ADMINISTRAR PARA EL SEÑOR...
HASTA QUE ÉL VENGA
Nos cuesta comprender plenamente la relación que nuestro Dios, el Creador del Universo, quiere tener con nosotros, los seres humanos. (¡La sola idea es asombrosa!) “¡Miren qué gran amor nos ha prodigado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios! ¡Y en realidad, somos hijos de Dios! Por eso el mundo no nos conoce, porque no lo conoce a él” (1 Juan 3:1). O, como escribió Elena de White: “¿Puede algún rango humano igualar a este? ¿Qué lugar más destacado podríamos ocupar nosotros que ser llamados hijos del Dios infinito? [...] ¿Puede alguna honra mundanal igualarse a esto?” (MGD 341). Es solo la oscuridad de este mundo cargado de pecado lo que hace que no apreciemos completamente el estatus que se nos ha dado en Jesús.
Sin embargo, si no somos prudentes, la tentación del mundo y las cosas del mundo nos alejarán de Cristo. La Palabra de Dios nos advierte de las tentaciones y las seducciones de Satanás: “Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y perniciosas, las cuales hunden a los hombres en ruina y perdición. El amor al dinero es la raíz de todos los males; y algunos, por esa codicia, se desviaron de la fe y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:9, 10).
No obstante, el Señor nos da consejos sobre cómo ganar dinero, utilizarlo sabiamente y no permitir que sea algo que, como advirtió Pablo, pueda conducir a “ruina y perdición”. En los más de dos mil versículos de las Escrituras que tratan sobre el dinero, las posesiones y nuestra actitud hacia ellos, Dios da instrucciones prácticas sobre cómo vivir por encima de las tensiones de la vida y administrar lo que se nos ha dado de manera financieramente fiel.
En las lecciones de este trimestre, estudiaremos el ideal de Dios en nuestra relación con él, y veremos claramente cómo podemos desarrollar una confianza tan profunda que nos mantenga fieles a él, aun cuando no podamos comprar ni vender. (Ver Apoc. 13:17.) Pero este tipo de fe no surge de la noche a la mañana; al administrar fielmente lo que Dios nos ha dado, podemos estar preparados, incluso en la actualidad, para cualquier cosa que se nos presente.
Dios es el que tiene los recursos y, cuando trabajamos con él, nos permite administrarlos para él. El propósito del Salvador es que los seres humanos, purificados y santificados, sean su mano auxiliadora. Por este gran privilegio, demos gracias a aquel que “nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados” (Col. 1:13, 14).
El consejo de Dios para sus hijos mediante el sabio Salomón es: “Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos” (Prov. 3:9). Este consejo es apropiado porque: “Señor y Dios, digno eres de recibir gloria, honra y poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad fueron creadas y existen” (Apoc. 4:11).
Desde una perspectiva meramente secular, vivimos tiempos muy desafiantes y estresantes. Sin embargo, nuestra cosmovisión cristiana nos da confianza y esperanza al ver las señales que Jesús dio para hacernos saber que el gran punto culminante de la historia humana, la segunda venida de Cristo, está muy cerca, a la puerta. Oramos para que estas lecciones prácticas profundicen tu fe y tu confianza en Dios y te animen a ser un administrador fiel para él.
G. Edward Reid es pastor ordenado y abogado. Obtuvo una Maestría en Divinidad (Universidad de Andrews), una Maestría en Salud Pública (Universidad de Loma Linda) y un Doctorado en Derecho (Universidad del Estado de Georgia). Durante muchos años se desempeñó como director del Ministerio de Mayordomía de la División Norteamericana.
Contenido:
- Parte de la familia de Dios.
- Los pactos de Dios con nosotros.
- El contrato del diezmo.
- Las ofrendas para Jesús.
- Cómo afrontar las deudas.
- “Acumulen tesoros en el cielo”
- “A uno de estos mis hermanos pequeños”
- Cómo planificar para tener éxito.
- “Guárdense de toda avaricia”
- La devolución.
- Cómo administrarse en tiempos difíciles.
- Las recompensas de la fidelidad.
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