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CAPÍTULO 87 | PSICOLOGÍA Y TEOLOGÍA | Mente, carácter y personalidad T2


87 PSICOLOGÍA Y TEOLOGÍA

Los verdaderos principios de la psicología se encuentran en las Sagradas Escrituras. El hombre no está al tanto de su propio valor. Actúa de acuerdo con el temperamento de su carácter inconverso, porque no mira a Jesús, el autor y consumador de su fe. Quien acude a Jesús, cree en él y hace de él su ejemplo, se da cuenta del significado de sus palabras "Les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1: 12).

Pero cuando ocupa su lugar a los pies de Jesús, puede ver reflejada en su propia vida malvada y pecaminosa las horrendas profundidades de depravación en las cuales puede caer el corazón humano inconverso. Capta una vislumbre de la pureza del carácter del Inmaculado, de la perfección que se le otorga al pecador arrepentido y convertido. Revestido de la túnica resplandeciente del carácter de su Redentor, se sienta en lugares celestiales junto a Jesús.­ Ms 121, 1902.

Jehová Dios es exacto e infalible en su comprensión. Entiende el funcionamiento de la mente humana, conoce los principios activos que impulsan a los seres humanos que ha creado; sabe exactamente cómo reaccionarán frente a lo que se les presenta, y de qué manera actuarán frente a cada tentación que los somete a prueba y en toda circunstancia en la cual se encuentren.

"Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y él considera todas sus veredas" (Prov. 5: 21). "Por que él mira hasta los fines de la tierra, y ve cuánto hay bajo los cielos" (Job 28: 24). "Porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos" (1 Crón. 28: 9). Conoce todas las cosas que acuden a nuestra mente. "Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Heb. 4: 13).­ Carta 18, 1895.

¿Querrán tomar en cuenta los hombres y las mujeres cómo considera Dios a las criaturas que ha creado? El formó la mente del hombre. No producimos un solo pensamiento noble que no derive de él. El conoce todos los procesos misteriosos de la mente humana, porque ¿acaso no la hizo? Dios comprende que el pecado ha rebajado y degradado al hombre, pero lo contempla con misericordia y compasión, porque ve que Satanás lo tiene en su poder.­ 6CBA 1105 (1899).

La impresión que se ha causado en las mentes es que la religión es perjudicial para la salud. Esto no es verdad y no debería aceptarse. La religión pura produce paz, felicidad y contentamiento. La piedad es provechosa para esta vida y para la venidera.­ Carta lb. 1873.

Cristo debe ser mezclado con todos nuestros pensamientos, sentimientos y afectos. Debe manifestarse en los menores detalles de nuestro servicio diario, en la obra que él nos ha dado para hacer. Cuando, en lugar de confiar en la comprensión humana, o conformarnos a las máximas del mundo, nos sentemos a los pies de Jesús, bebiendo ansiosamente sus palabras, aprendiendo de él, y diciendo "Señor, ¿qué quieres que haga?", nuestra independencia natural, nuestra confianza propia, nuestra obcecada fuerza de voluntad, serán cambiadas por un espíritu infantil, sumiso y educable. . . Reconoceremos la autoridad que Cristo tiene para dirigirnos, y su derecho a nuestra obediencia sin reparos.­ NEV 101 (1902).

Dios no ha dado ninguna luz adicional para que ocupe el lugar de su Palabra. Esta luz debe guiar las mentes confundidas a la Palabra, y cuando éstas la coman y la digieran, será sangre vital para el alma. Las buenas obras se manifestarán como una luz que resplandece en las ti nieblas.

Si mientras Ud. estudiaba la ciencia de la filosofía mental hubiera examinado diligentemente la ciencia de la verdadera piedad, su experiencia cristiana habría sido muy diferente de lo que es ahora. ¿Por qué se ha apartado Ud. de las puras corrientes del Líbano para beber las aguas turbias de la llanura: el engaño de los inventos humanos? El corazón necesita un poder que se encuentra sólo en la Palabra de Dios. Este poder es el Pan de vida que, si el hombre lo come, vivirá para siempre. No sólo debe probar de vez en cuando este pan que desciende del cielo, sino vivir de las palabras que son espíritu y vida para quien las recibe. El aferrarse fervientemente de la verdad y apropiarse personalmente de las palabras de Cristo, obra una transformación en el carácter.­ Carta 130, 1901.

Necesitáis llenar constantemente vuestra mente con Cristo, y vaciarla de egoísmo y pecado. . . justamente en el momento cuando vaciéis vuestra mente de vanidad y frivolidad, ese vacío será llenado con lo que Dios desea daros: su Espíritu Santo. Entonces, del buen tesoro del corazón sacaréis buenos frutos, ricas gemas del pensamiento, y otros recibirán las palabras, y comenzarán a glorificar a Dios. . . Vuestros pensamientos y afectos deben morar en Cristo, y debéis reflejar sobre otros aquello que ha brillado sobre vosotros, procedente del Sol de Justicia.­ NEV 117 (1892).

El Señor ha hecho oír su voz por medio de su Santa Palabra. Estas benditas páginas están llenas de instrucción y de vida, y son armoniosas en la exposición de la verdad. Constituyen una perfecta regla de conducta. En ella se dan instrucciones, se exponen principios aplicables a toda circunstancia de la vida, aunque no se especifique ningún caso particular. No se deja nada sin revelar que sea esencial para un completo sistema de fe y una correcta orientación práctica. Todo deber que el Señor requiere de nosotros aparece allí con claridad; y si alguien no alcanza la vida eterna, se deberá a que fue autosuficiente, lleno de confianza propia, de vana arrogancia, y no confió únicamente en los méritos de la sangre de Cristo para su salvación. Nadie se desviará de la senda recta si con humildad y honestidad toma la Biblia como su guía, y hace de ella su consejera.­ Carta 34, 1891.

La verdad es un principio activo que impulsa a la acción, moldeando el corazón y la vida para que haya un constante movimiento hacia arriba. . . En cada paso ascendente, la voluntad recibe un nuevo impulso para la acción. El tono moral se hace cada vez más semejante a la mente y al carácter de Cristo. El cristiano que progresa tiene gracia y amor en un grado que sobrepasa el conocimiento, porque la contemplación del carácter de Cristo transforma profundamente sus efectos. La gloria de Dios, revelada por encima de la escalera, puede ser apreciada únicamente por quien progresa en la ascención y es conducido cada vez más alto, hacia los blancos más nobles que Cristo revela. Todas las facultades de la mente y el cuerpo deben ser comprometidas en la perfección.­ NEV 70 (1884).

El cielo toma nota de aquel que lleva consigo una atmósfera de paz y amor. Tal persona recibirá su recompensa. Permanecerá en el gran día del Señor.­ NEV 236 (1886).

Si bien la educación, el adiestramiento y el consejo de gente de experiencia son esenciales, debería enseñarse a los obreros que no confíen plenamente en el juicio humano. Como libres instrumentos de Dios que son, todos deberían pedirle sabiduría. Cuando el alumno depende totalmente de los pensamientos de otro, y no va más allá de la aceptación de sus planes, ve solamente por medio de los ojos de ese hombre, y en ese sentido es sólo un eco del otro. Dios trata con los hombres como seres responsables. Obrará por medio de su Espíritu en la mente que ha puesto en el hombre, si éste está dispuesto a darle la oportunidad de hacerlo y lo reconoce en sus actividades. Ha establecido que cada cual emplee por sí mismo su mente y su conciencia. No es su intención que alguien se convierta en la sombra de otro, para expresar únicamente los sentimientos de ese otro.­ 5T 724, 725 (1889).

Si la mente está santificada por el amor y el temor de Dios, su más elevado desarrollo recibe la plena aprobación divina. Los hombres humildes que eligió Cristo estuvieron tres años con él, sujetos a la influencia refinadora de la Majestad del cielo. Cristo fue el más grande educador que el mundo haya conocido.­ RH, 21 de junio de 1887; (FE 47, 48).

El [Dios] preparó esta habitación viva que es la mente; fue maravillosamente "entretejida"; es un templo que el Señor mismo creó para que fuera la morada de su Santo Espíritu. La mente controla al hombre en su totalidad. Todas nuestras acciones, buenas o malas, tienen su origen en ella. Es la mente la que adora a Dios y se alía con los seres celestiales. No obstante, muchos se pasan la vida sin llegar a conocer el. . . [estuche] que contiene este tesoro.­ SpTEd 33, 11 de mayo de 1896; (FE 426).

El intelecto, ennoblecido, purificado, dirigido por el cielo, es el poder universal que edifica el reino de Dios. El intelecto pervertido tiene exactamente la influencia opuesta; es una corrupción de ese poder humano que se nos confió para multiplicarlo mediante labor fervorosa en favor del bien. Engaña y destruye.

Dios ha proporcionado suficientes dones para que los hombres sean capaces y sabios a fin de mostrar las maravillosas obras del Señor a todos los que lo aman y guardan sus mandamientos, y para que lo representen con gracia. El quisiera que los hombres guardaran sus mandatos, porque es para la salud y la vida de todos los seres humanos.

Los talentos que se nos han confiado son una sagrada responsabilidad. Nadie debería codiciar los de otros. Por medio de ferviente oración y súplica por sabiduría de lo alto ­que le asegurará la correcta recepción de todas las capacidades dadas por Dios­ cada uno debe honrar y glorificar al Señor mediante los talentos que le ha concedido. Recibir la sagrada luz que Dios ha dado, creer en ella, e impartirla a los que están en las tinieblas del error, es algo maravilloso. Si esto se hace en forma abnegada y desinteresada para ayudar y bendecir a las almas que perecen, se le aseguran al fiel obrero tesoros celestiales que lo hacen más que millonario en el cielo. Es heredero de Dios y coheredero de Jesucristo para un excelente y eterno peso de gloria.­ Ms 63, 1900.

La verdadera elevación de la mente, no la apariencia de superioridad, es lo que le da carácter al hombre. El adecuado cultivo de las facultades mentales hace del hombre todo lo que él es. Se le dan esas facultades ennoblecedoras a fin de ayudarlo a formar un carácter para la futura vida inmortal. El hombre fue creado para un gozo más elevado y santo que el que este mundo puede proporcionar. Fue hecho a imagen de Dios con propósitos elevados y nobles, capaces de atraer la atención de los ángeles.­ 4T 438 (1880).

Las mentes de algunos descienden a un nivel tan bajo, que Dios no puede obrar en favor de ellos ni con ellos. La corriente de los pensamientos debe cambiar, las sensibilidades morales deben ser despertadas para que puedan percibir los requerimientos de Dios. La suma y la sustancia de la verdadera religión consiste en poseer y reconocer constantemente nuestra relación con Dios por medio de las palabras, la vestimenta y la apariencia. La humildad debería ocupar el lugar del orgullo; la sobriedad el de la liviandad; y la devoción el de la irregularidad y la descuidada indiferencia.­ 4T 582 (1881).

Vi que durante el verano pasado la tendencia que prevaleció fue conseguir tantas cosas de este mundo como fuera posible. No se guardaron los Mandamientos de Dios. Con la mente servimos a la Ley de Dios; pero las mentes de muchos han estado sirviendo al mundo. Y mientras sus mentes estaban plenamente ocupadas en las cosas de esta tierra y en el servicio de sí mismos, no podían servir a la Ley de Dios.­ 1T 150 (1857).

Muchos creen que sus fallas de carácter no les permiten alcanzar la norma que Cristo estableció, pero todo lo que los tales tienen que hacer es humillarse a cada paso bajo la poderosa mano de Dios. Cristo no estima al hombre por la cantidad de trabajo que hace, sino por el espíritu con que lo hace.

Cuando Cristo ve que los hombres llevan las cargas con humildad de mente, desconfiando de sí mismos y confiando en él, añade a la obra de ellos su perfección y suficiencia, y entonces el Padre la acepta. Se nos acepta en el Amado. Los defectos del pecador quedan cubiertos por la perfección y la plenitud del Señor, nuestra justicia. A los que con sincero deseo, con corazón contrito, están haciendo humildes esfuerzos para vivir a la altura de los requerimientos de Dios, el Padre los considera con el más tierno amor; los considera hijos obedientes, y les imputa la justicia de Cristo.­ Carta 4, 1889.

Cristo es el manantial de la vida. Lo que muchos necesitan es un conocimiento más claro de él; necesitan que se les enseñe con paciencia y bondad, pero también con fervor, a abrir de par en par todo su ser a las influencias curativas del Cielo. Cuando el sol del amor de Dios ilumina los oscuros rincones del alma, el cansancio y el descontento pasan, y satisfacciones gratas vigorizan la mente, a la par que dan salud y energía al cuerpo.­ MC 191 (1905).

El poder omnipotente del Espíritu Santo es la defensa de toda alma contrita. Cristo no permitirá que pase bajo el dominio del enemigo quien haya pedido su protección con fe y arrepentimiento. El Salvador está junto a los suyos que son tentados y probados. Con él no puede haber fracaso, pérdida, imposibilidad o derrota; podemos hacer todas las cosas mediante Aquel que nos fortalece.­ DTG 455 (1898).

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