40 EL CUERPO AFECTA LA MENTE
Hay una
estrecha relación entre la mente y el cuerpo, y para alcanzar un alto nivel de
dotes morales o intelectuales, debemos acatar las leyes que gobiernan nuestro
físico. PP 650 (1890).
Deberíamos tratar de preservar el pleno vigor de nuestras facultades para
llevar a cabo la tarea que tenemos delante de nosotros. Todo lo que reduzca el
vigor físico, debilita el esfuerzo mental. De ahí que toda costumbre que
perjudique la salud del cuerpo debería ser descartada resueltamente.
Dice el gran apóstol: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea
que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado". No
podemos conservar nuestra consagración a Dios y al mismo tiempo perjudicar
nuestra salud mediante la complacencia de un hábito erróneo. La abnegación es
una de las condiciones, no sólo para ser admitidos en el servicio de Cristo,
sino para continuar en él. Cristo mismo declaró, con palabras que no se pueden
interpretar mal, cuáles son las condiciones del discipulado: "Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame".
Sin embargo, cuántos que se dicen cristianos no están dispuestos a negarse a sí
mismos ni aun por causa de Cristo. Cuán a menudo el amor a una complacencia
perniciosa es más fuerte que el deseo de tener una mente sana en un cuerpo
sano. Se dedican preciosas horas del tiempo de prueba, y se malgastan los
medios dados por Dios para complacer al ojo y gratificar el apetito. La
costumbre mantiene a miles esclavos de lo terreno y lo sensual. Muchos son
cautivos voluntarios; no desean una parte mejor. ST, 1° de junio de 1882.
Cualquier cosa que disminuya la fuerza física, debilita la mente y la vuelve
menos capaz de discernir entre lo bueno y lo malo. PVGM 281 (ed. PP); 243 (ed.
ACES) (1900).
Hno., Ud. se basa en sí mismo. Ve muchas cosas bajo una luz pervertida.
Sospecha de los hombres, tiene una gran desconfianza, es celoso y se imagina el
mal. Cree que todo el mundo está decidido a arruinarlo. Muchas de estas tribulaciones
se originan en Ud. mismo. Interpreta que muchas cosas se hacen con el
premeditado propósito de perjudicarlo, cuando eso está muy lejos de la verdad.
Se hace a sí mismo el mayor de los daños con su conducta equivocada.
Ud. es su mayor enemigo. Sus malos actos desequilibran la circulación de la
sangre y la envían al cerebro, y entonces Ud. ve todo bajo una luz perversa. Es
rápido y temperamental, y no ha cultivado el dominio propio. Su voluntad y su
manera de ser le parecen aceptables. Pero a menos que Ud. vea los defectos en
su carácter y lave sus ropas y las blanquee en la sangre del Cordero,
seguramente no alcanzará la vida eterna. Ama la teoría de la verdad, pero no
deja que ella santifique su vida. No manifiesta en su conducta diaria los principios
de la verdad que profesa. Carta 27,1872.
El cerebro es la ciudadela del ser. Los malos hábitos físicos afectan el
cerebro, e impiden que se alcance aquello que se desea: una buena disciplina
mental. A menos que los jóvenes estén versados en la ciencia de cuidar del
cuerpo tanto como de la mente, no tendrán éxito como alumnos. El estudio no es
la causa principal del quebrantamiento de las facultades mentales. La causa
principal es la alimentación impropia, las comidas irregulares, la falta de
ejercicio físico y otras violaciones negligentes de las leyes de la salud.
Cuando hagamos todo cuanto podamos para conservar la salud, entonces podremos
pedir con fe a Dios que bendiga nuestros esfuerzos. CM 284, 285 (ed. PP); 229
(ed. ACES) (1913).
El apóstol Pedro entendía la relación que hay entre la mente y el cuerpo, y
levantó su voz para amonestar a los hermanos: "Amados, yo os ruego como a
extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan
contra el alma"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os
abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Ped. 2:
11). Muchos consideran que este texto es una advertencia contra la licencia
solamente; pero tiene un significado más amplio. Prohibe toda gratificación
perjudicial del apetito o la pasión. Todo apetito pervertido llega a ser una
concupiscencia que combate contra nosotros. El apetito nos fue dado con un buen
propósito, no para ser ministro de muerte al ser pervertido, y en esta forma
degenerar hasta llegar a producir las "concupiscencias que batallan contra
el alma". CRA 197, 198 (1890). (Nota: Véase el próximo capítulo,
"El régimen alimentario y la mente".*)
El uso indebido de nuestras facultades físicas acorta el período de tiempo en
el cual nuestras vidas pueden ser usadas para la gloria de Dios. Y ello nos
incapacita para realizar la obra que Dios nos ha dado para hacer. Al
permitirnos formar malos hábitos, acostándonos a horas avanzadas o complaciendo
el apetito a expensas de la salud, colocamos los cimientos de nuestra
debilidad. Descuidando el ejercicio físico, cansando demasiado la mente o el
cuerpo, desequilibramos el sistema nervioso.
Los que así acortan su vida y se incapacitan para el servicio al no tener en
cuenta las leyes naturales, son culpables de estar robando a Dios. Y están
robando también a sus semejantes. La oportunidad de bendecir a otros, la misma
obra para la cual Dios los envió al mundo, ha sido acortada por su propia
conducta. Y se han incapacitado para hacer aun aquello que podían haber
efectuado en un tiempo mucho más breve. El Señor nos considera culpables cuando
por nuestros hábitos perjudiciales privamos así al mundo del bien. PVGM 281,
282 (ed. PP); 244 (ed. ACES) (1900).
La razón por la cual la juventud tiene tan poca fortaleza cerebral y muscular
es porque hace muy poco trabajo útil. "He aquí ésta fue la maldad de
Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad
tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso.
Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi
las quité" (Eze. 16: 49, 50). 4T 96 (1876).
Todo el organismo necesita la influencia vigorizadora del ejercicio al aire
libre. Unas cuantas horas de trabajo manual cada día tenderán a renovar el
vigor corporal y a darle descanso y alivio a la mente. 4T 264, 265 (1896).
Ya sea que alguien esté enfermo o sano, la respiración será más libre y fácil
si toma un baño. Gracias a él, los músculos se ponen más flexibles, la mente y
el cuerpo se vigorizan por igual, el intelecto se vuelve más brillante, y toda
actividad adquiere más vida. 3T 70 (1872).
Los malos hábitos físicos perjudican el cerebro, y todo el organismo se
desequilibra. Se puede hacer un esfuerzo para vigorizar los nervios agotados
mediante la ingestión de estimulantes, pero de esa manera no se eliminará la
dificultad.
A menos que se haga un esfuerzo decidido, y que haya un reconocimiento
inteligente de la necesidad de darle descanso al cerebro en vez de estimulantes,
el ser humano perderá su dominio propio y será una desgracia para la causa de
Dios.Carta 205, 1904.
Deberíamos dedicar más tiempo a orar humilde y fervientemente a Dios para
pedirle sabiduría con el fin de educar a nuestros hijos en la crianza y
admonición del Señor. La salud de la mente depende de la salud del cuerpo. Como
padres cristianos, estamos en la obligación de educar a nuestros hijos con
respecto a las leyes de la vida.
En Cristo obtendrán fortaleza y esperanza, y no serán perturbados por los
inquietos deseos de algo que divierta la mente y satisfaga el corazón. Habrán
encontrado la perla de gran precio, y la mente hallará un descanso pacificador.
Sus placeres serán puros, elevados, de carácter celestial. No tendrán
reflexiones penosas ni remordimientos. Tales placeres no debilitan el cuerpo ni
postran la mente; por el contrario, dan salud y vigor a ambos. . .
Los habitantes del cielo son perfectos, porque la voluntad de Dios es su
alegría y su supremo deleite. Ms 93, sin fecha.
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