como si fueran sus hijitos, en dulce y sagrada unidad. Nunca deben olvidar que, porque reciben el amor de Dios, están bajo la más solemne obligación de impartirlo a los demás. De este modo podrán ejercer una influencia de regocijo que sea una bendición para todos los que estén a su alcance e ilumine su senda.­ Carta 40,1903;(MM 45).

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