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CAPÍTULO 47: LA HIGIENE MENTAL - Mente, carácter y personalidad T2


 47 LA HIGIENE MENTAL

La salud es una bendición cuyo valor pocos aprecian; no obstante, de ella depende grandemente la eficiencia de nuestras facultades mentales y físicas. Nuestros impulsos y pasiones tienen su asiento en el cuerpo, y éste debe ser mantenido en la mejor condición física y bajo las influencias más espirituales a fin de dar el mejor uso a nuestras aptitudes. Todo lo que merma la fuerza física, debilita la mente y la hace menos capaz de discernir entre el bien y el mal.­ MJ 233 (1912).

 Muchos no están haciendo la mayor suma de bien, porque ejercitan el intelecto en una dirección y descuidan de dar atención esmerada a aquellas cosas para las cuales piensan que no se adaptan. Dejan así dormir algunas facultades débiles, porque la obra que las ejercitaría, y por consiguiente las fortalecería, no les agrada. Deben ejercitarse y cultivarse todas las facultades de la mente. La percepción, el juicio, la memoria y todas las potencias del raciocinio deben tener igual fuerza a fin de que la mente esté bien equilibrada.­ 1JT 290 (1872).

Es agradable, pero no muy provechoso, ejercer aquellas facultades que son por naturaleza más fuertes, mientras descuidamos las débiles, que necesitan ser fortalecidas. Las facultades más débiles deben recibir cuidadosa atención, a fin de que todas las potencias del intelecto queden bien equilibradas y hagan su parte como una maquinaria bien regulada.

Dependemos de Dios para la preservación de todas nuestras facultades. En su relación con Dios, los cristianos se hallan en la obligación de educar su mente de manera que todas las facultades queden fortalecidas y se desarrollen más plenamente. Si descuidamos esto, nunca alcanzarán aquellas el propósito para el cual fueron destinadas. No tenemos derecho a descuidar ninguna de las facultades que Dios nos ha dado.

Vemos monomaníacos en todas partes. Con frecuencia son cuerdos acerca de todos los temas menos uno. La razón de ello es que un órgano de la mente se ejercitó especialmente mientras se dejó dormir a los demás. El que estuvo en constante uso se gastó y enfermó, y el hombre naufragó. Dios no fue glorificado por esta conducta. Si el hombre hubiese ejercitado de igual manera todos los órganos, éstos habrían alcanzado un desarrollo sano; no se habría impuesto todo el trabajo a uno y por lo tanto, ninguno se habría arruinado.­ 1JT 291 (1872).

Deberíamos tener un objetivo, un propósito en la vida. Si no hay propósito, hay inclinación a la indolencia; pero donde hay en vista un objetivo suficientemente importante, todas las facultades de la mente se pondrán en espontánea actividad. Para lograr el éxito en la existencia, los pensamientos deben estar permanentemente fijos en el objeto de la vida, y no se los debe dejar vagar, ni que se ocupen en cosas sin importancia, ni que se satisfagan con una ociosa meditación contemplativa, que es el resultado de esquivar la responsabilidad. La edificación de castillos en el aire deprava la mente.­ 2T 429 (1870).

Generalmente no se enseña a los niños la importancia de cuándo, cómo y qué deben comer. Se les permite satisfacer sus gustos a voluntad, comer a toda hora, servirse fruta cuando les da la gana, y esto, acompañado de pasteles y tortas, pan, mantequilla y fiambres que consumen constantemente, los vuelve golosos y dispépticos. Los órganos digestivos, como molino que se hace trabajar sin cesar, se debilitan, se exige la fuerza vital del cerebro, para que auxilie al estómago en su recargo de trabajo, y así las facultades mentales se debilitan. El estímulo anormal y el desgaste de las fuerzas vitales los vuelve nerviosos, impacientes por la restricción, dominados por su voluntad e irritables.­ CRA 215 (1877).

Debe enseñarse a los niños que el desarrollo tanto de las facultades mentales como de las físicas depende de ellos; es el resultado del esfuerzo.­ CN 191 (1882).

Los hábitos físicos correctos promueven la superioridad mental. El poder intelectual, la fuerza física y la longevidad dependen de leyes inmutables.­ CRA 33 (1890).

Los que desempeñan cargos de confianza deben hacer diariamente resoluciones de gran trascendencia. A menudo deben pensar con rapidez, y esto sólo pueden hacerlo con éxito los que practican la estricta templanza. La mente se fortalece con las facultades físicas e intelectuales. Si el esfuerzo no es demasiado grande, cada nueva tarea añade nuevo vigor.

No obstante, muchas veces el trabajo de los que tienen planes de acción importantes que estudiar y decisiones no menos importantes que tomar, queda siniestramente afectado por un régimen alimentario impropio. El desarreglo del estómago perturba la mente. A menudo causa irritabilidad, aspereza e injusticia. Más de un plan de acción que hubiera podido ser beneficioso para el mundo se ha desechado; más de una medida injusta, opresiva y aun cruel ha sido llevada a cabo en consecuencia de un estado morboso proveniente de hábitos dietéticos erróneos.­ MC 238 (1905).

He oído acerca de muchos obreros cuya salud se está quebrantando debido a la presión de las cargas que llevan. Esto no tiene por qué ser así. Dios desea que recordemos que somos mortales. No debemos abarcar demasiado en nuestra obra. No debemos mantenernos bajo tal presión que nuestras facultades físicas y mentales lleguen a agotarse. Se necesitan más obreros a fin de quitar algunas de las cargas de los que ahora las soportan pesadamente.­ Ev 479 (1904).

Al alumno que desea realizar en un año el trabajo de dos años, no se le debe permitir salirse con la suya. Pretender realizar un doble trabajo significa, para muchos, recargar en exceso la mente y descuidar el ejercicio físico. No es razonable suponer que la mente puede asimilar una provisión excesiva de alimento mental; y recargar la mente es un pecado tan grande como recargar los órganos digestivos.­ CM 282 (ed. PP); 227 (ed. ACES) (1913).

El exceso de estudio, al incrementar la afluencia de sangre al cerebro, produce una excitación enfermiza que tiende a debilitar el dominio propio, y con demasiada frecuencia da lugar al impulso o al capricho. De ese modo se abre la puerta a la impureza. El uso indebido o la falta de uso de las facultades físicas es, en gran medida, la causa de la corriente de corrupción que se extiende por el mundo. La "soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad" son enemigos tan fatales del progreso humano en esta generación, como cuando causaron la destrucción de Sodoma.­ Ed 209 (1903).

Cuando se persiste exclusivamente en una determinada línea de pensamiento, a menudo la mente se desequilibra. Pero pueden emplearse sin peligro todas las facultades si se ejerce equilibrio en el uso de las aptitudes físicas y mentales y si los temas de pensamiento son variados.­ Ed 209 (1903).

Si comprendiéramos plenamente nuestras oportunidades y privilegios, se podría llevar a cabo mucho más en la obra de la autoeducación. La verdadera educación significa más que lo que los colegios pueden dar. Aunque no se debe descuidar el estudio de las ciencias, existe una preparación más elevada que ha de obtenerse mediante una relación vital con Dios. Tome cada estudiante su Biblia y póngase en comunión con el gran Maestro. Edúquese y disciplínese la mente para luchar con problemas arduos en la búsqueda de la verdad divina.­ PVGM 269 (ed. PP); 234 (ed. ACES) (1900).

Muchos se quejan continuamente de diversas indisposiciones, y sufren a causa de ellas. Esto ocurre casi siempre porque no trabajan prudentemente ni observan las leyes de la salud. Pasan mucho tiempo dentro de la casa, en habitaciones calefaccionadas llenas de aire impuro. Ahí se dedican con ahínco a estudiar o a escribir, sin hacer mucho ejercicio físico y con poco cambio de actividad. Como consecuencia de ello la sangre circula con lentitud y las facultades de la mente se debilitan.­ 4T 264 (1876).

Toda costumbre que tiende a debilitar la fuerza física o mental incapacita al hombre para el servicio a su Creador.­ CS 527 (1885).

El que cultiva la sencillez en todos sus hábitos, reprimiendo el apetito y controlando las pasiones, puede preservar la fortaleza, la actividad y el vigor de sus facultades mentales. Estas estarán prontas para percibir cualquier cosa que demande pensamiento o acción, serán agudas para discriminar entre lo santo y lo impío, y estarían listas para ocuparse de todo lo que sea para la gloria de Dios y el beneficio de la humanidad.­ 2CBA 1000 (1881).

La inacción física no sólo disminuye el poder mental, sino también el moral. Los nervios del cerebro, que conectan todo el organismo, constituyen el medio por el cual el cielo se comunica con el hombre y afecta la vida íntima. Todo lo que perturbe la circulación de la corriente eléctrica en el sistema nervioso, debilitando así las facultades vitales y disminuyendo la sensibilidad mental, dificulta la tarea de despertar la naturaleza moral.­ Ed 209 (1903).

La educación que consiste en adiestrar la memoria tiende a desalentar la reflexión personal, ejerce una influencia moral que se aprecia demasiado poco. Al renunciar el estudiante a la facultad de razonar y juzgar por sí mismo, se incapacita para distinguir la verdad y el error, y es fácil presa del engaño. No cuesta inducirlo a seguir la tradición y la costumbre. ­Ed 230 (1903).

Tanto las facultades físicas como las mentales, con sus afectos, deben ser preparadas para alcanzar la más elevada eficiencia.­ Folleto The Circulation of Our Health Journals [La circulación de nuestras revistas de salud], p. 1, 1901; (CH 445).

En estas lecciones que se obtienen directamente de la naturaleza hay una sencillez y una pureza que las hace del más elevado valor. Todos necesitan las enseñanzas que se han de sacar de esa fuente. Por sí misma, la hermosura de la naturaleza lleva al alma lejos del pecado y de las atracciones mundanas y la guía hacia la pureza, la paz y Dios. Demasiado a menudo las mentes de los estudiantes están ocupadas por las teorías y especulaciones humanas, falsamente llamadas ciencia y filosofía. Necesitan ponerse en íntimo contacto con la naturaleza. Aprendan ellos que la creación y el cristianismo tienen un solo Dios. Sean enseñados a ver la armonía de lo natural con lo espiritual. Conviértase todo lo que ven sus ojos y tocan sus manos en una lección para la edificación del carácter. Así las facultades mentales serán fortalecidas, desarrollado el carácter, y ennoblecida la vida toda.­ PVGM 14 (1900).

Los que desean ardientemente obtener conocimiento para ser una bendición a sus semejantes, recibirán ellos mismos la bendición de Dios. Mediante el estudio de su Palabra sus facultades mentales serán despertadas a una actividad fervorosa. Se producirá una expansión y un desarrollo de las facultades, y la mente adquirirá poder y eficiencia.­PVGM 269 (ed. PP); 234 (ed. ACES) (1900).

En la Biblia se revela la voluntad de Dios. Las verdades de la Palabra de Dios son la expresión del Altísimo. El que convierte esas verdades en parte de su vida llega a ser en todo sentido una nueva criatura. No recibe nuevas facultades mentales; en cambio, desaparecen las tinieblas que debido a la ignorancia y el pecado entenebrecían su entendimiento. "Te daré un corazón nuevo" quiere decir: "Te daré una mente nueva". Al cambio de corazón lo acompaña siempre una clara convicción del deber cristiano, y la comprensión de la verdad. El que con oración da atención estricta a las Escrituras tendrá conceptos claros y juicios sanos, como si al volverse hacia Dios hubiera alcanzado un plano superior de inteligencia.­ MeM 24 (1913).

 

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